La riqueza de las naciones. Adam Smith

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La riqueza de las naciones - Adam Smith Autores

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sastres. Aquí el mercado está desabastecido de mano de obra. Existe una demanda efectiva insatisfecha de más mano de obra, de más trabajo por hacer. Los precios de las sedas y tejidos de color se hunden, y por ello hacen lo propio los beneficios de los comerciantes que disponen de existencias considerables de los mismos. También se deprimen los salarios de los obreros empleados en la preparación de dichas mercancías, cuya demanda se interrumpe por completo durante seis meses, e incluso quizás durante doce. El mercado en este caso se halla sobreabastecido tanto de mercancías como de mano de obra.

      Pero aunque el precio de mercado de cada mercancía específica se encuentra de esta forma, y si se permite la expresión, gravitando hacia el precio natural, en algunas ocasiones puede ocurrir que accidentes o causas naturales o medidas políticas concretas mantengan, en el caso de numerosas mercancías, el precio de mercado durante mucho tiempo considerablemente por encima del precio natural.

      Cuando por un aumento en la demanda efectiva, el precio de mercado de alguna mercancía en particular asciende muy por encima de su precio natural, aquellos que emplean sus capitales para ofertarla en el mercado se cuidan en general de ocultar este cambio. Si fuera conocido por todo el mundo, sus abultados beneficios tentarían a tantos nuevos rivales a invertir sus capitales de la misma forma que, al quedar la demanda efectiva plenamente satisfecha, el precio de mercado caería pronto hasta el precio natural, e incluso durante algún tiempo por debajo del mismo. Si el mercado está situado a una gran distancia de las residencias de quienes lo suministran, puede que ellos sean capaces de mantener el secreto durante varios años, y durante todo ese tiempo disfrutar de sus beneficios extraordinarios sin ningún nuevo competidor. Hay que reconocer, no obstante, que es muy difícil conservar durante bastante tiempo secretos de esta índole; y los beneficios extraordinarios no pueden durar más que hasta un poco después de lo que duran los secretos.

      Los secretos en la industria pueden perdurar más tiempo que los secretos en el comercio. Un tintorero que descubre el medio de producir un color determinado con materiales que cuestan apenas la mitad de los utilizados habitualmente puede, si se maneja con precaución, disfrutar de las ventajas de su descubrimiento durante toda su vida, e incluso dejarlo como herencia a sus descendientes. Sus extraordinarias ganancias derivan del elevado precio que se paga por su trabajo específico; son con propiedad los altos salarios de dicho trabajo. Pero como repercuten sobre todas las partes de su capital, y como su monto guarda por ello una relación proporcional con el mismo, son usualmente considerados como beneficios extraordinarios del capital.

      Estas elevaciones del precio de mercado son evidentemente las consecuencias de accidentes concretos, aunque el proceso pueda a veces extenderse a lo largo de muchos años.

      Algunos productos naturales requieren un suelo y una localización tan especiales que toda la tierra apta para su cultivo en un gran país puede resultar insuficiente para satisfacer la demanda efectiva. La cantidad total ofertada en el mercado, entonces, será adquirida por aquellos que están dispuestos a pagar más de lo suficiente para pagar las tasas naturales de la renta de la tierra que los produjo, junto con los salarios del trabajo y los beneficios del capital que fueron empleados en prepararlos y traerlos al mercado. Estas mercancías pueden mantenerse durante siglos enteros a precios elevados; y la parte de los mismos que se resuelve en renta es en este caso la parte que es sistemáticamente pagada por encima de su tasa natural. La renta de la tierra que permite producciones tan singulares y apreciadas, como la renta de algunos viñedos en Francia cuya situación y suelo son particularmente privilegiados, no guarda ninguna proporción regular con la renta de otras tierras vecinas, igualmente fértiles y bien cultivadas. Los salarios del trabajo y los beneficios del capital empleados en traer esas mercancías al mercado, por el contrario, rara vez están fuera de su proporción natural con respecto a los demás empleos del trabajo y del capital en las cercanías.

      Estos aumentos del precio de mercado son evidentemente consecuencia de causas naturales que pueden impedir que la demanda efectiva resulte alguna vez satisfecha, y que por ello pueden perdurar para siempre.

      Un monopolio concedido a un individuo o una compañía tiene el mismo efecto que el secreto en el comercio o la industria. Los monopolistas, al mantener al mercado constantemente desabastecido, al no suministrar nunca plenamente a la demanda efectiva, ofertan sus mercancías muy por encima de su precio natural, y elevan sus remuneraciones, sea que consistan en salarios o beneficios, considerablemente sobre su tasa natural.

      El precio de monopolio es siempre el más alto posible. El precio natural, o precio de libre competencia, por el contrario, es el más bajo posible, no en todas las ocasiones, pero sí durante cualquier periodo prolongado de tiempo. El primero es siempre el máximo que puede arrancarse a los compradores, o que se supone que ellos consentirán que se les arranque. El segundo es el más bajo que los vendedores pueden normalmente aceptar, y al mismo tiempo continuar con su negocio.

      Los privilegios exclusivos de los gremios, los estatutos de los aprendices, y todas aquellas leyes que restringen la competencia en algunos sectores concretos y la limitan a un número menor de competidores del que en otras circunstancias podría acceder a ellos tienen el mismo efecto, aunque en un grado menor. Son una especie de monopolios ampliados y pueden a menudo mantener durante muchísimo tiempo en cualquier clase de actividad al precio de mercado de algunas mercancías determinadas por encima de su precio natural, y mantener tanto los salarios del trabajo como los beneficios del capital empleados en ese sector algo por encima de sus tasas naturales.

      Estos incrementos del precio de mercado perduran hasta tanto lo hagan las reglamentaciones políticas que los han ocasionado.

      Aunque el precio de mercado de cualquier mercancía puede mantenerse durante mucho tiempo por encima de su precio natural, rara vez puede hacerlo por debajo de dicho precio. Sea cual fuere la parte del mismo pagada a menos de su tasa natural, las personas cuyos intereses resulten afectados experimentarán una pérdida de inmediato, y acto seguido retirarán la tierra o el trabajo o el capital en la medida necesaria para que la cantidad ofertada en el mercado llegue pronto a ser apenas suficiente para satisfacer la demanda efectiva. Así el precio de mercado pronto subirá hasta el precio natural. Así ocurrirá al menos en el caso de que haya plena libertad.

      Los mismos estatutos de aprendizaje y otras leyes gremiales que permiten, cuando una manufactura prospera, que cada trabajador aumente sus salarios muy sobre su tasa natural, lo obligan a veces, cuando la manufactura languidece, a aceptar una reducción muy por debajo de dicha tasa. Así como en un caso impiden a muchas personas competir por su puesto de trabajo, en el otro le impiden a él competir por muchos puestos de trabajo. Sin embargo, los efectos de tales reglamentaciones no duran tanto cuando hunden los salarios del trabajador por debajo de su tasa natural como cuando los elevan sobre dicha tasa. Su acción en este caso puede perdurar durante siglos, mientras que en el otro no puede durar más de lo que duren las vidas de algunos de los trabajadores que fueron preparados para esa actividad durante su fase de prosperidad. Desaparecidos estos, el número de los que después se preparen para ese negocio se adaptará naturalmente a la demanda efectiva. Una política capaz de hundir en un sector determinado los salarios o los beneficios por debajo de su tasa natural durante muchas generaciones deberá ser tan violenta como la del Indostán o el antiguo Egipto (donde cada hombre estaba forzado por un principio religioso a seguir la ocupación de su padre, y se suponía que si la cambiaba cometía el más horrible de los sacrilegios).

      Esto es lo que hasta este punto creo necesario destacar acerca de las desviaciones, sean ocasionales o permanentes, entre precio de mercado de las mercancías y su precio natural.

      El propio precio natural varía con la tasa natural de cada uno de sus componentes: salarios, beneficios y rentas; y en cada sociedad esta tasa varía según las circunstancias, según su riqueza o su pobreza, según su condición progresiva, estacionaria o decadente. En los próximos cuatro capítulos intentaré explicar de la forma más completa y clara que pueda las causas de estas distintas variaciones.

      En primer lugar, intentaré

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