Los frutos del árbol de la vida. Omraam Mikhaël Aïvanhov
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El deseo de aprender la Cábala no tiene, en sí mismo, nada que ver con la hechicería. Pero antes de descubrir sus secretos, hay que aceptar pasar por las etapas preliminares, trabajar sobre uno mismo, perfeccionar el carácter para demostrar que se es digno y capaz de ir más lejos. Pero si uno se apresura, si quiere transgredir las reglas, quemar etapas, introducirse directamente en el mundo sagrado sin estar preparado, entonces se encontrará con guardias que le detendrán. Imposible ir más allá si no se ha pasado el examen, si no se han dado pruebas suficientes de tal o cual virtud.
Mientras que para hacer el mal, no hay que someterse a prueba alguna: cuánto más malvado y dañino uno es, más rápido es aceptado como el número uno, el cabecilla, el jefe. Tomad el ejemplo de una banda de malhechores: todos elegirán por jefe al más violento, al más grosero, al más brutal. Lo mismo sucede en el Infierno: el ser más tenebroso, es el jefe. Mientras que en el Cielo, por el contrario, quien gobierna es el ser más luminoso, el más bondadoso y lleno de amor. Es por ello que la Cábala compara a veces al universo, con una cabeza blanca que se refleja bajo la forma de una cabeza negra: la cabeza negra es la sombra, el reflejo invertido de la cabeza blanca. El Infierno es una imagen invertida del Cielo. En el Infierno, el más degradado es el que gobierna, en el Cielo lo hace el más elevado.2
“Lo que está abajo es como lo que está arriba”, dijo Hermes Trismegisto. Así pues, lo que está en el fondo es como lo que está en la cima. A la séfira Kether, situada en la cúspide del Árbol de la Vida, corresponde una Kether invertida, situada bien en el fondo. Y en el mundo de los humanos, ¿quiénes son los que dirigen? ¿los mejores?... Aquéllos que están en el poder, que ostentan la autoridad, los grandes financieros, políticos, economistas, ¿acaso son las personas más nobles, las más generosas, las más desinteresadas? Al contrario, son los más ambiciosos, los más interesados. Es un mundo que está por debajo del diafragma, es el mundo del reflejo invertido o, utilizando la imagen empleada por Dante, es “el cono invertido”. Y los que gobiernan, son los mejor equipados para ese mundo. Sé que hay excepciones, afortunadamente; pero en general, los mejor equipados son los que tienen los dientes más largos, las garras más aceradas, y las pezuñas más duras. Es cierto y loable que aún quedan, aquí o allá, en los gobiernos, en las sociedades, seres excepcionales, inteligentes, cualificados, honestos, desinteresados, pero son raros.
Volviendo a la Cábala, es preferible para vosotros estudiar primero en profundidad lo que ya os he dado en mis conferencias. Aún no veis la utilidad de todas esas verdades, no sospecháis que, gracias a ellas, podéis hacer trabajos formidables. “¡Pero yo quiero fórmulas para gobernar a los espíritus!” Pues no, vais demasiado deprisa. Hojead primero, una o dos veces, todos mis libros, y os daréis cuenta de que en ellos he infiltrado reglas, e incluso revelaciones de la más alta magia, la Cábala más profunda, e incluso sobre la teúrgia. Las he infiltrado esporádicamente, sin hacer ruido, sin acentuar, sin insistir ni alzar la voz, solamente para aquellos que están despiertos. ¿No las habéis captado? Pues bien, a vosotros os corresponde descubrirlas.
Tal vez ni siquiera os dais cuenta, pero la mayoría de los conocimientos que recibís aquí fueron, en el pasado, conocimientos casi inaccesibles que únicamente eran confiados a los Iniciados. Habéis podido comprobar, cuando os di la conferencia sobre las Iniciaciones egipcias, cuán difícil era en la Antigüedad de ser aceptado en el templo, por cuántas pruebas era preciso pasar. Los postulantes aceptaban incluso arriesgar su vida para ser admitido y tener acceso a estos conocimientos. En nuestra época, el mundo invisible ha permitido que la Ciencia esotérica sea propagada para iluminar, para instruir a los humanos, pero si abusan de ella y se precipitan hacia la magia negra, el castigo será terrible.
Sevres, 21 de Diciembre de 1964
1 “Y él me mostró un río de agua de la vida”, Parte X, cap. 1: “La puerta del mundo psíquico: Iesod”.
2 “Y él me mostró un río de agua de la vida”, Parte IX, cap. 1: “El río de la vida divina”.
II
El número 10 y los 10 sefirot
I
Lectura de un pensamiento del Maestro Peter Deunov:
“Determinar el número personal es recibir inesperadamente una herencia de diez millones de levas. Si sois razonables, resolveréis con ese número muchas dificultades. Los números ocultan una fuerza mágica. Recibir diez millones de levas, es poder adquirir mansiones, amigos, la felicidad... ¿Qué mayor riqueza que esa? Todo el mundo se inclina ante diez millones de levas. ¿Por qué? Porque es un número viviente. Y si tal fuerza está oculta en un número, ¡mucho más grande es esa fuerza cuando se manifiesta a través de un ser humano! Cuando un hombre penetra en la fuerza de los números, los profesores de la luz abren para él las puertas de su Universidad. Si al menos una puerta se abre para el hombre, entrará sobre un carro de fuego como el profeta Elías entró en el Cielo. Pero aquél que no comprende los números vivientes, rondará largo tiempo alrededor de las puertas de esta Universidad y nadie se las abrirá. Para poder entrar en la Universidad de la luz, hay que poseer amor, pues el amor resuelve todos los problemas. Fuera del amor no hay nada, sólo el fracaso...”
Algunos detalles de este pensamiento del Maestro Peter Deunov seguramente os sorprenderán, y si no os los explico, os iréis con ideas erróneas sobre su Enseñanza. Él dijo: “Todo el mundo se inclina ante diez millones de levas...” Naturalmente, esto no es extraordinario, lo vemos por todas partes... Aunque hoy en día diez millones de levas ya no representan gran cosa, ¡ni siquiera alcanzan para construirse una cabaña! “Recibir diez millones de levas es poder adquirir mansiones, amigos, la felicidad...” ¡Ah! Eso no es seguro; las mansiones, sí; pero los amigos y la felicidad, eso no es en absoluto seguro. Pensaréis que estoy contradiciendo y criticando a mi Maestro... En absoluto, al contrario, y voy a mostraros la profundidad de lo que él sobreentiende.
¿Qué significa “conocer el número personal” y por qué el Maestro eligió el número diez? El Maestro habla el mismo lenguaje que todos los grandes Iniciados: para ellos todo es número. Los números representan el armazón del universo, y quien los conoce, no solamente posee la ciencia de la creación, sino que se vuelve todopoderoso, pues los números son fuerzas mágicas. Cada ser tiene un número determinado, y si lo conoce, conoce al mismo tiempo su lugar en el universo. Incluso puede decirse que cada ser es un número dotado de una vibración totalmente especial, y que según esa vibración fundamental, esencial, todo está determinado para él: su destino, su camino, pero también su cuerpo, su rostro, el estado de su organismo. El número representa las vibraciones de su ser íntimo que atrae ciertos elementos y rechaza otros, gracias a esa ley de afinidad y de polaridad de la que os he hablado tan a menudo.
Para los Iniciados, el número es el esqueleto alrededor del cual vienen a ubicarse todos los elementos. Hace mucho tiempo, vi un mercader ambulante que atraía a la multitud presentándole estructuras metálicas que tenían la forma de árboles de todas clases: proyectaba encima ciertas sustancias químicas que, al aglutinarse, daban verdaderamente la impresión de una gran frondosidad. Pues bien, es absolutamente la imagen de la creación. Un número es una abstracción, pero es un ser real. Cuando debe descender para manifestarse en el plano físico, se cubre de carne con el fin de tener un cuerpo. Es un número, pero desaparece bajo tantas envolturas que ya no se sabe lo que representa; para encontrarlo de nuevo, hay que despojarlo de sus apariencias y volver a descubrirlo mucho más allá de la carne, de la sangre, de la piel, de los músculos, e incluso de los huesos.
Todas las ciencias, la astronomía, la física, la química, la mecánica, no estudian otra cosa que formaciones que se produjeron alrededor de un número, o a partir de