El libro de las 200 tisanas. Jordi Cebrián
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Ventajas de las plantas
sobre los medicamentos
SERÍA COMPLETAMENTE ABSURDO y del todo alejado de la razón adoptar una posición radical y beligerante frente a los fármacos. La medicina moderna, gracias al esfuerzo de muchos científicos e investigadores, ha alcanzado un nivel muy alto en la elaboración de medicamentos que han aliviado y, en muchos casos, sanado dolencias y enfermedades que solo unos pocos decenios antes no tenían cura y podían suponer la muerte del paciente.
Oponerse a estos avances sería una irresponsabilidad. Dicho esto, también resulta innegable que la medicina se ha convertido cada vez más en un negocio altamente lucrativo en manos de unas pocas grandes empresas, y como toda empresa, cuyo principal objetivo es obtener grandes beneficios, también los laboratorios farmacéuticos hacen todo lo posible para maximizar sus ganancias. Ello se traduce, especialmente en las sociedades de niveles económicos altos como la occidental, en una publicidad insistente y agresiva, que trata de convencer al cliente sobre las maravillas de su medicamento, presentándolo casi como una panacea. Y el resultado es una sociedad intensamente medicada, que contrasta con una amplia porción de la población del planeta que se encuentra en el polo opuesto. Ante este panorama, cada vez es más visible una postura de compromiso, compartida por muchos facultativos y población en general, que busca distanciarse un poco de la tendencia dominante y explora otras alternativas, como la que puede ofrecer la medicina tradicional y la medicina natural, lo cual debiera hacerse también desde una posición crítica y serena.
A continuación presentamos algunas ventajas teóricas que ofrecen las plantas medicinales y los tratamientos que con ellas se implementan, respecto a lo que son los tratamientos con medicamentos convencionales. Cabe advertir, no obstante, que como ocurre con todas las disciplinas de la actividad humana, también tales aseveraciones están sujetas a matices:
Reparación global del organismo. Las hierbas ejercen una acción global sobre nuestro organismo probablemente más efectiva que los medicamentos, que en su mayoría solo se enfocan hacia una sintomatología. Ocurre principalmente por la interacción que se da entre sus distintos principios activos. Las plantas son seres complejos, lo que cuadra con nuestra propia complejidad, en contraste con la simplicidad concentrada de un fármaco.
Tiene un mayor efecto preventivo. Las plantas tienden a activar la capacidad autodefensiva de nuestro organismo, preparándolo contra la agresión de agentes externos, como gérmenes contaminantes, bacterias, hongos o virus.
Menores efectos secundarios. Por regla general, las plantas medicinales presentan menores efectos indeseados que los tratamientos con fármacos. El efecto de las plantas suele ser más suave, y su efectividad, medirse a mayor alcance. No obstante, eso no exonera de la necesidad de conocer a fondo las posibles consecuencias de la toma de una planta; aquí entra la responsabilidad del herbolario y del médico, si es preciso.
Efecto más duradero. Dada su mayor tolerancia, los tratamientos con plantas permiten mantenerse durante un plazo más largo de tiempo, y ello puede asegurar, en muchos casos, un efecto más duradero.
Acción polivalente. Por la citada complejidad de las plantas, como seres vivos complejos, a causa de sus diferentes virtudes terapéuticas pueden actuar sobre un abanico más abierto de dolencias relacionadas entre sí. Ello las diferencia de los fármacos que tienden a incidir sobre un o unos síntomas específicos.
Complemento seguro. Ciertamente, en muchos casos, las plantas pueden servir de apoyo o complemento natural a determinados tratamientos farmacológicos, así como actuar como un atenuante de algunos efectos secundarios que estos pueden generar.
Retorno a la naturaleza. El uso de plantas medicinales para el tratamiento de dolencias corrientes nos permite recuperar el contacto con la naturaleza, que el ritmo de la vida urbana moderna hace décadas que nos había sustraído.
Consejos sobre la recolección
de las plantas en el campo
CIERTAMENTE LA FORMA MÁS FÁCIL de adquirir una planta medicinal es acudiendo a un herbolario de confianza, pero también a un establecimiento dietético o a una farmacia. Hasta en un ultramarinos o un supermercado encontraremos una gama amplia de infusiones, aunque aquí nadie nos asesorará debidamente, claro está.
Este apartado está dirigido a aquellos que desean experimentar el placer de prepararse sus propios remedios herbarios, empezando por cosecharse ellos mismos las plantas que necesitan.
El primer paso es estar en condiciones de reconocerlas y de saber dónde se encuentran. Para eso existen incontables guías de botánica, más o menos eficaces, que pueden ayudar a tal reconocimiento. Pero quizás será preferible, al menos en una primera etapa, salir al campo en compañía de una persona experta que nos ayude a familiarizarnos con las plantas de nuestro entorno. En Europa en general, y en la península Ibérica en particular, las especies de plantas potencialmente medicinales son abundantes, aunque solo unas pocas se consideran de uso corriente. En América Latina, la diversidad también resulta apabullante, aunque también es cierto que muchas especies medicinales que se comercializan allí son europeas. Además, cabe tener en cuenta que existe un buen número de plantas medicinales que es difícil de hallar fuera de viveros y plantaciones.
Otro aspecto que hemos de tener en cuenta es la condición de abundancia o rareza de la planta que se está intentando localizar, para luego cosechar. Necesitamos descartar cualquier planta rara o que esté mínimamente amenazada en su hábitat natural; en cualquier caso, la cosecha ha de ser siempre moderada, de apenas unos pocos ejemplares, de forma que no se note nuestro paso por la zona.
Como se alertaba hace unos años desde Adena WWF, de las siete mil quinientas especies de plantas vasculares españolas, más de un diez por ciento están seriamente amenazadas, y muchas de ellas son medicinales. La cosecha y la comercialización de plantas medicinales, aunque pueda sorprender, es un negocio muy lucrativo, que solo en España mueve cerca de mil quinientos millones de euros anuales. Se había llegado hasta el extremo de que algunas especies, como la gayuba o la árnica, se cosechaban a carretadas, sin ningún control, poniendo en serio peligro la supervivencia de sus poblaciones autóctonas. En los últimos años se han implementado medidas de control y cuotas de recolección, que se han respetado muy parcialmente. Un célebre caso es el de la manzanilla de Sierra Nevada, que a punto ha estado de extinguirse a causa de la sobre explotación. La situación en otros lugares, como los países andinos, no es mucho mejor.
A continuación, presentamos plantas medicinales raras o muy raras que no se deben cosechar en el campo. Hablamos de Europa, incluida la península Ibérica:
Árnica, rara y en declive.
Oreja de oso, no rara pero de distribución limitada.
Trébol de agua, muy rara.
Acebo, no rara pero vulnerable.
Manzanilla de Sierra Nevada, muy rara y de distribución muy reducida.
Genciana amarilla, no rara pero vulnerable.
Rodiola, rara.
Senecio blanco, no rara pero de distribución reducida.
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