Ciudadanía digital y desarrollo local. Francisco Sierra Caballero

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Ciudadanía digital y desarrollo local - Francisco Sierra Caballero monografías

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      Por último, los representantes de las organizaciones sociales manifestaron una visión muy crítica sobre la pertinencia o no de priorizar estas herramientas en la participación ciudadana. Tanto en Sevilla como en Siracusa, o indirectamente en Atenas, el voluntariado tendió a relativizar la importancia de las nuevas tecnologías como canales de participación. En talleres como el de Sevilla, llegaron a cuestionar la necesidad de telecentros y los modelos de implantación, variando las posiciones entre la autogestión (visión mayoritaria) y la cogestión. Sí hubo consenso, en cambio, en utilizar las NTIC en el desarrollo urbano con participación ciudadana, y en que las asociaciones cívicas tengan espacios autónomos para expresar sus iniciativas y proyectos de desarrollo, pero a partir de las redes sociales y no al revés. Por ello, consideran la formación como eje de trabajo para socializar las competencias tecnológicas y, sobre todo, promover una cultura participativa que haga productivo el uso de estas herramientas. En este punto, los representantes de organizaciones cívicas expresaron cierta ambivalencia entre una visión instrumental de las NTIC, valorando el uso de los nuevos medios en virtud de la mayor o menor utilidad de la información que permitirían para el buen gobierno, y un discurso más crítico y políticamente orientado sobre el papel de la Administración y las necesidades de desarrollo local con las nuevas tecnologías informativas.

      En uno u otro caso, no obstante, las asociaciones perciben el futuro de las nuevas tecnologías y la democracia participativa en la encrucijada de la capacidad del tejido social de articular redes sociales y el capital cognitivo necesarios para modernizar la administración y gestión pública, ante el empuje y proceso de transformación acelerada que imprime la revolución digital.

      De los datos compilados en trabajo de campo, cabe observar que todos los actores constatan y son conscientes de que la era de la cultura global es, en definición de Manuel Castells, la era de la sociedad-red y el gobierno de las máquinas inteligentes. Tan determinante es el papel de las nuevas tecnologías de la información que, hoy por hoy, puede decirse que constituye el objeto y marco estratégico del que preferentemente tienden a ocuparse las instituciones y políticas públicas, tanto a nivel internacional como a nivel nacional y regional, y así lo indican en sus observaciones. Ahora bien, las Nuevas Tecnologías de la Información (NTIC) que han marcado, en buena medida, los principales debates en los organismos internacionales de regulación (Unesco, OMC, UIT, etc.), a partir del desacuerdo acerca del estatus de la cultura, como bien público o como servicio sujeto a los principios mercantiles y el papel mediador en el marco de desarrollo de la nueva gobernanza global, puede ser considerada, como hemos visto en los discursos de los actores locales, desde distintas matrices de comprensión. Es en este contexto donde cobra carta de naturaleza la centralidad de los estudios sociales, políticos y culturales sobre la cultura digital y, de nuevo, la investigación sobre el papel de la comunicación en la construcción del espacio público y la cultura urbana que hacen posible y necesario los procesos de innovación, creatividad y transformación productiva del trabajo inmaterial asociados a la modernidad de las nuevas ciudades en la era Big Data.

      Las complejas mediaciones socioculturales de la actual dinámica del mercado y de las economías de escala, impulsados al calor del proceso de modernización tecnológica, alteran los espacios urbanos, capitalizando y desterritorializando las señas de identidad y el diseño del hábitat, al punto de agudizar las contradicciones entre innovación científico-técnica y cultura pública, especialmente en regiones vulnerables y periféricas del Sur de Europa como España, Grecia o Italia, donde se aplicó el estudio objeto del presente volumen. Analizar y debatir los usos y proyección social de las NTIC, y de la Comunicación en general, desde el punto de vista del desarrollo del territorio, constituye, en este sentido, una tarea prioritaria a la hora de repensar qué significa hoy ser ciudadano, en qué consiste hoy ser sujeto de derechos o, de otra forma, en qué ha de consistir y diferenciarse la denominada ciudadanía digital a la hora de ejercer el derecho a la ciudad de las nuevas polis del siglo XXI, paulatinamente inmersas en nuevas dinámicas propias de la era de la tecnopolítica y la hipermediación.

      Hoy por hoy, en fin, la Agenda 21, y el horizonte cognitivo de pensamiento y reflexión en Ciencias Sociales y Humanas viene determinado por la necesidad de repensar la cultura y lo social con relación a la tecnología, perfilando una nueva mirada necesaria en el actual horizonte histórico de progreso, identificando la multitud de problemas prácticos y científicos que las NTIC introducen en la nueva modernidad líquida para, de este modo, contribuir en lo posible a perfilar, desde un renovado compromiso epistemológico y una nueva agenda de investigación, la nueva sociedad emergente que se vislumbra en la cibercultura de los nativos digitales. Las visiones y escenarios de futuro que visualizan los actores locales aportan, en este primer abordaje, elementos e ideas para la reflexión de gran valor y actualidad, considerando que son más bien escasos y dispersos los estudios producidos en nuestro entorno, especialmente desde un enfoque crítico que aborde el uso y apropiación de las redes digitales, su impacto en procesos de empoderamiento y política pública.

      Las herramientas y posibilidades insuficientemente exploradas de gobernabilidad, potenciación y desarrollo cultural y socioeconómico descentralizado, así como las estrategias alternativas de construcción solidaria de una nueva producción de espacio público local proyectan, en los laboratorios locales analizados, nuevos modelos de urbanidad que han de ser definidos conceptualmente desde la religancia de los lugares y los contextos de pertenencia, problematizando, desde la lógica de la mediación, los estudios urbanos, pues las nuevas tecnologías definen en nuestro tiempo nuevas condiciones de sociabilidad de la ciudadanía. La constatación de esta idea apunta la pertinencia y necesidad de repensar lo urbano como un problema fundamentalmente de comunicación y cultura. Algunos actores, en especial ciudadanos y entidades de la sociedad civil, abundan en esta idea. Pensar hoy el desarrollo y gobernanza local, considerando la función mediadora de las nuevas tecnologías en la planeación de ciudades creativas, significa, en coherencia, pasar del plano físico al universo simbólico como eje de referencia en las políticas públicas de modernización del territorio, si bien los actores institucionales no parecen, inicialmente, predispuestos a este tipo de visión o lectura praxiológica.

      Desde este punto de vista, si cabe más pertinente a tenor del diagnóstico DAFO, la ciudad, como sistema de comunicación, debe ser concebida como constitutivamente un espacio de aprendizaje. Hoy más que nunca, con la emergencia y socialización del ciberespacio, su geografía y lógica de organización se nos muestra variable e inextricable, como un bosque interminable de variantes, arbustos y espacios de vida natural y ecosistémicamente tramado por la densidad de vínculos y redes sociales que apunta en dirección a una lectura de lo público compleja en términos de ecologías culturales o de vida.

      Lo local siempre ha sido un espacio diversificado, multicultural, un espacio objeto de continua reinvención de la identidad, pero hoy las nuevas tecnologías han acentuado estas propiedades, sometiendo al gobierno local a una transformación y reposicionamiento sin precedentes desde la constitución del Estado moderno. Un reclamo derivado de esta nueva y paradójica situación es la necesidad de abrir los poderes públicos a la interlocución, tal y como hemos visto en los discursos sistematizados. Todas y cada una de estas condiciones institucionales son hoy exigidas por los ciudadanos para la articulación de nuevos procesos de mediación en la vida pública local. Desde este punto de vista, el gobierno en línea representa un componente explícito de reforma y modernización que exige de la Administración Local, en especial de las autoridades locales, políticas públicas que mejoren y garanticen la competitividad, la eficiencia y calidad de los servicios públicos, y el concurso y participación de los ciudadanos. Más aún, la democracia local en línea presupone procesos de hibridación y sinergias sociales de participación basados en la tolerancia, la diversidad y el disenso en la esfera pública que tienden a la transformación estructural y a la innovación en los procedimientos y las

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