Activismo, diversidad y género. Laura Raquel Valladares de la Cruz

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Activismo, diversidad y género - Laura Raquel Valladares de la Cruz Biblioteca de Alteridades

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que tuvo como objetivo reunir una serie de trabajos que abordaran los retos y dilemas que conllevan las luchas de las mujeres por la autorrepresentación política y sus disputas para acceder a cargos de representación en los distintos niveles de gobierno, como son las estructuras municipales y en el Congreso de la Unión. Los textos están centrados en discutir y visualizar cómo las mujeres indígenas y no indígenas participan en la construcción del poder en los ámbitos locales, así como sobre la excepcionalidad de su participación en la Cámara de Diputados. Los tres estudios que integran este apartado muestran que independientemente del nivel de gobierno en el que las mujeres participen y sin importar las siglas partidarias con la que disputan un cargo de representación popular, su pertenencia étnica y de género son los ejes articuladores de su quehacer político.

      Los tres capítulos que integran este eje temático reflexivo, parten de elaborar una síntesis del sinuoso camino recorrido en los marcos normativos nacionales para arribar al principio de la paridad electoral, recientemente reconocida y ejercida en el ámbito nacional en todos los niveles de gobierno en las pasadas elecciones realizadas en el año 2018. Las autoras están interesadas en documentar experiencias personales y evaluar gestiones de gobierno, para dar cuenta de los enormes retos que enfrentan, primero como sufragistas y después como autoridades o legisladoras. Las experiencias de estas mujeres políticas dan nítida cuenta de los techos de cristal que deben resquebrajar y las enormes violencias que deben enfrentar para ejercer su derecho a participar en la arena pública. Tarea compleja, pues conocemos de sobra las resistencias de las estructuras partidarias para incorporar a las mujeres en sus planillas de candidatos y la larga cauda de simulaciones, corruptelas y violencias que se ejercen para evitar compartir el poder con las mujeres. Siendo este último uno de los principales retos en la arena política; el remontar la cultura patriarcal que continúa colocando a las mujeres en el espacio privado, como reproductoras de la vida, cuidadoras del hogar y el honor, a pesar de que las cifras señalan que su participación en la vida económica es importante, pues más de 30% de la fuerza laboral está constituida por mujeres y de acuerdo con los datos oficiales 30% de los hogares están encabezados por mujeres (Conapo, 2015).

      La participación de las mujeres en todos los niveles de la estructura de poder del Estado y en los espacios de toma de decisión son el resultado de un arduo y largo proceso de la lucha colectiva protagonizada por mujeres del país y de todo el mundo, por ello podemos afirmar que su presencia en el campo del poder y la política no es el efecto de una “voluntad política” o dádiva complaciente, es la consecuencia de décadas de disputar un lugar en la política y en la esfera pública. Destacan como actualmente, las mujeres indígenas toman la palabra en diversos escenarios de activismo político, pero al mismo tiempo este activismo las ha hecho objeto de violencias sin parangón. Es decir, son víctimas de la violencia por su activismo en la defensa de sus derechos como mujeres, en la defensa de sus territorios-cuerpo, lo que las coloca con “revoltosas”; esta violencia se ejerce también en el ámbito electoral, que se denomina “violencia política por razón de género”. Lo que significa que la paridad de género, como principio para garantizar “la igualdad” entre hombres y mujeres en el acceso a cargos de representación política no es la gran panacea, debido a que aún seguimos escuchando afirmaciones como “se toma en cuenta a la mujer porque es obligatorio”, “porque así está estipulado en la ley”. De estas problemáticas nos hablan las autoras Laura Valladares y Lizeth Pérez, quienes plasman que a pesar de los grandes avances en materia de paridad de género, esto no se traduce en una promoción y garantía de la igualdad entre los géneros; es decir, que en los cargos de representación pública las mujeres siguen siendo una minoría, por lo tanto, la voz de las mujeres indígenas en la toma de decisiones sigue quedando como un eco que se escucha al fondo de las tribunas del Congreso o de los municipios.

      En este sentido, la problemática que expone Laura Valladares alude a que el principio de la paridad de género se ha acotado a normar el derecho a la paridad electoral, pero aún falta mucho para atender la falta de mecanismos jurídicos para hacer efectiva y real (no solamente formal) la representatividad indígena para la edificación de una democracia plural en México. Reflexiona sobre la violencia política contra las mujeres durante el periodo electoral de 2018, y selecciona dos casos paradigmáticos para analizar las resistencias y la oposición de los partidos políticos para pluralizar el poder político en términos de género y étnicos. El primer caso estudiado es la renuncia de 67 candidatas a distintos cargos en el estado de Chiapas, y el segundo corresponde a la elección de l@s 13 diputad@s indígenas en la LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados para debatir la representación sustantiva en cuanto a la pertenencia étnica y la representación colectiva. La autora se centra principalmente en el perfil político de la diputada federal de origen mixteco, Irma Juan Carlos, electa en el distrito oaxaqueño de Teotitlán de Flores Magón, para dar cuenta del ensamblaje entre la defensa y compromiso con los derechos de los pueblos indígenas y los derechos de las mujeres indígenas. Para Valladares estos espacios de contienda electoral y de la participación de las mujeres indígenas, denotan, cuáles son los aportes, riesgos y retos, que significa ser minoría en el Congreso. Paralelamente, centrar la mirada en los cargos en el nivel municipal es relevante en el sentido de que son el orden de gobierno en donde el vínculo con los gobernantes o representantes se da cara a cara, existe una mayor cercanía y, en muchos casos, un mayor control y participación de los gobernados. En suma, los casos y seguimiento que nos presenta la autora acerca de la trayectoria de lucha y disputa de las mujeres para llegar a un cargo, dan cuenta de sus gestiones políticas, de algunos cambios muy positivos para la inclusión de las mujeres, pero también para mirar el techo de cristal que limita y entorpece sus gestiones.

      Por su parte, Lizeth Pérez se cuestiona ¿por qué hoy que tenemos una legislatura paritaria, las mujeres indígenas no han alcanzado una representación cuantitativa acorde con el porcentaje de mujeres indígenas en el país? Y reflexiona sobre los dilemas que dos legisladoras zapotecas han enfrentado durante sus participaciones en la LXIII Legislatura de la Cámara de Diputados, que corresponde a los años 2015-2018. Las trayectorias políticas de las dos legisladoras demuestran que el hecho de ser mujer indígena no implica necesariamente defender una agenda de carácter étnico, sino implica también promover una agenda comprometida con el avance del reconocimiento y ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas. En esta dirección, el reto se encuentra también, según Lizeth Pérez y Laura Valladares, en que la cultura machista hegemónica no se mueve o modifica, por ejemplo, solamente respetando las normas electorales que mandatan, desde 2018, la paridad horizontal y vertical en todos los cargos de representación en la estructura política nacional. Uno de los aportes de este trabajo es el documentar, a través de las iniciativas de ley que han presentado las legisladoras indígenas, cuáles son las temáticas que defienden, cuáles son sus contenidos, y en este sendero logra brindar una mirada cercana a los sentires e identidades de género y étnica que defienden las diputadas indígenas desde su espacio acotado y poco visible.

      Finalmente, en este eje temático, Dalia Barrera hace un recuento de cuatro lustros de su experiencia de investigación-acción en torno al acceso y desempeño de mujeres en los cargos de elección en el cabildo (presidentas municipales, síndicas y regidoras) en diversas entidades de nuestro país. Dalia ha sido una de las pocas antropólogas que han dedicado sus esfuerzos analíticos a reflexionar sobre las condiciones que promueven y limitan la participación de las mujeres en el espacio municipal. Ha dado seguimiento tanto a experiencias exitosas de gestión municipal en distintos estados de la república, así como a aquellos casos que son lamentablemente la mayoría, en donde las mujeres que son autoridades deben enfrentar una enorme cantidad de situaciones en las que han debido enfrentar todo tipo de violencias, estigmas, dobles jornadas de trabajo, acoso, entre otras muchas situaciones cuando han ejercido cargos en la estructura municipal. La autora retoma diversos conceptos como “mecanismos de exclusión”, “discriminación y acoso” y “violencia política” en el análisis de los testimonios y experiencias de las mujeres indígenas y no indígenas con las que ha trabajado. Una de las particularidades de la trayectoria de investigación de Dalia Barrera ha sido su trabajo con mujeres en el Grupo Interdisciplinario Mujer, Trabajo y Pobreza (Gimtrap), una asociación civil que promueve el enfoque de género, ofrece asesorías e impulsa

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