El Acontecer. Metafísica. Antonio Gallo Armosino S J

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El Acontecer. Metafísica - Antonio Gallo Armosino S J страница 9

El Acontecer. Metafísica - Antonio Gallo Armosino S J monografías

Скачать книгу

y separados; con mayor certeza, habrá que verlos como un continuum.

      De este modo, la función de la filosofía, «sin más», se vuelve la elucidación de la experiencia del ser en todos sus indefinidos niveles. Hay oposición, pero no un conflicto entre el preguntante y el ser que se pregunta (entre «yo» y las cosas).

      Figura 6

Figura 6

      En esta presentación, antes de todo, se busca un acceso indirecto al «ser«», desde alguna lectura previa como las siguientes: «La República y El banquete», de Platón; El Tratado de Raeymaeker; Ontología, de Hartmann. Además de un nuevo intento con Gabriel Marcel (Être et avoir), el fenomenólogo Merleau-Ponty (Lo visible y lo invisible), Heidegger (El ser y el tiempo), Husserl (Ideas relativas a una femenología pura y una filosofía fenomenológica) y Levinas (De la existencia a lo existente).

      En conclusión, se realiza un discurso más adherido al método para lograr definir los conceptos en un sistema de mayor orden y claridad.

      6. Véase La consolación de la filosofía (1999) y De las divisiones (De divisionibus) (2008, p. 56).

      7. Véase Crítica de la razón pura (2010, p. 78).

      8. Véase Ciencia de la lógica (2010, p. 55).

      9. Véase Introducción a la metafísica (1972, p. 43).

      10. Véase Crítica de la razón pura (2010).

      CAPÍTULO 1

VER LOS SERES

      CAPÍTULO 1

      VER LOS SERES

      1. Lectura del «Libro VII» de La República (para Sócrates, el hombre más virtuoso es el hombre más feliz)

      En cuanto a La República, nos limitaremos al «Libro VII» (p. 134), el cual es famoso por la imagen de la caverna. Sin embargo, no se utilizará en sus implicaciones gnoseológicas, es decir, en relación con la realidad de las ideas supremas, ni en orden a la construcción de un Estado donde los hombres dedicados a la justicia, según la opinión de Sócrates, vivirían felices. Únicamente nos concentramos sobre la variedad de seres que se despliegan ante nuestros ojos a lo largo de la narración:

      1 La representación de los hombres encadenados y liberados ofrece la ocasión para descubrir toda una gama de entidades que poseen la calidad de seres en grados diferentes: desde las luces y sombras de la cueva hasta el ser de las estatuas y el de los hombres que las transportan. Se amplía el concepto de luz: desde la luz del fuego y la reflejada en la superficie de las aguas hasta la luz del sol que se distribuye sobre todas las cosas de la naturaleza.

      2 Pero esto no es más que el comienzo. La idea de liberar a los hombres encadenados no tanto en la oscuridad física, sino en cuanto la ignorancia de su condición y su miseria, en comparación con la superioridad moral de los hombres libres. Esto incluye también el «ser» de los juicios con que se califican respectivamente: el hombre justo, bueno, noble, que a la vez es impopular e incomprendido en su superioridad.

      El panorama se amplía a un mundo justo, regulado por leyes, o un mundo donde las injusticias ocurren inevitablemente. Se establece entonces la utopía de la construcción de un mundo justo, para lo cual será necesario educar y entrenar en la justicia a hombres selectos desde la juventud. De allí brota la necesidad de seleccionar los contenidos para esta forma ideal de educación. El mundo nunca será gobernado justamente hasta que los gobernantes sean filósofos, es decir, hasta que sean seres guiados por las ideas. Se encuentra, entonces, la idea de lo bueno como aquello que lleva la perfección divina de la justicia y que conduce al hombre hacia su ser perfecto. Por lo tanto, se desvelan las entidades ideales que nunca podrán efectuarse por completo en este mundo, pero que poseen un modelo ideal para quienes lo quieren contemplar en su puro ser.

      En la descripción, las entidades más elevadas y abstractas hacen acto de presencia: las formas visibles y los discursos acerca de ellas, las geométricas y las matemáticas, las conmensurables y las inconmensurables, las cosas y sus figuras, las imágenes en el papel y en las aguas, y aquellas que pueden verse solo con la mente. En el orden inteligible, se encuentran los supuestos y los principios que se asumen en la investigación, las semejanzas de las imágenes, la realidad y las apariencias, las clases superiores e inferiores, las copias y las configuraciones.

      Como un sector diverso de lo inteligible se incluyen el poder deductivo de la mente, el proceso dialéctico, los supuestos dados por absolutos y los principios meramente hipotéticos, las contexturas y el fundamento, las derivaciones y lo que impele a alcanzar aquello que no requiere supuestos; es el punto de partida de todo; quiere decir distinguir el aspecto de la realidad de lo inteligible, lo cual se observa por el poder de la dialéctica, como algo más verdadero y más exacto que los objetos de las llamadas artes y ciencias, cuyos supuestos son puntos de partida arbitrarios («Libro VlI», 511 c).

      El «Libro VlI» recorre prácticamente todos los niveles del ser. Sin duda, la alegoría de la cueva es un punto de referencia para situaciones análogas a las de la vida real, personal y colectiva. Se plantean los conflictos que nacen en el intercambio entre justos e injustos, entre sabios iluminados e ignorantes, entre la incomprensión de los elegidos y la brutalidad de las masas ignorantes y apasionadas. Después de haber recorrido extremos, desde la invencible ilusión de las sombras hasta la contemplación de la fuente de la luz con ojos entrenados y capaces de resistirle, no se queda Platón en la especulación vacía. Enseguida la aplica a la capacidad de educarse del ciudadano, como el supuesto hombre liberado de la caverna y obligado a observar la verdadera luz.

      La dialéctica aclara la visión. El camino de la dialéctica se aparta de lo sensible, hace ver lo que es mejor para el alma. El hombre se encuentra con el mal. Un hombre corriente es incapaz de cumplir con la razón, no posee completa la razón; mientras, los que gobiernan deben ser racionales y coherentes con los principios: distinguir entre lo auténtico y lo que es meramente aparente. En esta situación, es necesario educar a los pequeños para que puedan distinguir la jerarquía de los seres. Hay seres superiores a otros:

Figura 7 Figura 7

      La analogía se aplica a la sociedad, porque es igual a un lugar para elevar al ciudadano. La cumbre más elevada es «el ser en sí mismo». Poseer la cumbre es la «ciencia de la verdad», que vale por sí misma.

      Una lista objetiva

Скачать книгу