Los números de la felicidad en dos Perúes. Enrique Vásquez H.

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en un único índice de felicidad. Asimismo, resalta también la labor del Banco Mundial (2014), que viene alentando el encuentro entre los países latinoamericanos Ecuador, México, Venezuela y Bolivia con el asiático Bután, pionero en la felicidad de Estado, con el objetivo de aterrizar algunas de las políticas butanesas en esta parte del globo.

      El equipo de la presente investigación decidió comprender la felicidad en términos amplios, incluyendo más de una dimensión y definición como las presentadas. Se utilizó un instrumento aceptado internacionalmente, el cual fue desarrollado por Hills y Argyle (2002). Se lo conoce como el «Cuestionario de la felicidad de Oxford» (The Oxford Happiness Questionnaire, OHQ). Este fue a su vez inspirado por una versión más temprana conocida como el «Inventario de la felicidad de Oxford» (OHI por sus siglas en inglés), desarrollado por Argyle, Martin y Crossland (1989). Estos autores definieron la felicidad a partir de tres componentes psicológicos principales. El primero se centra en la frecuencia y grado de sensaciones, emociones y/o sentimientos positivos. El segundo corresponde al nivel promedio de satisfacción a lo largo de un período determinado. El último mide la ausencia de sentimientos negativos como la ansiedad y la depresión.

      Para el presente estudio, el instrumento que se aplicó (OHQ) permitía tal comprensión de la felicidad mediante 29 preguntas (Hills & Argyle, 2002). Así, la definición de felicidad que se utilizó es compleja, amplia, comprehensiva y, en cierto sentido, ambiciosa. Debido al alto grado de abstracción de algunas de estas preguntas, a ciertas personas –sobre todo con bajo o ningún nivel de instrucción formal– se les hacía muy difícil responder en la encuesta. Por tanto, se aplicó en esos casos una versión resumida de 8 preguntas en vez de las 29. Los propios creadores del cuestionario, Hills y Argyle (2002), habían anotado esta sugerencia. Entonces, la definición que adoptamos en adelante incluye elementos que evalúan el estado de ánimo –componente hedonista–, el cumplimiento de las metas –componente eudaimonista– e incluso algunos elementos actitudinales como el optimismo –más propio de la psicología positiva contemporánea (Diener & Seligman, 2002).

      La pobreza, un mal por erradicar

      Pasemos ahora al segundo elemento clave del marco teórico. La pobreza sigue siendo uno de los males más grandes del mundo. Cada minuto que pasa, 75,9 personas caen en la pobreza (World Data Lab, 2020). En consecuencia, casi 7 millones de seres humanos se encuentran hoy en condición de pobreza (World Data Lab, 2020); es decir, viven con menos de US$ 1,90 al día (Banco Mundial, 2020b). Sin embargo, esta concepción de pobreza ha quedado corta en los últimos años, pues ¿acaso vivir con US$ 2,00 al día hace que las condiciones de vida de una persona realmente mejoren? ¿O el recibir ingresos suficientes para comprar una canasta de alimentos garantizan también un buen acceso a la salud, la educación, la cultura, entre otros? La respuesta a ambas interrogantes es no.

      Por ello, el estar por encima o debajo de un «número mágico» no puede ser considerado como un criterio único e inapelable para establecer quiénes son pobres y quiénes no. En consecuencia, diversas instituciones internacionales (OPHI & UNDP, 2019), así como investigadores de la materia (Alkire & Foster, 2011; Sen, 1976, 1999; Townsend, 2006), vieron necesario establecer una nueva medida de pobreza que permitiera capturar mejor esta diversidad de carencias asociadas con el «ser pobre». Así nació el Índice de Pobreza Multidimensional (Alkire & Foster, 2011). En las siguientes páginas de este libro, se realizará un viaje a través de la pobreza, para conocer qué es y cómo ha sido cuantificada a lo largo del tiempo.

      Una definición de pobreza

      Definir la pobreza no es una tarea sencilla (Alcock, 1993). Etimológicamente, la palabra «pobreza» viene derivada del latín pauper-pauperis –paucus, «poco»; parire, «engendrar»–. Así, el término está asociado a la infertilidad: engendrar poco. Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (1977), el concepto de pobreza es entendido como un limitante al desarrollo humano. En ese sentido, el ser pobre implica la pérdida de atributos básicos del desarrollo, como una vida larga, saludable, digna, libre y con respecto propio y por los demás. Desde el ámbito académico, una de las primeras aproximaciones está dada por Oppenheimer y Harker (1996), quienes definen la pobreza como la ausencia de lo material, lo social y lo emocional en comparación con el promedio de la sociedad. Asimismo, Townsend (2006) aborda la pobreza como la insuficiencia de recursos necesarios para cumplir con las costumbres y demandas de la sociedad. Por otro lado, Sen (1999) conceptualiza la pobreza como la falta de capacidades que tiene una persona para participar completamente en la sociedad. Mientras que Hammill (2009) la define como la imposibilidad que enfrenta una persona para satisfacer sus necesidades básicas.

      Un primer intento de medir la pobreza: el ingreso y el gasto

      Por mucho tiempo, hablar de pobreza ha sido equivalente a hablar de «insuficiencia de ingreso para comprar una canasta básica de bienes» (Alcock, 1993). En esa línea, durante varias décadas fue predominante una visión monetaria, unidimensional y simple: pobre era quien estaba bajo la línea de la pobreza. Dicha línea internacional fue en algún momento de un dólar (US$ 1) al día por persona. Hoy es de US$ 1,90 (Banco Mundial, 2015). El dinero es un indicador sintético: permite convertir o sintetiza necesidades y bienes en un valor monetario único. Se puede relacionar con el sentido común del ciudadano promedio en sociedades de libre mercado, quien capta fácilmente que «todo tiene precio». Esta concepción ofrece una ventaja importante frente a otras: es fácil de cuantificar y medir. De ahí que sea útil para hacer comparaciones, no solo entre personas en una misma sociedad sino también entre sociedades diversas –después de ciertos ajustes y conversiones–, dada la internacionalidad del dólar.

      Al mirar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 1 –acabar con la pobreza en todas sus formas–, muchas de las respuestas residen en incrementar el ingreso de las personas (ONU, 2020). Asimismo, en el Perú, el INEI (2019a) continúa calculando la incidencia de pobreza a partir de una línea monetaria, la cual, con base en el gasto mensual, indica si un hogar es capaz o no de comprar una canasta básica de consumo. Esta línea evoluciona con el tiempo y se amolda a la realidad geográfica de las personas.

      Figura 1 Evolución de la línea de pobreza en el Perú (2007-2018)

      Fuente: INEI (2019a). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (2019).

      De acuerdo con esta definición, al año 2018, el 20,5% de los peruanos eran pobres. Sin embargo, este número se duplica si observamos solo el mundo rural, en donde el 42,1% de los habitantes se encuentran en situación de pobreza (INEI, 2019a). En particular, Cajamarca es el departamento con mayor porcentaje de pobreza monetaria (46,8%) (INEI, 2019a). Asimismo, las personas pobres del país son principalmente los niños de entre 0 y 4 años (30,6%) y de entre 5 y 9 años (29,2%) (INEI, 2019a). Sin embargo, los resultados ofrecidos por la visión de pobreza como insuficiencia de ingreso no han sido aceptados por todos (Baulch & Masset, 2003; Tran, Alkire, & Klasen, 2015). En consecuencia, una concepción de la pobreza ha surgido en el mundo: la pobreza multidimensional.

      Más allá del ingreso: el concepto de pobreza multidimensional

      La pobreza no

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