Después de final . Varios autores
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Después del final : el libro
El libro que el lector tiene en sus manos busca llenar algunos vacíos bibliográficos que existen en torno al rock colombiano y ampliar la literatura general desde un contexto latinoamericano. Si bien es cierto que se ha escrito bastante sobre jóvenes y rock en el contexto latinoamericano, las aproximaciones que sobre este se han hecho cuentan con dos características fundamentales que justifican, más aún, la necesidad de un análisis diferente. En primer lugar, durante de los noventa hay una explosión en la producción de música rock en toda América Latina, apoyada en gran medida por la aparición de MTV Latino y la emergencia de disqueras independientes que se encargaron de generar productos y canales de distribución de la música de los jóvenes rockeros. Por consecuencia, no solo devienen elementos clave en el mercado cultural, sino en objeto de interés académico que entonces empezaba a preguntarse por el lugar de los jóvenes en tanto agentes en el contexto latinoamericano. En segundo lugar, estas aproximaciones se realizaron, principalmente, desde un enfoque culturalista, que llegó a un punto taxonómico en sus estudios. Si bien es cierto que este libro tiene una gran influencia de los estudios culturales, de igual manera pretende trascender lo que estos mismos lograron un cuarto de siglo atrás.
La primera sección, “Colombia: los relatos de un rock inconcluso”, se abre con un trabajo de Ricardo Durán Paredes, editor de la revista Rolling Stone Colombia, en que el autor muestra cómo el efímero auge del rock en español de los ochenta en Colombia se ahogó entre el estallido de las bombas y el desinterés de quienes lo habían echado a andar. Los grandes eventos desaparecieron ante la amenaza terrorista y los músicos se refugiaron en los bares, donde empezó toda una escena que sacudiría el aburridísimo paisaje de nuestras ciudades. En esos bares, se gestaron los procesos de bandas como 1280 Almas, Aterciopelados, Superlitio, Estados Alterados, y muchos otros que estuvieron en las primeras ediciones de Rock al Parque. Allí empezó a moverse algo que todavía nos hace vibrar. Sin embargo, la violencia —musa horrible y catalizador— no fue el único factor que transformó nuestros sonidos en esa época. Este trabajo busca exponer una serie de factores que resultaron fundamentales en una década que cambió definitivamente nuestra música (no solo el rock) en términos artísticos y de industria. Entre estos factores, Durán se ocupa de la Constitución Política de 1991 (“El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural”), la apertura económica, la influencia de artistas como Carlos Vives, Aterciopelados, Richard Blair, Iván Benavides, Teto Ocampo, Pablo Berna y figuras pop apoyadas por grandes capitales (Marcelo Cezán, Marbelle, Shakira); indaga el papel que desempeñaron MTV Latino, Rock al Parque, Radiónica (la Frecuencia Joven de la Radiodifusora Nacional) y la masificación de estéticas “alternativas”. Durán muestra cómo, al finalizar los noventa, el rock colombiano se enfrentó a la llegada arrasadora de la música electrónica, MTV se dedicó a los realities, internet comenzó a consolidarse (sin que aún hayamos entendido sus implicaciones) y, en el nuevo siglo, empezaron a visitarnos con frecuencia grandes bandas y artistas internacionales. Todo eso puso a nuestros músicos en grandes aprietos, y hoy la mayoría de nuestras grandes bandas vigentes siguen siendo aquellas que surgieron y se consolidaron en los noventa, una década llena de transformaciones telúricas y fascinantes. Sergio Roncallo-Dow, Daniel Aguilar-Rodríguez y Enrique Uribe-Jongbloed abordan la reaparición y el fortalecimiento del movimiento rockero en Bogotá durante los ochenta y los noventa como un fenómeno que permitió la generación y consolidación de espacios de prácticas comunicativas y de ciudadanía a una juventud a la que, hasta entonces, se le reclamaba una presencia más activa y visible dentro de la sociedad colombiana. Se aborda el rock en Bogotá más allá del consumo mediático, que implica la generación de un habitus de clase, manifiesto a través de prácticas, usos, rituales y construcción de elementos simbólicos que generan tanto reconocimiento como exclusión del otro. El estudio aborda el problema desde las voces de los protagonistas de una escena cuya exploración es prácticamente nula y de la que quedan muy pocos registros de dominio público. Juan Pablo Acevedo, Darío Francisco Bernal y Juan José Bernal indagan los modos en los que el hardcore y el punk bogotano han producido perturbaciones en el discurso hegemónico de la escena rock local, a través de sus líricas, su estética y su puesta en escena a través de una serie de entrevistas realizadas a Darío Bernal, un representante de la escena rock de la capital, quien desde 1993 y hasta el día de hoy ha sido un participante activo de estos géneros. Desde allí, observan las lógicas discursivas contrahegemónicas y cómo estas se han ido de-construyendo a lo largo de su recorrido personal. Para esto, se hará un análisis de las letras de sus diferentes canciones y de su recorrido gráfico por las carátulas de los discos que él ha diseñado, por su propia estética corporal y del sonido particular que él y los demás integrantes de los diferentes grupos en los que ha participado, como Oprobio, Defenza, Compadres Recerdos, Chite Perro, Distracción, Vulgarxito, han construido en términos sonoro-estéticos. Siguiendo los relatos del rock colombiano, María F. Bernal y Alejandro Bohórquez se acercan a la escena del rock a partir del trabajo sobre el auge del rock industrial y electrónico en Colombia en las dos décadas anteriores. Muestra cómo en el nuevo milenio, Colombia experimentó muchos cambios políticos, económicos y, sobre todo, sociales, que influyeron en sus ámbitos artísticos, especialmente en el musical. En este marco, el rock colombiano no fue ajeno a estos cambios, dentro y fuera de las fronteras nacionales, que dio lugar a nuevos sonidos e hibridaciones. Aquí aparecen bandas como Koyi K Utho, Pornomotora, INFO y Neus. Cerramos esta primera sección del libro con el trabajo de Diego Santos Rubiano, quien se acerca al festival de Rock al Parque y muestra la relación entre el rock y la política pública de la cultura en la ciudad, así como ofrece elementos analíticos para abordar la consolidación de la práctica cultural de los músicos del género en la ciudad, la evolución de los lineamientos de la institucionalidad cultural y la disposición de escenarios para el rock bogotano desde los noventa. Santos Rubiano se adentra en las nociones del sector cultural, la configuración de dispositivos de acción para los agentes, la estructuración de capitales en el campo de producción cultural y la lectura de los impactos de las lógicas de producción, circulación y consumo, palpables en los enfoques del sector público y privado. La reflexión propuesta privilegia la perspectiva del músico de rock en la ciudad para referenciar tránsitos y periodos del género, las rupturas y continuidades en relación con la práctica cultural, la configuración de ámbitos y las formas de producción derivadas de condiciones particulares de asumir lo cultural y, en esencia, un relato fundamental para evidenciar la apropiación y crítica del género por parte de agentes vitales para el desarrollo del rock bogotano.
La segunda parte del libro engloba ocho trabajos que de manera amplia enmarcamos bajo el título “Historias, estéticas y teorías”. Abrimos esta sección con el texto de Nathalie Rondón y Daniel Suárez quienes se acercan a algunas bandas latinoamericanas de rock que, a lo largo de su historia musical, han reflexionado sobre los procesos de conquista y colonización que datan de 1492, para destacar lo que ha sido la lucha por lo indígena y lo autóctono de los territorios americanos. Esto se hace necesario en la medida en que las propuestas de estas bandas chocan con el papel benefactor que ha sido dado históricamente a los conquistadores españoles y a las diferentes olas de colonizadores, que, para muchos, siempre han venido a estos territorios a promover cierto tipo de políticas de progreso que hoy día podríamos catalogar como desarrollistas, pues han buscado imponer la cultura occidental en América Latina. Para su análisis, acuden a grupos de rock provenientes de tres países: México, país que se destaca por la notable presencia de grupos indígenas, con las bandas Café Tacvba y Panteón Rococó; Argentina, país con gran producción musical, con los grupos Los Fabulosos Cadillacs, Todos Tus Muertos, León Gieco y A.N.I.M.A.L.; finalmente, Colombia, por medio de las bandas Kraken e I.R.A. que dan cuenta de la vigencia de la colonialidad en la actualidad. Jair Vega y Juan Fernando Piñeres presentan los resultados de una revisión de la literatura sobre los estudios del rock, fundamentados en el concepto de capital simbólico, que introdujo Bourdieu en 1978 en el que trascendió la mirada meramente económica del capital y lo asoció con bienes