Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017. Franklin Maiguashca
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El haber colocado en el centro de la Economía, el análisis sistemático del comportamiento de individuos en búsqueda de su interés personal bajo condiciones de competencia. Esta teoría fue la joya de la corona de La riqueza de las Naciones, y se convirtió, y sigue siendo hasta nuestros días, en los cimientos de la teoría de asignación de recursos.
Smith fue exitoso donde merecía serlo, sobre todo, en proporcionar un teorema de poder casi ilimitado sobre el comportamiento del hombre. Su concepción de un individuo egoísta funcionando en un contexto de competencia es newtoniano en su universalidad. El hecho de que en la actualidad estemos diligentemente extendiendo esa concepción en áreas de comportamiento económico y social a las cuales Smith no les prestó sino una atención poco sistemática es un tributo tanto a la grandeza como a la durabilidad de sus realizaciones (cursivas del autor).
Desde su olimpo, Stigler escribió estos ditirambos en 1976. Pocos años después, en 1982, a la hora del banquete en honor de los ganadores de los premio Nobel de ese año, entre los cuales se encontraban el distinguido profesor de la Universidad de Chicago y un irreverente escritor de Aracataca, dicen las crónicas que, súbitamente, “el salón se llenó de ‘pura vida’ con un tropel de setenta músicos y bailarines macondianos, mezcla de indios, negros, caribes y españoles” quienes, para deleite de los asistentes, nunca “habían de sospechar” de la existencia de “teoremas newtonianos en su universalidad” que intentaran explicar el desborde gozoso de esos festejos por parte de los humans.55 Es que somos diferentes — explicó García Márquez— en su discurso de aceptación del premio.
Daniel Kanehman, sicólogo y premio Nobel en Economía, precisó las diferencias en términos académicos. Nos relata cómo, un buen día, al leer en la primera frase de un escrito de uno de sus colegas economistas que “el agente de la teoría económica es racional, egoísta y con gustos que no cambian” quedó totalmente desconcertado. Y añade:56
Mis colegas economistas trabajaban en el edificio de al lado, pero en ningún momento me había dado cuenta de las profundas diferencias que existían en nuestros mundos intelectuales. Para un sicólogo es apenas evidente que las personas no son ni completamente racionales ni completamente egoístas y que sus gustos no son en absoluto estables. Al parecer, nuestras dos disciplinas estaban dedicadas al estudio de dos especies diferentes que más tarde el economista del comportamiento Richard Thaler los llamó Econs y Human (cursivas del autor).
El desacuerdo de muchos profesionales sobre la validez del supuesto del homo economicus no es nuevo. Veblen y los institucionalistas, por ejemplo, han sido desde los inicios del siglo pasado fuertes críticos de esta manera de concebir al ser humano. Pero los vientos en contra de esta ortodoxia empezaron a soplar con fuerza cuando, en 2002, se otorgó el premio Nobel en Economía al psicólogo Kahneman, y arreciaron cuando, en 2017, se confirió el Nobel en Economía ni más ni menos que al economista Richard Thaler, el adalid de una nueva manera de entender el análisis económico que lleva el nombre de Economía del Comportamiento. Como él lo plantea:
Vivimos en un mundo de Humans. Y como casi todos los economistas también son humanos, ellos también saben que no viven en un mundo de Econs. Adam Smith, el padre del pensamiento económico moderno, reconoció este hecho en forma explícita. Antes de escribir su obra magna, La riqueza de las naciones, escribió otro libro dedicado al tema de las “pasiones” humanas, una expresión que no aparece en ningún texto de economía. Los Econs no tienen pasiones, son optimizadores a sangre fría.57
El Informe del Banco Mundial sobre el desarrollo en el planeta en 2015 deja percibir las distancias que se están marcando entre la ortodoxia de los Econs y las nuevas fronteras que se están abriendo para un mejor entendimiento del mundo de los Humans. En las primeras páginas de esta publicación informa a sus lectores:
De los cientos de trabajos empíricos sobre cómo toman decisiones los humanos que constituyen la base para este Informe, hay tres principios que se destacan y que señalan la dirección para nuevos enfoques sobre el entendimiento del comportamiento y del diseño y puesta en marcha de políticas para el desarrollo. Primero, las personas hacen casi todas sus evaluaciones y escogencias automáticamente, no en forma deliberada; a esto lo llamamos “pensar automáticamente”. Segundo, la manera como las personas piensan y actúan con frecuencia depende de cómo actúa y piensa la gente alrededor de ellas: a esto lo llamamos “pensar socialmente”. Tercero, los individuos en una sociedad determinada comparten una perspectiva común sobre cómo entenderse a ellos mismos y cómo entender al mundo que les rodea: a esto les llamamos “pensar con modelos mentales.58
No hay duda que el supuesto del homo economicus está de salida; sin embargo, sigue campante en los textos que se utilizan en la enseñanza de la Economía dentro y fuera del país. La introducción de la definición ampliada es una invitación a que los interesados, al tenor de las nuevas evidencias empíricas, se dediquen a estructurar las nuevas formulaciones que crean menester.
ESTADO VS. MERCADO
¿Qué dice la evidencia empírica sobre esta polémica que no ha menguado desde los días de los mercantilistas y los clásicos? En 1991, el Banco Mundial en su informe sobre el desarrollo mundial de ese año, desde su inicio anuncia que en él se “sintetizan las enseñanzas obtenidas durante más de 40 años de experiencia en cuestiones relativas al desarrollo”. Y, en seguida, se pronuncia:
Una cuestión fundamental, y el tema principal de este informe, es la acción recíproca entre el Estado y el mercado. No se trata de una cuestión de elegir entre la intervención estatal y el laissez faire, dicotomía popular pero falsa [...]. No se trata de elegir entre el Estado y el mercado, sino de que cada uno de ellos tiene una función importante e irremplazable que cumplir59 (cursivas del autor).
En 1997, abundó sobre el tema. Empezó situando el Informe de ese año en el contexto de hechos tan trascendentales como
el desplome de las economías dirigidas de la antigua Unión Soviética y de Europa central y oriental; la crisis fiscal del Estado de bienestar en la mayoría de los países con tradición industrial; el importante papel desempeñado por el Estado en el ‘milagro’ económico de algunos países del Asia Oriental y el desmoronamiento del Estado y la multiplicación de las emergencias humanitarias en varias partes del mundo”.
Y luego agregó:
En este Informe se hace patente que el factor determinante de esos acontecimientos tan diversos ha sido la eficacia o ineficacia de los poderes públicos. Un estado eficaz es imprescindible para poder contar con los bienes y servicios —y las normas e instituciones— que hacen posible que los mercados prosperen y que las personas tengan una vida más saludable y feliz. En su ausencia no puede alcanzarse un desarrollo sostenible ni en el plano económico ni en el social. Aunque hace cincuenta años muchos hablaban en términos muy semejantes, esas ideas en general involucraban el protagonismo del Estado en el proceso de desarrollo. Lo que la experiencia nos ha enseñado desde entonces es bastante diferente: el Estado es fundamental para el proceso de desarrollo económico y social, pero no en cuanto agente directo del crecimiento sino como socio, elemento catalizador e impulsor de este proceso60 (cursivas del autor).
El cuadro 2.1 aporta más argumentos sobre la falsedad de la dicotomía en cuestión. En él se cruza la lista de los 12 países clasificados por el World Economic Forum (WEF) como los más competitivos del mundo en 2013, con datos correspondientes al tamaño de los gobiernos en cada uno de ellos, en 2012, tomados del Índice de Libertad Económica que anualmente