E-Pack Se anuncia un romance abril 2021. Varias Autoras
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Lauren mantuvo los ojos cerrados hasta que oyó cerrarse la puerta. Entonces se sentó en el borde de la bañera. Aunque reuniera las fuerzas necesarias para regresar a Nueva York, volvería a menudo a San Francisco con el bebé. Y Jason también tendría que ir a verla.
¿Cómo podría estar en la misma habitación que él y no desearlo? Quería conservar todo lo que estaba viviendo, y mucho más. ¿Por cuánto tiempo? Un fuego tan intenso siempre acababa apagándose. Pero ¿y si no se apagaba?
Había visto cómo los sentimientos que unían a sus padres se consumían irremediablemente hasta que no quedó nada entre ellos. No podía permitir que lo mismo le sucediera a ella.
Capítulo 10
Estaba progresando. Lo sentía igual que sentía la espuma salada de la Bahía.
Jason rodeó los hombros de Lauren con el brazo mientras caminaban por el paseo marítimo del club náutico. Acababan de disfrutar de una cena magnífica, aunque Jason se sentía culpable por haber hecho esperar una hora a una mujer embarazada.
Odiaba llegar tarde a una cita, pero no había podido evitarlo. Prentice había cambiado de opinión sobre la contratación de una joven estrella del pop para anunciar una colección de ropa de playa, y Jason estaba enfrascado además en otros cuatro nuevos proyectos.
Pero al menos habían conseguido salir juntos para disfrutar de la noche del sábado, y Jason quería aprovechar hasta el último minuto para enseñarle las mejores vistas de San Francisco. Y qué menor manera de hacerlo que desde un…
–¿Tienes un barco? –exclamó ella, deteniéndose en el muelle bajo las aves acuáticas que planeaban sobre sus cabezas. En invierno las marismas estaban llenas de aves migratorias.
–¿No te lo había dicho?
–No creo, porque estoy segura de que me acordaría de algo así –señaló el velero Beneteau de quince metros de eslora.
–Se lo compré a un buen precio a un tipo que tenía problemas económicos. Se lo fabricaron por encargo, y apenas dos meses después de haberlo recibido tuvo que venderlo para hacer frente a sus deudas.
–Entonces, ¿es nuevo?
–Prácticamente. No tiene ni seis meses –se subió la cremallera de la cazadora y confió en que Lauren no se mareara en el agua–. ¿Te gustaría salir a navegar?
–Claro, ¿por qué no? –dijo ella, visiblemente sorprendida por el cambio de planes.
¿Le molestaría que fuera impulsivo? No parecía probable, viendo cómo hacían el amor en cualquier momento y lugar. De camino al restaurante tuvieron que desviarse por una carretera secundaria para evitar un accidente, y ella lo había provocado de tal manera que tal vez fuera el sexo en el coche, y no el trabajo, el motivo por el que se habían retrasado.
La ayudó a subir a bordo y le dio las gracias al empleado del club que había izado las velas, de modo que pudieron zarpar inmediatamente. Ella parecía sentirse muy cómoda en el barco, sentada en la proa de cara al viento. En cuanto a él, un paseo en barco era lo que más podía relajarlo después de un largo día de trabajo.
A Lauren también parecía gustarle el silencio, algo que Jason agradeció. La mayoría de las personas a las que conocía sentían la irrefrenable necesidad de romper un agradable silencio con toda clase de comentarios.
Salieron a la bahía, donde la luna y las luces de la orilla ofrecían una vista privilegiada del barrio de Fisherman’s Wharf y de la isla de Alcatraz.
Al cabo de una hora de navegación, Jason echó el ancla y se unió a Lauren en la proa. Las luces de posición del velero se reflejaban en las olas, y en la costa destellaba la animada vida nocturna de San Francisco.
Jason le echó una manta sobre los hombros y se sentó junto a ella.
–¿Tienes frío?
Ella negó con la cabeza.
–Llevo mucha ropa, como me ordenaste antes de salir de casa. Pero de todos modos agradezco la manta. Aquí hace más frío que en la orilla.
Él la apretó contra su costado. Le encantaba sentir su cuerpo acurrucado contra el suyo a través de la manta.
–¿Has trabajado mucho esta tarde?
–No mucho, pero al menos he solucionado los problemas con los acreedores –le puso la mano en la rodilla–. Gracias de nuevo. Mi empresa significa mucho para mí.
–No tienes por qué dármelas. Me vas a devolver el préstamo, ¿recuerdas?
Ella se echó a reír.
–A un interés ridículamente bajo.
Jason esperaba que pudieran saldar pronto aquella maldita deuda. Su intención había sido ayudarla, y no le gustaba que ella se negara a aceptar nada más de él. Con un poco de suerte, el detective que había contratado para seguir la pista del ex contable no tardaría en averiguar algo. Si Lauren conseguía recuperar su dinero, su empresa estaría a salvo. Y eso se traduciría en una mayor flexibilidad para ella.
Tal vez no aceptara más dinero, pero quizá él pudiera convencerla para que se quedara con el préstamo que ya le había hecho y lo invirtiera en la expansión de su negocio. Si abría una sucursal en San Francisco sería lo mejor para el bebé… Y para él también.
Ella giró la cabeza para mirarlo, y el viento azotó su larga cola de caballo sobre el rostro.
–Me alegro de que sugirieras este paseo. Supongo que es normal que esté un poco estresada últimamente.
–El mar tiene un efecto muy relajante.
Las olas mecían suavemente el barco, y de vez en cuando un pez salía a la superficie. A lo lejos brillaban las luces de otras dos embarcaciones.
–Podrías vivir en este barco. Tiene más muebles que tu casa.
Jason decidió que había llegado el momento de atacar. Sólo le quedaba una semana hasta que Lauren volviera a Nueva York. El tiempo para actuar se le acababa.
–Mañana podríamos ir a Fisherman’s Wharf y comprar algunos muebles.
–Ya veremos –le acarició distraídamente la rodilla, con la vista fija en el horizonte–. ¿Por qué dejaste la Marina? Prentice comentó algo durante la cena sobre tu heroica actuación con unos piratas, pero tú te quedaste muy callado.
Jason se puso tenso ante aquella inesperada intromisión en su pasado, pero respetó el cambio de tema ya que al menos Lauren seguía en sus brazos.
–Sólo cumplía con mi deber. Se lo conté a Prentice porque su sobrino está en el ejército.
–¿Qué ocurrió?
Sus años en la Marina parecían muy lejanos, pero nunca podría olvidarlos. Formaban parte de su vida