René Salamanca y el clasismo. Enrique Arrosagaray
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Lista nacional opositora a José Rodríguez
Cuando en 1974 se estaba logrando la conformación de una lista nacional opositora a José Rodríguez, lista que partía, esencialmente, de una alianza para este objetivo entre las fuerzas obreras mecánicas dirigidas por el PCR –principalmente desde Córdoba– y por la JTP Montoneros14 –desde Buenos Aires–, esta fracasó porque apenas un rato antes del cierre de la presentación de la documentación ante la Junta Electoral, aquel 7 de abril, la JTP Montoneros informó no tener los miles de avales que había dicho tener.
La delegación de obreros cordobeses de la Lista Marrón que estaba en Buenos Aires con toda la documentación que ellos traían, junto a sus abogados y apoderados, sintieron una de las más grandes traiciones de sus vidas.
No se ha escrito mucho al respecto pero hay algún texto que se puede consultar.15 Sin embargo lo valioso para Rodríguez es que se le esfumó un problema, sin costo. Por lo menos sin costo público, ya que no sabemos qué habrá negociado. Así lo recordó él mismo, diez años después:
En el 74 hubo un intento de lista opositora que tuvo su base en Córdoba, con el secretario general René Salamanca junto con algunos sectores de Buenos Aires identificados con grupos como la JTP. Pero esta lista no prosperó, iniciaron las gestiones ante la Comisión Electoral, pero después, cuando llegó el momento de la presentación de listas, no habían tenido acuerdo entre ellos, no tenían la lista formada. No hubo ninguna impugnación, ni ninguna actitud para que la lista fuera prohibida o no pudiera participar, sino que realmente no habían podido organizar lo que correspondía: ni los candidatos, ni las formas, ni el número de apoyo necesario para llegar a ser lista nacional. 16
El mismo fascículo, pero en el cuerpo central del texto –no en el texto entrecomillado perteneciente a Rodríguez– dice al respecto:
Hubo un intento de conformación de una lista opositora con base en la seccional cordobesa y en algunas empresas de Buenos Aires, pero no se llegó a concretar porque la lista Celeste de Buenos Aires no consiguió reunir los elementos a los que se había comprometido para adjuntarlos a la Lista Marrón cordobesa.17
En las negociaciones entre la Lista Marrón y la lista Celeste, los primeros cedieron el color; es decir, la lista nacional resultante de la alianza, llevaría el nombre de lista Celeste.
Dos días después, el 9 de abril, la Lista Marrón distribuyó un comunicado resumiendo los hechos ocurridos en esos días, para que todos los trabajadores estuvieran informados. Este comunicado se distribuyó en las plantas mecánicas de Córdoba y también en las de Capital federal y Gran Buenos Aires.
Rodríguez no tuvo oposición, cabalgó tranquilo. Salvo en Córdoba, en donde menos de 400 obreros votaron a nivel nacional por José Rodríguez. Inmediatamente, la Marrón volvió a ganar a nivel provincial, ahora con más del 50% de los votos.
Más crisis, golpe y elecciones
Terminado un primer período de la Lista Marrón en la conducción, se realizan elecciones para renovar autoridades el 8, 9 y 10 de mayo de 1974.
El país del año 74 no era el mismo del 72. No había una dictadura en declive sino que el presidente era Juan Domingo Perón desde octubre de 1973, tras tantos años de ser prohibido y difamado. Su esposa, Estela Martínez de Perón, Isabelita, era la vicepresidenta. Pocos gobiernos constitucionales tuvieron tanto apoyo popular expresado en las urnas; pero se debilitaba por las disputas y el desangre con que las grandes potencias de la época –y sus aliados y quintacolumnas internos– sometían a nuestra patria.
Antes de que Perón ganara las elecciones del 23 de septiembre del 73, Cámpora y Solano Lima eran gobierno desde la salida que Lanusse pudo elegir, con las elecciones del 11 de marzo. Tras casi siete años de dictadura se respiraba primavera, aunque era otoño cuando asumió el gobierno justicialista, aquel 25 de Mayo: cientos de miles de ciudadanos en las calles, un desfile militar que no pudo terminar, liberación de varios cientos de presos políticos por la noche desde la cárcel de Devoto… ¡Sí, se respiraba primavera!
Salamanca –y su partido– habían hecho pública su postura, su sugerencia, de votar en blanco. Todos los obreros mecánicos conocieron su opinión en Santa Isabel, también en las otras plantas. Quienes querían desprestigiarlo, sobre todo desde el aparato de la burocracia sindical cordobesa y desde algún sector de izquierda, usaron este argumento para corroer su prestigio, aspirando a deteriorarlo definitivamente para las elecciones del 74. También, claro, hubo críticas honestas.
En Córdoba, en esos días de elecciones en el SMATA, era gobernador Duilio Brunello, en calidad de interventor.
Los hombres que habían ganado las elecciones del 73 eran Ricardo Obregón Cano y Atilio López, por el Justicialismo, y un golpe de Estado los derrocó el 27 de febrero de 1974. A este episodio se lo llamó inmediatamente el Navarrazo, porque el coronel Antonio Navarro, que estaba a cargo de la policía, fue quien encabezó la asonada, a punta de pistolas e itacas. Esta burla a la soberanía del pueblo cordobés no sobresaltó al Poder Ejecutivo Nacional, quien simplemente, a los días, mandó un interventor, Duilio Brunello, que era un hombre de mucha confianza del ministro de Economía José Ber Gelbard. Los otros poderes de Córdoba tampoco se sobresaltaron, en páginas próximas algo nos dirá sobre esto un integrante clave del legislativo: Polo Valdez, hombre del corazón del Justicialismo local. Su amigo Mario Dante Agodino se hizo cargo del Ejecutivo los primeros días y el 2 de marzo llegó Brunello. Seis meses después, el 7 de septiembre, Brunello será historia y se hace cargo de la provincia para ejecutar las persecuciones más duras, Raúl Oscar Lacabanne, que se decía peronista. Salvo Luciano Benjamín Menéndez, Lacabanne es el mayor responsable de tanto castigo al cuerpo del pueblo cordobés.
Pocos días después de hacerse cargo Lacabanne, asesinan bárbaramente en Buenos Aires a Atilio López, reciente derrocado vicegobernador, hombre peronista, de izquierda.
En medio de este proceso, que se agravaba día a día –no es una frase hecha–, se hacen nuevas elecciones en el SMATA cordobés. El PC y algunos de sus compañeros de ruta se apartan de la Lista Marrón y forman su propia lista, la Naranja, que sin duda le restaría votos a la Marrón. La encabezó el Negro Olmos, delegado de Pintura. Se presenta también la lista Gris encabezada por Givilaro, un empleado de Perdriel. Esta lista pretendía acaudillar a los tradicionales obreros peronistas que por lustros se habían encolumnado con el histórico Elpidio Torres.
Las elecciones se hacen los días 8, 9 y 10 de mayo. La Lista Marrón obtiene 4027 votos, es decir el 52,6% de los votos. La lista Gris logró 2770 votos y la Naranja obtuvo 793. Nuestros entrevistados, en las próximas páginas, contarán numerosos detalles de esta puja. Harán referencia entre otras cosas, al centenar de obreros que hicieron entrar a la planta en las semanas previas a las elecciones, para que hagan campaña a full por la Gris y en contra de la Marrón.
El resultado, como dijimos, fue un triunfo espectacular de la Lista Marrón: 1000 obreros más habían pasado a confiar en esta. Por eso, desde Buenos Aires el SMATA, es decir José Rodríguez, no reconocerá el triunfo del clasismo, inventará argumentos y en pocas semanas terminará expulsando a los integrantes de la flamante Comisión Directiva del Sindicato, por lo tanto, legalmente, deja acéfala la Seccional. ¿Cuál es el paso inmediato, entonces, porque los Estatutos se lo imponen?: intervenir la Seccional Córdoba del SMATA. Como no la puede controlar, la interviene. En realidad actúa en el mismo sentido que la persecución que desata el Navarrazo: desde Buenos