El niño problema. Guillermo Javier Nogueira

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El niño problema - Guillermo Javier Nogueira Retardo Mental y Educación Especial

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de la lengua materna. Aprender otra lengua requerirá de un esfuerzo particular, será explícito y tendrá una oportunidad-ventana fuera de la cual no podrá reproducir en forma idéntica los sonidos –el habla– de otras poblaciones ya que su aparato fonador ha sido adecuado de una manera particular solo modificable laboriosa e imperfectamente. Veremos más adelante la relevancia de todo este planteo al considerar el aprendizaje y sus perturbaciones en los niños.

      Baste considerar por ahora que hemos hecho notables avances. Ya no dudamos en poner la mente en el cerebro y, parafraseando a Nespolous, seguir su propuesta: “put your brain in your mind and your mind in your brain” (ponga su cerebro en la mente y la mente en su cerebro).

      Notablemente y como suele suceder, esto no es un planteo de la modernidad ya que Aristóteles y Espinoza entre otros pensadores se lo habían preguntado bastante antes. Toda persona que se interese por las conductas humanas debe dedicarle una buena parte de su tiempo al estudio de esta problemática, ya que dependiendo de la postura que adopte o que le transmitan distintos autores, dependerá su propio posicionamiento, comprensión y acción. Hemos llegado entonces a un punto donde podemos resumir que las conductas humanas, incluyendo eso que llamamos mental o psíquico, dependen del cerebro. No hay conductas ni mente sin cerebro. Debemos entonces ver qué nos ofrece el cerebro y su biología para sustentar semejante aserto.

      “Ver” el cerebro en acción

      Hoy en día, con los métodos de las neuroimágenes, podemos demostrar cambios en el funcionamiento cerebral que aparentemente son el origen de conductas sanas y enfermas. Sus variaciones pueden ser verificadas estadísticamente en diferentes sujetos, incluyendo las producidas por fármacos o la palabra, vehículo de lo mental compartido con otros sujetos. El explorador y los paradigmas que él propone son parte del avance pero también de las limitaciones. Un toque de cautela es necesario ante el enorme progreso de las neuroimágenes y su utilización. Construimos con imágenes una cartografía cerebral de las conductas humanas pero debemos ser prudentes. El mapa no es igual que el territorio y por otro lado veremos aquello perteneciente al orden de lo que buscamos partiendo de un cierto conocimiento o hipótesis a priori.

      El cerebro

      A los fines de este libro me limitaré a señalar aquellos aspectos fundamentales de su estructura y funcionamiento que permitan y faciliten la comprensión de las conductas complejas, algunas de sus alteraciones y eventualmente al tratamiento racional de las mismas. Algunos números nos darán una idea de la extrema complejidad y enormes posibilidades de este sistema:

      Tenemos aproximadamente 100.000 millones de neuronas, que pueden establecer sinapsis en un número variable de 1 a 20.000, lo cual da en términos aproximativos unos 1.000 billones de conexiones posibles. Sabemos que hay alrededor de trescientas variedades de neuronas descriptas en los vertebrados y probablemente más de mil en los mamíferos superiores. Un tremendo poder computacional que además es dinámico y cambiante. Podemos pasar de la anatomía macroscópica a la microscópica, de ella a la bioquímica y de allí a la funcional. Todas pueden ser integradas en una sola complicada y variable cartografía. Una asombrosa maquinaria rápida, precisa, pero también muy vulnerable.

      La estructura básica a nivel celular está dada por las neuronas interconectadas formando tractos y redes. El punto de conexión es lo que llamamos sinapsis. Hay varios tipos de neuronas que pueden ser individualizadas por su forma, tamaño, funciones, estructura bioquímica y ubicación espacial configurando una compleja arquitectura de columnas, tractos y redes. Hoy podemos visualizarlas y manipularlas de diversas maneras, in vivo, de forma no invasiva, con notable precisión y en tiempo real, al igual que en cultivos in vitro. Son rastreables sus conexiones en humanos y la secuencia temporo espacial en que lo hacen. Se lo puede lograr registrando las ondas electroencefalográficas, los potenciales evocados, los campos magnéticos y las modificaciones metabólicas y circulatorias que denotan su actividad. Los estudios funcionales como la resonancia magnética funcional (fRNM), la tomografía por emisión de positrones (PET) y la magnetoencefalografía aportan en el mismo sentido. Aparece así el conectoma. Más recientemente se desarrolla la inmunofluorescencia vital que posibilita la obtención de imágenes moleculares in vivo. Así podemos detectar a nivel celular y con bastante precisión neuronas involucradas selectivamente en una función, su dependencia de un neurotransmisor determinado, el receptor y la ligazón sináptica. Lo maravilloso de este desarrollo es que nos permite establecer una correlación cerebro-conducta cada vez más rica, en seres humanos normales o enfermos. Algo similar a lo que hicieran Broca y Wernicke entre otros, pero con mayor precisión. También en casos muy especiales y en relación con patologías pasibles de tratamiento quirúrgico, se pueden utilizar electrodos de superficie (corticales) o de profundidad (intracerebrales) capaces de registrar, estimular o silenciar grupos neuronales o neuronas individuales en forma directa y muy precisa.

      El conocimiento del funcionamiento normal a estos niveles permite predecir sus manifestaciones cuando las patologías lo alteren y corroborarlos con los casos concretos de dichas patologías. Lo más importante e interesante es poder acercarse cada vez más a la génesis cerebral de nuestras conductas y también monitorear y verificar la efectividad de los tratamientos de diverso tipo, incluyendo todas las formas de psicoterapia, sin depender solo de la cuantificación sintomática.

      El avance en la genética ha permitido conocer un poco más esa maravilla que es el fenómeno de la ontogenia al comenzar a dilucidar cómo a partir de dos gametos, aparecen células madres y de ellas la diversidad de las que componen los órganos de un hombre. En el caso particular del cerebro, saber cómo se da este proceso a partir de una lámina de células que se diferenciarán en una extensa variedad de componentes no deja de maravillar. Saber además que se desplazarán en el espacio para configurar una arquitectura precisa y predeterminada, confirma la genial intuición de Cajal acerca del sentido e importancia de la arquitectura cerebral. Algunas neuronas tipo marcapasos funcionarán desde su aparición en el período embrionario, en tanto que en otros casos lo harán luego de la llegada de los estímulos pertinentes. Para las primeras y sus conexiones hemos acuñado con fines docentes el término sinapsis comprometidas, ya que están destinadas exclusivamente a una función determinada. Son capaces de generar impulsos espontáneamente sin necesidad de ser estimuladas inicialmente y tienen que ver con funciones vitales. Están predeterminadas en aquellas estructuras cerebrales vinculadas con la homeostasis y la corrección de los desvíos amenazantes de la integridad física. No podemos aprender funciones tales como respirar, regular el medio interno o producir ciertas hormonas en un momento preciso del desarrollo. Sostienen el miedo básico, la desconfianza primaria, el ataque y la huida, el placer y su opuesto. La experiencia vital como aprendizaje devendrá en formas más complejas como carácter, temperamento y personalidad y será la resultante de la interacción de estos grupos neuronales con los restantes.

      ¿Qué sucede entonces con el resto de las neuronas y sus sinapsis? En primer lugar también están determinadas en un comienzo por un patrón genético que guía su pertenencia a un lugar, al que llegarán también en un momento determinado, pero a diferencia de las anteriores el pasaje de los estímulos provenientes tanto del medio como de su propio entorno las consolidará, dándoles la posibilidad de una respuesta individual en relación con la magnitud y frecuencia de los estímulos. Serán la sede primigenia de las memorias, soporte material y básico de los aprendizajes. Algunos las denominan “las neuronas abuelas”. Estarán sujetas al darwinismo y sobrevivirán las que hagan las conexiones exitosas (útiles). De no lograrlo o de no poder estabilizarse y modificarse por el aprendizaje, sucumbirán. En el proceso de desarrollo cerebral y en los aprendizajes se incluyen tanto la aparición de nuevas neuronas, sus sinapsis y la consolidación de las mismas por repetición, como su desaparición. Este balance es lo que dará como resultante un funcionamiento cerebral muy complejo y notablemente preciso que involucra tanto a las sinapsis comprometidas como a las dependientes de estímulos/aprendizajes. Su interacción configurará circuitos discretos y redes extensas con valor fundamental para la supervivencia del

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