René Salamanca y el clasismo. Enrique Arrosagaray

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René Salamanca y el clasismo - Enrique Arrosagaray

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de la Seccional.

      Entre mayo (segundo triunfo de la Lista Marrón) y agosto (ex­pulsión de los integrantes de la Comisión Directiva) de 1974, hay cuatro meses de incertidumbre y de lucha de los mecánicos de Córdoba para que desde Buenos Aires la conducción del SMATA reconociera el triunfo de la Lista Marrón en la Seccional, ya reco­nocida por las otras listas cordobesas.

      Hay otra teoría, perfectamente posible, que dice que lo empuja­ron a Capellini para que genere el descabezamiento del brigadier Fautario, quien estaba al frente de la fuerza Aérea, pues Fautario quería defender la constitucionalidad.

      Dijimos que en agosto, el día 8 exactamente, en Buenos Aires se resuelve la expulsión del gremio de la Comisión Directiva cordobe­sa del SMATA y la hacen pública.

      Al día siguiente una asamblea de los obreros mecánicos cordo­beses rechaza la medida. Y al otro día, el 10 de agosto, hay reunión del Cuerpo de Delegados y tratan la resolución del SMATA nacio­nal: deciden plebiscitar en las bases, sección por sección, la reso­lución que venía desde Buenos Aires. Lo que surge de cada sección de cada fábrica es el apoyo a la Comisión Directiva local.

      No hace falta decir que a José Rodríguez eso no le importó nada. Lo que menos le interesaba era la opinión democrática de la masa de obreros mecánicos cordobeses.

      Luego de tensiones indecibles, José Rodríguez y sus aliados políti­cos en el país y en la provincia, logran que el 26 de agosto de 1974, el juez Hairabedian emita la orden para el desalojo de la sede sindical. No les fue fácil a la delegación que Rodríguez envió, pero finalmente tomaron con la policía la sede sindical de la calle 27 de Abril.

      La Comisión Directiva que había ganado las elecciones siguió reuniéndose pues los trabajadores la reconocían como tal, a pesar de que, primero, su triunfo no era reconocido por el SMATA na­cional, y luego, a pesar de la expulsión del gremio en agosto. Sus dirigentes participaron en más de una reunión y en más de una asamblea, incluso el propio René Salamanca, a pesar de estar con orden de captura.

      Uno de los primeros apresados será el secretario adjunto Roque Romero, él nos lo contará. Salamanca pasó a vivir en la clandesti­nidad, aunque nunca dejó de vivir en Córdoba. En el capítulo que le dedicamos a él, mencionamos algunos de esos domicilios, ya que nos ocupamos de buscarlos con mucha paciencia. Incluso el último, esa planta alta en la calle Leonardo Da Vinci, en donde fue secuestrado en la noche del golpe de Videla.

      Debemos decir acá, aunque estará contado más adelante, que desde mediados del 74 hasta el golpe del 76 hubo una constante denuncia desde la Lista Marrón de los preparativos de un golpe de Estado que se venía, lo que constituyó una verdadera lucha anti­golpista. Creemos que fue una denuncia bastante en solitario pero que permitió hacer lazos firmes con la más profunda masa de tra­bajadores peronistas.

      Durante un año, Lacabanne trata de destruir todo lo que tuviera que ver con las organizaciones obreras y populares. En septiembre de 1975 se hace cargo de la provincia el general Luciano Benjamín Menéndez, quien hará todo lo necesario, sin ahorrar sangre, para que nadie levante un dedo, cuando seis meses más adelante se produzca el golpe de Estado.

      Sin embargo, hubo más de un dedo levantado.

      Contemporáneas y actuales definiciones de “burócratas” o de “los gordos” u otras más agraviantes, referidas a las tradicionales conduc­ciones sindicales, son insuficientes. La verdad es que son, esencial­mente, la voz y las manos de las patronales, en el movimiento obrero.

      Del marco internacional casi nada diremos porque lejos está de ser objeto de este trabajo.

      La guerra de resistencia de los vietnamitas estaba en pleno de­sarrollo durante el primer lustro de los 70, culminando en 1975 con la derrota y huída del ejército estadounidense y de sus hombres de la famosa CIA.

      El Mayo francés y la Primavera de Praga, ambos en 1968, sacu­dían el corazón de Europa, sorprendiendo incluso a los políticos más experimentados, sobre todo a los marxistas.

      La Revolución Cultural Proletaria China finalizaba su experien­cia triunfante, pero Mao moriría enseguida y una increíble crisis política llevaría al cambio de clase en el timón durante ese proceso.

      El triunfo de la Unidad Popular en Chile en 1970 abrió esperan­zas y también confusiones. Poco antes, el asesinato del Che Gueva­ra en Bolivia generaba una ola popular e internacional de repudio y al mismo tiempo, una ola de nuevas adhesiones a su legado. Le­gado con diversas interpretaciones.

      Y en la Argentina también estaban sobre la mesa esas diversas interpretaciones sobre el legado del Che.

      1 Censo Nacional Agropecuario de 1974. Nuestra cita es global. Para ver este dato con mucho más detalle, se puede consultar el Censo en cualquiera de los grandes Archivos de nuestro país.

      2 Domingo Blajakis y Juan Zalazar vivían en Avellaneda –uno en Gerli, el otro en Wilde– y fueron asesinados por vandor y su patota el 13 de mayo de 1966 en la Confitería la Real. Ambos formaban parte de Acción Revolucionaria Peronista (ARP), que dirigía John William Cooke. Este hecho está reconstruido claramente en el libro ¿Quién mató a Rosendo? de Rodolfo Walsh.

      3 Ludueña, N. [seudónimo de Gerardo Luna]: “Elementos sobre la experiencia de lucha de los trabajadores mecánicos de Córdoba”, en Revista Teoría y Política N° 21, Buenos Aires, junio-septiembre, 1978, p. 38.

      4 Partido Revolucionario de los Trabajadores.

      5 Ludueña, N., ob. cit., p. 41.

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