El Acontecer. Metafísica. Antonio Gallo Armosino S J

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El Acontecer. Metafísica - Antonio Gallo Armosino S J monografías

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Afrodita, se enamoró de la belleza; está entre sabiduría e ignorancia. Los hombres buscan el bien = la generación. Tienen pasión por la «inmortalidad». En la segunda parte, Diotima relata la historia de un camino de elevación; resuelve los enigmas.

      Analizar El simposio (El banquete) únicamente desde la perspectiva de los seres que allí se enumeran y se discuten, puede parecer arbitrario y demoledor, si se lee una obra que se cuenta entre las expresiones más elevadas del pensamiento humano de todos los tiempos. Pero no es tan arbitrario como puede aparecer a la primera, ya que los seres que se descubren en el discurso sobre el amor pertenecen a un tipo de entidades más abstractas, más especulativas, más complejas y más heterogéneas que las que se encontraron en el libro séptimo de La República: el amor nace, el amor es terrestre y es celeste, es antiguo y es el más joven, es rico y es pobre, está lleno de bienes y está vacío, es un dios y no es un dios.

      El grupo de invitados que discute el tema del amor, se ha reunido para festejar la victoria de Agatón, un joven poeta que ha estrenado exitosamente una tragedia. Entre los invitados se encuentran amigos y amantes, pensadores y filósofos. Sus intervenciones sirven de fondo y de preparación para el discurso de Sócrates, que en el relato de Aristodemos ya se ha vuelto una expresión clásica de la filosofía socrática, la cual se transmite entre sus discípulos, como Apolodoro y Glaucón. Aristodemos es el narrador de los siete discursos, cuyo centro es el diálogo entre Sócrates y Diotima de Mantinea.

      Tanto al comienzo como al final, en los recuerdos de Alcibíades aparece Sócrates sumido en un trance de meditación, absolutamente indiferente a los acontecimientos e inmerso en la investigación de las razones profundas de los problemas. Esto le confiere a su discurso el carácter de un descubrimiento definitivo, que entrelaza la ironía socrática con la definición de los conceptos y la fuerza de su especulación.

      La serie de discursos la abre Fedro:

      1 El amor es un dios grande y maravilloso; es un dios antiguo, el primero de los dioses.

      2 Es la fuente de todos los bienes.

      3 No es engendrado y los poetas lo cantan como el más rico en cantidades.

      4 Es émulo de todo lo bueno y desprecia las cosas inferiores.

      5 Sin él, ninguna ciudad ni ciudadano realizaría obras dignas o trabajos nobles; no soportaría desprecios por el objeto amado.

      6 Ni la familia ni el privilegio o las riquezas pueden prender la antorcha con la cual el hombre debe conducirse al tratar de alcanzar una vida mejor.

      7 Sin él, no habría emulación entre los ciudadanos para hacer algo grande.

      8 Si el Ejército estuviera hecho de amantes, cada uno daría lo mejor a su país.

      9 Nadie abandonaría a su amante en caso de peligro, sino que cada uno preferiría morir que abandonar su puesto.

      10 La presencia del amor enciende la llama del valor.

      11 De esto habla Homero al decir: «un dios inspira a los héroes».

      12 Solo el amor impulsa a uno a morir por otro (como Alceste dispuesta a dar la vida por su esposo).

      13 Por amor se hizo posible que un alma regresara del Estigio.

      14 Aquiles prefirió matar a Héctor y morir que tener una larga vida: se expuso para vengar a su amigo Patroclo.

      15 Los dioses le tienen mayor admiración si un amigo muestra tal devoción al que ama.

      16 Por la inspiración del amor, el amado está cerca de dios.

      17 En resumen, es el máximo de los dioses y el mejor donante de todo bien y felicidad.

      Al adherirse a esta visión divina del amor, Pausanias trata de ver las diferencias en la tradición mitológica:

      1 Hay muchos tipos de amor; se debe establecer cuál es digno de encomio.

      2 Se empezará por definir el amor que merece alabanza.

      3 No hay solo una Afrodita, sino dos: la primera, Urania, que es celeste y nacida de Gea; la segunda, más joven, es terrestre y nació de Zeus. Cada una tiene un amor correspondiente.

      4 No es la actividad en sí la que tiene valor, sino el cómo se realiza: si está bien hecha, es buena; si mal hecha, mala.

      5 El amor es bueno solo si nos mueve al amor noble.

      6 El amor de la Afrodita más joven es completamente terrestre.

      7 Su obra es casual: en ella dominan las pasiones vulgares; es el amor de las mujeres y de los niños.

      8 Este amor de Afrodita participa de lo masculino y de lo femenino, de los cuerpos más que de las almas.

      9 Sin embargo, el amor celeste, más antiguo, no tiene nada de mezcla, es inocente de cualquier golpe de lujuria.

      10 Los que se inspiran en este se inclinan a lo intelectual y al vigor.

      11 Prefiere jóvenes en los que ya asoma la barba.

      12 No es posible establecer una ley para regular esto, pero quien escoge el camino de la virtud posee una ley en sí mismo.

      13 Para los que siguen el amor bajo, hay que establecer una ley que los obligue y que amen más bien a sus mujeres e hijos.

      14 Se rechaza el amor terrestre con sus agresiones y violencias; mientras, no hay nada condenable en un amor sancionado por la decencia y la tradición.

      15 Algunas naciones como el Elida han legislado sobre este amor, pero otras en el Oriente y Jonia, se niegan a eso. En Atenas hay un código difícil de entender.

      16 Tienen una máxima: «es mejor hacerlo abiertamente que en secreto especialmente si el objeto es noble y virtuoso».

      17 Aún si la apariencia del amado sea modesta, siempre hay honor en el éxito y vergüenza en la derrota.

      18 El que finge amor para conseguir un lugar o dinero y se resigna a una conducta vergonzosa de esclavo, repugna no solo a los amigos, sino a los enemigos.

      19 Pero si es un amante de verdad el que se reduce a esto, es estimado digno. Con eso parece que el amor es visto como un valor.

      20 Pero si un padre descubre que su hijo es objeto de amor, le pondrá un guardián y hace lo posible para defenderlo. Y si los compañeros lo descubren, lo abuchean.

      21 Esta reflexión nos lleva a pensar que los atenienses estaban agobiados por la idea de ceder a un amor.

      22 De esto se deduce una visible contradicción en el sentido de que el valor de los actos no se conceptúa de modo constante.

      23 Es bueno corresponder virtuosamente a un amante virtuoso. Pone su corazón en lo que es mudable, y por tanto, inconstante.

      24 El amante que busca bellezas morales es constante toda la vida, porque se vuelve «uno» con lo que nunca se desvanece.

      25 El objeto de las leyes de Atenas es colocarse entre los amantes que deben ser estimulados y los que deben ser castigados.

      26 Deben aplicarse pruebas y criterios

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