Génesis, vida y destrucción de la Unión Soviética. Jaime Canales Garrido
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19 Bill Bland: Restoration of Capitalism in the Soviet Union, Wembley, 1980; Stalin: The Myth and the Reality, 1999.
20 Entre ellos - y por ser uno de los más destacados intelectuales liberales conocedores de la URRS y apologeta de la perestroika, digamos, un “anticomunista moderado” -, hay que mencionar al historiador y profesor de la Universidad de Nueva York Stephen Cohen, que escribió varias monografías sobre la URSS y Rusia: Soviet Fates and Lost Alternatives: From Stalinism to the New Cold War, Pub. 2011 by Columbia University Press; The Victims Return: Survivors of the Gulag after Stalin, Pub. 2010 by Publishing Works; Failed Crusade: America and the Tragedy of Post-Communist Russia, Updated edition Pub. 2000 by W. W. Norton & Company; Voices of Glasnost: Interviews with Gorbachev’s Reformers, Pub. 1989 by W W Norton & Co Inc.; Sovieticus: American Perceptions and Soviet Realities, Pub. 1986 by W W Norton & Co.; Rethinking the Soviet Experience: Politics and History since 1917, Pub.1985 by Oxford University Press; An End to Silence: Uncensored Opinion in the Soviet Union, from Roy Medvedev’s Underground Magazine “Political Diary”, Pub.1982 Norton& Co Inc.; Bukharin and the Bolshevik Revolution: A Political Biography, 1888-1938, Pub.1980 by Oxford University Press.
21 Marx y Engels, con su exactitud y agudeza características, escribieron: “Las clases medias, pequeños fabricantes, tenderos, artesanos, campesinos, combaten a la burguesía porque es una amenaza para su existencia como clases medias. No son, pues, revolucionarias, sino conservadoras; en todo caso son reaccionarias: piden que la Historia retroceda”. Vide: El Manifiesto Comunista, Editado por elaleph. com., 2000, p. 44.
22 Ковалевский П. И. Русский национализм, М., 2006. c. 45.
23 Ibídem.
capítulo 1
LA GRAN REVOLUCIÓN SOCIALISTA DE OCTUBRE Y SU SIGNIFICADO
Cuando en la Rusia zarista, la noche del 7 de noviembre de 1917, o 25 de octubre según el calendario juliano, los obreros, soldados y campesinos, dirigidos por el Partido Bolchevique y Lenin, se lanzaron a la conquista del poder -y lo tomaron en sus manos- se inició una nueva etapa en la historia: el advenimiento del socialismo, que vendría a dividir el mundo en dos bandos antagónicos -el del sistema socio-económico más humano que había visto la luz sobre la faz de la Tierra y su antípoda, archiconocida en sus diversas formas, el de la explotación del trabajo ajeno y deshumanización del hombre-, marcando un hito sin precedentes en toda la historia pasada y futura de la humanidad.
Por ello, nos parece que el hecho de que haya sido un disparo precisamente del acorazado “Aurora” el que, en aquel brumoso día de Octubre, anunciara el nacimiento de la Gran Revolución Socialista, fue premonitorio, porque, además de avisar al mundo el histórico parto, anunciaba la llegada de una nueva aurora para toda la humanidad, llena de luz y esperanzas, la llegada de una nueva época, preñada de buenos augurios, la llegada de la época del socialismo.
Y es imprescindible destacar ya aquí un hecho de singular significación. Por primera vez en la historia, una revolución victoriosa fue llevada a cabo por la clase más oprimida en la sociedad capitalista y, al mismo tiempo, más revolucionaria: el proletariado.
Lenin, en su escrito programático Las tareas de la Revolución, de manera magistral definió cuáles eran las consignas y las medidas subsecuentes que los bolcheviques tendrían que tomar para triunfar, a saber:
•Todo el poder a los Soviets;
•La paz para los pueblos;
•La tierra para los que la trabajan;
•La imposición del control obrero sobre la producción y el consumo, lo que implicaba la nacionalización de los bancos y las compañías de seguro, así como la industria;
•La lucha frente a la contrarrevolución de los terratenientes y capitalistas;
•El desarrollo pacífico de la revolución24.
La Gran Revolución de Octubre de 1917 en Rusia tuvo -también por primera vez en la historia de la humanidad- un carácter socialista, que se manifestó, sobre todo -y tal como el líder del movimiento obrero lo definiera- en el hecho de que hizo transitar el poder a los obreros y campesinos, arrebatando de las manos de los terratenientes y capitalistas los medios de producción, poniéndolos a disposición del nuevo poder revolucionario, lo que permitió iniciar la construcción de la nueva sociedad, en cuyas entrañas surgió la única y auténtica democracia: la socialista.
El fundador del Partido Socialista Obrero de Chile, Luis Emilio Recabarren -a 14.000 kilómetros de distancia y transcurrido apenas un mes de los históricos acontecimientos en Rusia- escribió: “La Rusia obrera ha derrumbado, con un poderoso empuje, su clase capitalista, con todo su cortejo de gobernantes, cortesanos, espías y bribones de todo género, para marchar paso a paso hacia la civilización nacional. Las tierras con todos ‘sus anexos’ serán del Estado para trabajarlas en beneficio de la comunidad. ¡No más señores ni amos de las tierras! Las industrias, las máquinas, los ferrocarriles, todo, todo será propiedad de la comunidad. Adiós para siempre a la propiedad privada, herencia maldita del pasado, que fue la causa de tantos y tantos horrores humanos… Rusia realiza en estos momentos ‘su nueva organización’, por cierto distinta y opuesta al sistema capitalista, y mientras la burguesía aterrorizada mira esa acción, el proletariado de los otros países continúa despedazándose bajo la dirección de sus clases capitalistas, sin querer darse todavía por notificado de la invitación hecha por los obreros de Rusia. ¡Hemos barrido nuestro imperialismo y militarismo!”25.
Por primera vez, las ideas enunciadas por Marx, Engels y Lenin se plasmaban en la realidad en una sexta parte del planeta, no obstante el precario grado de desarrollo de las fuerzas productivas en el inmenso país.
Pero el hecho de que, al frente del movimiento de las amplias masas de la población del otrora Estado semifeudal y semicolonial, se colocara el proletariado y que este se propusiera llevar a cabo la más grandiosa y más noble tarea de poner fin a toda forma de explotación, de destruir las bases que la sustentaban, para lo cual procedió a socializar todos los medios e instrumentos de producción, este decisivo hecho, pues, no podía dejar impasibles a los que siempre levantaron murallas de odio contra esta pujante fuerza transformadora -transformada ella ahora en poder político y estatal-. Por eso, todo ese mundo viejo -el de la explotación, injusticia, guerras, saqueo y deshumanización- decidió agredir al naciente Estado popular.
Sin embargo, el poder soviético, con enormes costos humanos y materiales, fue capaz de resolver todas las enormes tareas en beneficio de las masas desposeídas y crear un potencial humano que hizo posible que se abordaran grandes desafíos en la historia de la Humanidad, logrando vencer los innumerables problemas que sus enemigos crearon, entre ellos la Guerra Civil, el pillaje y la agresión armada de las potencias imperialistas.
Por más que el imperialismo colonialista y las clases desplazadas hayan intentado estrangular al joven Estado soviético; por más que las dificultades provocadas suscitaran dudas acerca de la capacidad del proletariado para ser guía de la nueva sociedad y mantener su poder político, pues