Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017. Franklin Maiguashca
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017 - Franklin Maiguashca страница 11
El progreso tecnológico no es el resultado de actos heroicos ni de esfuerzos fuera de lo común, sino de procesos autocatalíticos en virtud de los cuales tecnologías existentes generan tecnologías nuevas en secuencias de propulsión continua y permanente. La explosión tecnológica que el mundo ha vivido a partir de la Revolución Industrial es de dimensiones impresionantes, pero la explosión tecnológica medieval fue igualmente impresionante comparada con la de la Edad de Bronce, la cual, a su vez, eclipsó a la del Alto Paleolítico. Hay por lo menos dos razones por las cuales el desarrollo tecnológico se autocataliza. La primera plantea que todo avance tecnológico tiene como prerrequisito dominar determinadas capacidades claves que, una vez bajo control, sientan las bases para múltiples aplicaciones. El pasar de la Edad de Piedra a la Edad de Hierro requirió que por miles de años la humanidad se volviera extremadamente hábil en el manejo del fuego, en la construcción de hornos y en el diseño de crisoles, de modo que cuando se concretó la transición de un período al otro, el carácter y la magnitud del cambio no tuvieron precedentes. La segunda tiene que ver con la posibilidad, cada vez más amplia, de recombinar en un sinnúmero de nuevas tecnologías el inventario de tecnologías disponibles en un momento dado. El juntar una piedra con un palo para obtener un hacha es quizás el ejemplo más elemental, e ilustra de forma clara las virtudes de la recombinación.12
Por otra parte, Marx, en su análisis de la autodestrucción del capitalismo, dio una importancia máxima a la tecnología y, al hacerlo, puso en claro dos características trascendentales: está en constante cambio y es la propulsora incontenible de transformaciones sociales.13 En la Revolución Industrial, en alquimias nunca imaginadas a esa fecha, se creó la máquina de vapor, se convirtió el hierro en maquinarias, y de las maquinarias se obtuvieron tejidos de lana y algodón bajo regímenes que cambiaron para siempre las relaciones entre los seres humanos. Hasta que la humanidad no supo cómo navegar a mar abierto, el océano fue un obstáculo infranqueable para los marineros, pero cuando aprendieron a determinar la longitud y latitud de la ubicación de sus embarcaciones, las aguas se convirtieron en la vía más directa para que Europa conquistara al resto del mundo. Los anticonceptivos liberaron a la mujer de su ineludible biología y pusieron en marcha su irrupción en el campo laboral, ya no como empleadas domésticas sino como profesionales de creciente competencia en una gama cada vez más variada de disciplinas del conocimiento. Los teléfonos celulares han revolucionado las relaciones entre padres e hijos y han creado universos particulares para los adolescentes.
Una última característica importante es que gracias a los avances tecnológicos recientes en el campo de las telecomunicaciones la difusión de las nuevas innovaciones es casi instantánea y, más aún, para quienes cuentan con los medios económicos, ya que su adquisición es también inmediata. No obstante, aun en el mundo de hoy, hay mucha gente que se queda fuera de estos beneficios por diferentes razones, entre ellas: no tener acceso a las vías mundiales de comunicación electrónica, no tener el dinero para ser cliente de estos productos, no manejar los “códigos de la modernidad” o por todas a la vez.14 De estos motivos, se subraya al tercero como el de mayor impacto. En la actualidad, ser alfabeto funcional, en la forma como tradicionalmente se entiende esta expresión, es totalmente inadecuado. Para que los educandos, es decir todos nosotros, nos mantengamos a la altura de los tiempos, tenemos que redefinir en forma integral el acervo de habilidades y destrezas básicas que los procesos educativos deben entregar a sus alumnos desde la escuela primaria. En otras palabras, la “alfabetización” debe centrarse en crear las bases para un acceso continuo a esos “códigos de la modernidad”. Hoy en día, saber inglés y poder manejar una computadora son quizás los ejemplos más fáciles de entender.
EL CONTEXTO SOCIOCULTURAL
¿Qué se entiende por contexto sociocultural? Para responder a esta pregunta se aprovecha la sencillez y la maleabilidad de la teoría de sistemas. Es conocido que un sistema es un conjunto de elementos que interaccionan entre sí en busca de un objetivo común, con una estructura fácilmente diferenciable de su entorno. Los ejemplos abundan: el sistema solar, el sistema nervioso, una empresa fabril, una organización sin ánimo de lucro, un equipo de fútbol, una familia, un motor de combustión interna, etc. También es de conocimiento común que cuando los elementos interactuantes son personas, tenemos sistemas sociales que pueden ser abiertos o cerrados en la medida en que sus actores se interrelacionen o no con sus respectivos entornos. Ejemplos de los primeros son las empresas productivas, universidades, familias, equipos de fútbol, entre otros. Ejemplos de los segundos son los claustros, las prisiones y, como ya vimos, nuestro planeta Tierra. Por último, es muy común que al interior de un sistema funcionen otros a los cuales se los denomina subsistemas, tal es el caso de una corporación con sus diferentes divisiones y departamentos.
¿Cómo utilizar esta conceptualización para construir un prototipo de organización social? Lo hacemos siguiendo el trabajo pionero de Talcott Parsons, sociólogo, y Neil Smelzer, economista, quienes han investigado posibles formas de integrar la teoría sociológica con la teoría económica.15 Según estos dos autores, para que un sistema social sobreviva y se mantenga vigente a lo largo del tiempo debe cumplir, por lo menos, con cuatro imperativos funcionales: adaptación a un hábitat para asegurar la supervivencia de su gente; movilización de voluntades para la consecución de los objetivos a los que aspire el grupo; integración del comportamiento de sus participantes para que estos funcionen como una colectividad y no a manera de individualidades sueltas, y, por último, gestión de las tensiones que inevitablemente se darán en el conglomerado en cuestión y que, de no ser administradas con habilidad y a tiempo, pueden convertirse en amenazas serias para su viabilidad. En seguida postulan que para que estos imperativos funcionales se lleven a cabo en forma adecuada los sistemas sociales deben generar sendos subsistemas. De este modo, la adaptación al hábitat estará a cargo de un subsistema económico, la consecución de objetivos correrá de cuenta de un subsistema político, la integración del gruposserá función de un subsistema cultural y de valores, y la administración de tensiones estará bajo la responsabilidad de un subsistema de leyes e instituciones. A continuación, y con la ayuda del gráfico 1.5, se explican las correspondencias entre los imperativos funcionales y sus respectivos subsistemas.
GRÁFICO 1.5. Sistema sociocultural
El nexo entre el imperativo funcional de adaptación y el subsistema operacional de la economía se evidencia cuando se tiene en cuenta que en este modelo a este subsistema se asigna, como responsabilidad sine qua non, el hacerse cargo de la producción y distribución de bienes y servicios para satisfacer las necesidades de la gente que conforma la totalidad del sistema social. En esta dirección, y para propósitos de este capítulo, no hace falta ir más allá de lo que ya se ha dicho sobre cómo hemos venido funcionando desde que el humano se volvió bípedo, es decir, bajó de los árboles. Es necesario subrayar que teóricamente no hay ninguna razón para que sistemas sociales diferentes tengan que responder en forma igual a las exigencias del problema económico de siempre. Como