Ciudadanía digital y desarrollo local. Francisco Sierra Caballero
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El discurso público de los diferentes tipos de actores es, según observamos tanto en diagnósticos como en evaluaciones y votación de los escenarios previsibles de futuro y de las iniciativas a implementar en cada municipio, notoriamente divergente y diferenciado. Si agrupamos en tres grandes conjuntos de población a los participantes de los talleres de diagnóstico y prospectiva, podemos distinguir tres racionalidades y modos de enunciar y concebir el papel de las nuevas tecnologías en la participación y profundización de las formas de democracia local:
4.1. La modernización tecnológica y la participación como planificación eficiente del desarrollo endógeno
Los técnicos y responsables políticos tienden a poner más énfasis en la disposición material (falta de equipamientos, recursos financieros, etc.) y las necesidades instrumentales (falta de formación, alfabetización tecnológica), aunque en algunas ciudades como Sevilla, por ejemplo, destacan también la ausencia de una visión estratégica y un proyecto político, junto a la falta de interés y demanda de la población, lo que exigiría un enfoque más integrado de sensibilización y cambio social a largo plazo. La visión que comparten estos actores en la mayoría de los laboratorios locales es, en términos generales, negativa de persistir la actual situación. Pues aunque el avance de la participación ciudadana es notorio, el acceso a las redes telemáticas es hoy por hoy muy desigual y territorialmente desequilibrado. Y cuando imaginan el escenario positivo, lo definen como la plena extensión de la Administración Electrónica y el e-Gobierno, a partir de la modernización de los sistemas de información y el acceso a los servicios públicos en línea. Podemos decir, por tanto, que los escenarios de futuro que visualizan estos actores están marcadamente polarizados. Así por ejemplo, en la ciudad de Sevilla, técnicos y políticos comparten una visión negativa respecto al futuro si continúa accediendo desigualmente la población a Internet, por lo que el insuficiente desarrollo de las políticas públicas en la materia puede terminar por bloquear el potencial emancipador de las NTIC. Solo si las autoridades locales logran impulsar coherentemente las políticas públicas se podría lograr, en opinión de estos actores, una productiva complementariedad entre la democracia representativa y la democracia directa por la extensión del uso de las NTIC y la lucha contra la exclusión digital, que es prioritario superar, a la luz de las brechas existentes en nuestras ciudades. Pues, de continuar dominando este rezago, este estancamiento y atraso tecnológico en la modernización territorial, ninguna iniciativa de la Administración Pública Local logrará extender las potencialidades democratizadoras de las nuevas tecnologías en el buen gobierno.
Por ello, en las propuestas de acción, los funcionarios y autoridades locales dan preeminencia a las iniciativas y soluciones dirigidas a dotar de equipamientos al municipio. Las preferencias de este conjunto de actores se dirigen, pues, a la modernización territorial y al desarrollo de un modelo sostenible de futuro en la ciudad, aplicando las NTIC como herramientas o medios auxiliares. En este punto, cabe observar que la lógica o racionalidad del discurso de este grupo es variable. Mientras que la visión política (la de las autoridades locales) es estratégica (piensan en términos de modelos de ciudad), la de los funcionarios y técnicos municipales es más instrumental, centrada en los procedimientos y recursos necesarios. En ambos casos, no obstante, prevalece una concepción difusionista y restrictiva del uso de las NTIC. La tecnología es imaginada como una herramienta, y su extensión, en consecuencia, un factor de progreso. En algunos casos, como Misterbianco, las NTIC son representadas como la solución a los problemas de integración, aproximando a ciudadanos en un entorno desestructurado social y/o territorialmente. Se trataría, como apuntan los funcionarios de Siracusa, de un canal de provisión de servicios de la municipalidad y de integración del centro y la periferia de las ciudades. El único problema, por tanto, de las ciudades es cómo estructurar estos sistemas de información. Si el futuro pasa por la reactivación de la comunicación entre ciudadanos y Administración Pública Local, modernizando el territorio y la eficacia de los servicios públicos brindados, la clave está en racionalizar adecuadamente este proceso de cambio tecnológico. El problema con el que nos encontramos sin embargo es que, como apuntarían los responsables de este municipio, la cultura informativa de la Administración y los ciudadanos es radicalmente diferente. La gestión municipal de los ayuntamientos se basa en un paradigma de control, tanto en los procedimientos como en el contenido, mientras que los ciudadanos, las necesidades que demandan en sus espacios o mundos de vida, participan de una lógica de la intersubjetividad y la apertura comunicante, conversacional, abierta y libre, lo que finalmente dificulta el diálogo entre ambos actores.
En definitiva, el discurso modernizador de los funcionarios y responsables políticos de las ciudades se sitúa en las antípodas de la demanda de participación de los ciudadanos, de acuerdo a una racionalidad instrumental y a una concepción modernizadora y positiva de las nuevas tecnologías.
4.2. La tecnología como espacio de expresión y participación comunitaria
Los ciudadanos participan, al contrario que el primer conjunto de actores, de una visión más cercana, concreta y realista del proceso de participación con las nuevas tecnologías informativas, basada en la experiencia cotidiana. Si los funcionarios y autoridades locales comparten, por lo general, una visión instrumental de estos nuevos medios, la ciudadanía por el contrario manifestó, en sus intervenciones en los distintos talleres EASW, una concepción marcada por lo que podríamos calificar como «racionalidad comunicativa». En esta línea, se mostraron muy críticos con la función pública de la Administración local en la materia, al mantener estructuras y procedimientos poco o nada participativos. Algunos ciudadanos observaron que, ante la constatación de este hecho, el e-Gobierno puede terminar convirtiendo la Administración electrónica en la forma final de un gobierno autoritario y centralizado, anulando las formas de acceso y participación directa por la tradicional desconexión entre ciudadanos e instituciones locales que Internet, lejos de superar, puede terminar sancionando como modelo dominante. La población manifiesta, en este sentido, numerosos recelos por las posibles formas de control y censura que pueden operar más eficazmente, y de forma poco visible, en la red. No obstante, valoran muy positivamente las oportunidades que brinda Internet para organizar redes ciudadanas y articular mejor las relaciones entre Administración local y ciudadanos.
En este sentido, cuando comparten con funcionarios y autoridades locales la necesidad de la modernización tecnológica de la Administración, lo plantean en términos de participación efectiva más que como un problema de transparencia de la gestión pública. Llama, en la misma línea, la atención que los ciudadanos de algunos talleres como Sevilla y Atenas (ASDA) pusieran mucho énfasis en priorizar el uso de las NTIC para la participación social de los sectores tradicionalmente excluidos de los servicios públicos como forma de empoderamiento de estos colectivos. Los ciudadanos de la mayoría de municipios de la red coinciden en destacar la necesidad de planes igualitarios y formación específica para estos sectores. Proponen además, por ejemplo en Siracusa, computerizar los medios convencionales combinando nuevas técnicas como el SMS para mejorar la interactividad de la comunicación entre Ayuntamiento y ciudadanos, y demandan más laboratorios locales o telecentros de acceso público.
Al respecto se muestran muy críticos y comparten una visión de futuro poco halagüeña por la falta de cultura participativa, la escasez de confianza en la Administración y el pobre desarrollo tecnológico de las ciudades, además, por supuesto, de la difícil sostenibilidad de programas innovadores de participación en el desarrollo local. El escenario por tanto, positivo o negativo, que se dibuje a largo plazo en los municipios dependerá, en opinión de este grupo, de la capacidad de autoformación y generación de iniciativas por parte de la propia ciudadanía ya que, de persistir la actual situación, la implantación de las nuevas tecnologías no favorecerá el desarrollo de la democracia participativa sino, antes bien, la instauración de formas asimétricas y verticales de información administrativa. Por ello, cuando plantean el tema de las NTIC, más que en términos de gestión de recursos humanos y de eficiencia, apuntan