El libro de las 200 tisanas. Jordi Cebrián
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Glucósidos o heterósidos cardiotónicos. Relacionados básicamente con las digitales, pero también con las escilas, estos compuestos, bien conocidos en farmacia, como la digitoxina y la digoxina, mejoran la contractibilidad del miocardio. En dosis terapéuticas aumentan el tono cardiaco vagal, mientras que en dosis altas o inadecuadas pueden provocar intoxicaciones más o menos severas, con un aumento del tono simpático y la aparición de arritmias.
Inulina. Es un oligosacárido, un carbohidrato de cadena corta, que ejerce una potente acción prebiótica. Tiene la capacidad de degradarse poco una vez que ha pasado por el estómago y los intestinos. La inulina mejora la absorción de ciertos minerales, como magnesio, calcio o fósforo; ayuda a combatir el colesterol, mejora el metabolismo de las grasas y ejerce una potente acción diurética. Se extrae de diferentes plantas, en especial de sus raíces, como de la alcachofera, la achicoria, el helenio, el cardo corredor o la bardana, entre otras.
Mucílagos. Es un tipo de fibra soluble presente en una enorme variedad de plantas. Se trata de sustancias de consistencia gelatinosa, que tienen la capacidad de absorber agua con gran facilidad. Presentan efectos demulcentes, emolientes y antiinflamatorios sobre la salud humana. Protegen y reparan las mucosas, sea del aparato respiratorio, digestivo o urinario, y se muestran también como depurativos, diuréticos y laxantes. Entre el amplio abanico de plantas que los contienen, cabe destacar el tusílago, la malva, el malvavisco, los llantenes, el tilo, la violeta, la amapola, el erísimo, la ispágula, la pulmonaria y algunas algas como la espirulina o el agar agar.
Polifenoles. Compuestos sintetizados solo por las plantas, que contiene uno o más grupos de hidróxilos (OH), unidos a anillos bencénicos. Ayudan a las plantas a defenderse de las agresiones externas. Son conocidos por su gran capacidad antioxidante y como moduladores del sistema inmunitario. Los polifenoles son los principales responsables de la acción antioxidante de muchas frutas y verduras de consumo corriente. Los encontramos, entre otras plantas, en la vid, el mate, el té verde, la milenrama, la mandarina, la naranja, el nogal (la nuez), el cacao (el chocolate negro) o el olivo (el aceite).
Principios amargos. Son sustancias, presentes también en un gran elenco de plantas medicinales, responsables del aroma y del sabor moderada o altamente amargo de muchas de ellas. Tienen la particularidad de estimular la motilidad gástrica, y, por tanto, se revelan como un recurso herbario de primer orden para aumentar el apetito, previenen el estreñimiento y los gases, pero ejercen también un efecto protector sobre las funciones del hígado. Están presentes en muchas compuestas como el diente de león, la achicoria o la matricaria; en umbelíferas como la sanícula, el hinojo o la angélica; en labiadas como el romero, el marrubio o el hisopo, juntamente con el lúpulo, el harpagofito o el azafrán, entre otras.
Resinas. Son productos generados por muchas plantas, por oxidación y polimeración de los terpenos. Se trata de mezclas bastante complejas, de consistencia más o menos sólida y muy pegajosa, insolubles al agua, pero solubles en alcohol, que se funden por calentamiento. Ejercen propiedades antiinflamatorias, balsámicas, antiespasmódicas, antisépticas y cicatrizantes sobre la salud humana. Encontramos resinas en una gran diversidad de plantas como mirra, gayuba, equinácea, guayaco, rusco, etc.
Sales minerales. Son nutrientes esenciales que no faltan en la mayoría de las plantas. Son absorbidas principalmente por las raíces. Les confieren virtudes depurativas, diuréticas, remineralizantes, antianémicas y antiinflamatorias. Algunos ejemplos de plantas especialmente ricas en sales minerales (hierro, calcio, potasio, magnesio, fósforo, etc.) son: el diente de león, el berro, la bistorta, la cola de caballo, el fucus, la acedera, la achicoria, la levadura de cerveza, el perejil, la avena, la ortosifón y la bardana, entre otras muchas.
Saponinas. Es un tipo de glucósidos solubles en agua. Cuando se agitan, generan mucha espuma. Se distinguen dos tipos: esteroidales y triterpénicas. Las saponinas se han empleado desde antiguo para la elaboración de jabón. Se les atribuyen propiedades diuréticas, depurativas, antioxidantes, antiinflamatorias y demulcentes. Encontramos saponinas en la saponaria, por supuesto, el eupatorio, el meliloto, el gordolobo, la regaliz, el castaño de indias, la remolacha, la polígala, la pulmonaria o la vulneraria, entre otras.
Taninos. Son compuestos polifenólicos, de sabor altamente amargo, que contienen muchas plantas. Son solubles en agua y pueden ser condesados. Se han utilizado desde antiguo para curtir pieles. Ejercen efectos astringentes, antidiarreicos, antihemorrágicos y antibacterianos. Están presentes en muchas plantas como la salicaria, la bistorta, el frambueso, el hamamelis, el pie de león, el té, la gayuba, la encina, la hierba de san Roberto, la agrimonia, la matricaria, el fresno y el rosal, entre muchas otras.
Otros principios activos: el almidón (castaño, cebada), sales oxálicas (romaza, oxalis), ácido salicílico, de efecto analgésico (ulmaria, sauce blanco), ácidos fenólicos (lengua de buey, mejorana, melisa), vitaminas (espino amarillo, berro, malva, azarolo, rosal silvestre), las gomas (goma guar, cardo corredor), etc.
Herbolarios, tradición
y modernidad
EL HERBOLARIO, O HERBORISTERÍA, es el establecimiento donde se venden hierbas curativas, pero ha sido y sigue siendo mucho más que eso. Ya en la Antigüedad, el estudio de las plantas para lograr sustancias con las que remediar el dolor físico o con el que sanar determinadas enfermedades estaba muy desarrollado. En el antiguo Egipto conocemos el nombre de un médico carismático, Imhotep, que dedicó toda su vida a explorar las plantas. En la Grecia clásica, Hipócrates (460-377 a. C.) es autor deescribió un amplísimo tratado sobre la buena práctica médica (del que surgió el juramento hipocrático); entre sus amplios conocimientos, no dejaban de figurar el estudio de la naturaleza y el efecto de las plantas sobre la salud humana. Pero fue el botánico y farmacéutico Pedanio Dioscórides (ca 40 - ca 90) la primera persona, en la cultura occidental, a la que se le atribuye un extenso tratado sobre plantas medicinales. Su obra más importante, De materia médica, está considerada la precursora de la farmacopea moderna. Contiene referencias a más de seiscientas especies de plantas, más algunas sustancias animales y diversos minerales curativos. Ha sido una obra de culto para estudiosos de todos los tiempos y culturas. Contemporáneo suyo fue Plinio el Viejo, historiador de la Grecia clásica y naturalista muy experto, que escribió entre los años 23 y 79 de nuestra era una obra monumental de treinta y siete volúmenes, Naturae historianum, en la que, entre otros muchos temas, trataba de las plantas beneficiosas, con algunas indicaciones no poco sorprendentes.
En la Edad Media, la herbolaria tuvo un gran auge. El empleo de las plantas para remediar enfermedades se expandió por todo el continente, con la aparición de médicos y curanderos que prestaban sus servicios a las poblaciones locales. Allá por el siglo IX, apareció en Europa un texto anónimo, Herbolarium et materia medica, uno de los manuales de farmacopea más difunidos durante la Edad Media. Fue gracias a las aportaciones obtenidas de la ciencia médica árabe, con nombres ilustres como Razés, Avicena y Averroes, sumado al reconocimiento de los textos clásicos griegos, romanos y egipcios, por lo que en Europa la medicina en general y la fitoterapia en particular empezó a fundamentarse en una base más empírica y se fundaron las primeras universidades. Se realizaron diversas reediciones del Dioscórides, la principal de las cuales fue obra del toscano Pier Andrea Mattioli (1500-1577), que significó el cimiento de las interpretaciones posteriores, como la del segoviano Laguna, y mucho más recientemente la del catalán Pius Font i Quer, cuyo Dioscórides renovado se considera la biblia de los