René Salamanca y el clasismo. Enrique Arrosagaray

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René Salamanca y el clasismo - Enrique Arrosagaray

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a la masa la tenés a dos kilómetros, no sirve.

      Machado era un obrero de Grandes Motores Diesel y estaba vin­culado el PRT. Fue secuestrado en dictadura y hasta nuestros días sigue desaparecido. Integró la Comisión Directiva de la Lista Marrón triunfante en 1974, como subsecretario gremial.

      Ya que Delgado es uno de los obreros más antiguos de IKA que encontramos, le preguntamos sobre Elpidio Torres, personalidad incluso de la CGT y de todo el movimiento obrero de Córdoba has­ta la Huelga Grande, cuando su prestigio se desplomó.

      –¿Era un dirigente muy fuerte, sólido, Elpidio Torres?

      Delgado: Torres es uno de los militantes que…, lo calificaría con un 51, un poquito más del 50 –por ciento–. Porque no era un acérri­mo derecha derecha, ¿me entendés? Porque en las luchas por algu­nas reivindicaciones, estaba al frente. En su primera etapa ¡muy al frente!

      Hadad: Era un luchador nato.

      Delgado: Era un luchador. Cuando yo hago esto de historia, creo que hay que contar la historia verdadera para que la gente pueda calificarlo como corresponde. Hay que dar el lado bueno porque el Negro Torres se sentaba con Agustín Tosco, se sentaba con el Negro Atilio, nos sentábamos juntos a discutir la cosa de la lucha. Si bien él siempre estaba un pasito más abajo que Tosco, que era un hombre imponente a enfrentar o el Negro Atilio era otro, que surge del pe­ronismo. Te estoy hablando de un hombre de izquierda como era Agustín Tosco que reivindico como un gran luchador, ¿viste?; y ahí lo tenés al Negro Atilio. Y en tercer lugar lo tenías a Elpidio Torres. También había dirigentes petroleros, de Obras Sanitarias, excelentes compañeros peronistas que estaban en la lucha. Algunos ya estaban en el Peronismo de Base, algunos de petroleros, de la madera...

      Hadad: ¿Borelli?

      Delgado: ¡Borelli, claro!, era de Obras Sanitarias. Nos permitieron mimeógrafos. Había secretarios generales que no estaban compro­metidos con la lucha grande, pero sí eran comprometidos con la clase.

      –Y en el caso de Atilio López ¿cómo podrías valorar su conducta cuando venía el Cordobazo?

      Delgado: fue uno de los de la vanguardia. Acá tengo que desta­car dos cosas y quiero que eso se sepa porque muchos dicen que la vanguardia del SMATA fue Torres y no fue así. O no fue totalmente así; la clase lo puso a la cabeza y se tuvo que poner, eso sí. Cuando nosotros llegamos a la Plaza España ahí hacemos una asamblea, y dijo: “No, no entremos al centro porque nos van a reprimir”. Y los delegados dijeron: “¡No, quienes tienen que decir es la gente!”. Torres estaba como dirección, venía a la cabeza. Pierde la asamblea y no le queda más alternativa que jugarse adelante. Él esquivaba algunas cosas pero... Esa salida, si bien es cierto que estaba conver­sada y acordada con algún sector de los militares, políticamente, de presionar y poder cambiar el gobierno, está… comoé... Estaba acordado con todos los dirigentes, todos los dirigentes sabían esto. Tosco, López y algunos otros, delegados como nosotros...

      –A ver si entiendo bien: vos decís que había un acuerdo de un sector sindical con un sector militar para rajar a Onganía...

      Delgado: ... yo separaría esto. Si bien directamente algún diri­gente como por ejemplo Tosco, no, se trajo a la mesa de la discu­sión. Se analizó que nos favorecía...

      –Perdón, ¿qué es lo que se trajo a la mesa?

      Delgado: Esa posición. Que si nosotros hacíamos presión frente a una realidad, si la hacíamos tranquilos, en paz, etcétera, etcétera...

      Hadad: Se acababa...

      Delgado: ... se acababa y se caía lo más duro del… comoé… y posiblemente había una elección.

      –Qué era lo más duro, ¿Onganía? ¿O estaba representado en Onganía?

      Delgado: No. Caía Onganía. Era lo más duro.

      –¿Ese tema se puso en la mesa?

      Delgado: ... se entendió así en la mesa.

      –Antes del Cordobazo, claro.

      Delgado: Exacto. Y ahí salimos a relucir nosotros. Nosotros no queríamos conciliar con nadie, queríamos hablarle a la gente con claridad; esa es la diferencia que te quiero decir, con claridad, así lo manifestó Tosco. Si los favorecía y nos favorecía a nosotros, les favorecía de rebote, pero nuestra lucha estaba bien clara. Había reivindicaciones... Hablemos claro: a nosotros nos quisieron bajar el sábado inglés, acuérdense. Nunca dicen nada de eso. Esa fue una de las banderas..., yo creo que la gente salió con bronca a la calle. Una conquista muy grande.

      Delgado: Sí, exacto. –No retrocede y sigue en el día 29–. Y cuando veníamos llegando a la Terminal vieja, sobre la Vélez Sarsfield, hubo desinteligencias porque enfrentaron la represión a la columna obre­ra y los dirigentes trataron de irse para atrás porque decían que iban a tirar, y así fue. Veníamos nosotros a la cabeza... Ahí en la revista Así se puede ver el archivo, del caballo le tiraban directamente a la gente. Ahí estábamos al frente. Ahí me rozó una bala; tenía yo una zapatilla, me la sacó, completa. Hasta hace poco la tenía...

      Hadad: ... en ese momento yo estaba en la esquina de la Cañada y San Juan, y desde el caballo...

      Delgado: ¡... el blanco!

      Hadad: Sí. El cana que estaba en ese caballo blanco, tiraba con la 45 a diestra y siniestra... Tiraba para el lado de la Vélez Sarsfield y se daba vuelta y le tiraba a una piba, una chica que no habrá tenido veinte años esa piba, ¡vos sabés que puteaba y gritaba y bailaba en el medio de la Cañada! ¿viste donde la Cañada hace ese lomito? Ahí, en el medio de la Cañada, “hijos de puta, hijos de puta, canas hijos de puta”, les gritaba la piba. ¡Iummm! ¡Iummm! le zumbaban los balazos, vos vieras.

      Delgado: ... eso no fue una masacre no sé porqué. No sé si tira­ban para abajo...

      Hadad: ... es probable.

      Delgado: ... porque hubo mucha gente, como el caso mío u otro, cerca mío, que le rozó el muslo, otro le tocó la rodilla, otro le agu­jereó el pantalón. Ahí, en ese enfrentamiento, algunos quisieron volverse, se hace un retoque hacia atrás y aparecen los estudian­tes, con los que nosotros habíamos acordado, con el Integralismo y otros más y ellos traen las bolsas de bolitas y tiran las bolitas en el asfalto y los caballos empiezan a patinar, y ahí la gente se enardece. Cuando se enardece, gritamos dos, porque ahí me habían avisado, que había muerto un compañero del SMATA. Hacé de cuenta que a la gente le habían puesto un fósforo. Ahí nos abrimos un grupo para un lado, otro para otro, yo fui uno de los que agarramos para la Colón, primero quisieron tomar la Policía Central y digo “es una locura”; y vamos por Colón hacia Alberdi, hacia donde estaba la masificación y ahí por la Alberdi, en el… comoé… de los bomberos, no sé si vos viste en la televisión a veces, el que viene atrás con la bandera soy yo. Le habían quemado Xerox, se estaba incendiando y la gente estaba arriba. Porque había gente enardecida, con bron­ca, que hacía cosas que... –opina, con gestos, que hay cosas vio­lentas que no deberían haberse hecho–. No había una dirección, ¿viste? Unos, que pensábamos un poco decíamos “no, los Citroën así, los Citroën así...”.

      Hadad: No veías un amontonamiento de gente...

      Delgado: No. Fue una cosa natural... Porque fue natural el sepa­rarse la gente, tomar por grupos, cantidades, tomar el centro, como rodeando la situación. Eso los desubicó,

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