Redes sociales, cultura y poder. Larissa Adler-Lomnitz
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Figura 4: Diagrama de distancia social, desde el punto de vista de EGO, de clase media. El “compadrazgo” opera en el plano horizontal; la distancia social en este plano fluctúa según relaciones de compadrazgo. La distancia social vertical permanece relativamente invariable y tiende a impedir el “compadrazgo”.
Sahlins ha propuesto el siguiente modelo de variedades de reciprocidad: “En un extremo del espectro tenemos la ayuda voluntaria, la dádiva menuda de la relación familiar, de la amistad y de las relaciones entre vecinos, ‘dádiva pura’ para usar el término de Malinowski y que no admite ninguna estipulación abierta de reciprocidad. En el polo opuesto tenemos la expropiación interesada, sea por astucia o por fuerza. Estos extremos son notablemente positivos y negativos en un sentido moral. Los intervalos entre ellos no son solamente grados de equilibrio material en el intercambio, sino también intervalos de sociabilidad. La distancia entre los polos de reciprocidad, es entre otras cosas, la distancia social”.[9]
Las relaciones de “compadrazgo” chileno constituyen en primer lugar un espectro de reciprocidades institucionalizado en una sociedad urbana moderna. La Figura 4 representa el continuo de distancia social desde el punto de vista de una persona chilena de clase media. “El compadrazgo”, es decir, el intercambio recíproco de favores inducido por amistad, ocurre solamente en el eje horizontal que representa la membresía en la clase media. Las denominaciones que tipifican la distancia social dentro de la clase media (“amigos íntimos”, “amigo”, “conocidos”, etcétera) son categorías del ego que sirven para clasificar sus relaciones. Un individuo puede pasar de una categoría a otra: los conocidos se vuelven amigos, amigos cercanos y hasta parientes a través del matrimonio. Por otra parte, las relaciones de parentesco o de amistad también pueden enfriarse o romperse totalmente. Este tipo de movilidad horizontal difiere claramente del modelo tribal propuesto por Sahlins, en que un individuo es clasificado como miembro de la “familia”, “linaje”, “villorio”, etcétera. Una de las diferencias entre la situación tribal y el “compadrazgo” urbano reside en el criterio de clasificación de confianza, menos tangible y menos permanente.
Consideraremos ahora el tipo de servicios que se intercambian en la institución de “compadrazgo”. Aquí las posibilidades son tan variadas que resulta difícil establecer categorías generales. Sin embargo, existe una escala mental de favores que ego utiliza al encarar la necesidad de resolver un problema particular. El uso del “compadrazgo” para resolver problemas implica la operación de parear el diagrama de distancia social con el tipo de favor que se solicita (Figura 5), de manera que la estrategia de ego (¿cuál es el amigo más apropiado para solicitar el favor?) se encuentra claramente influida por la distancia social, tal como lo propone Sahlins.
Además, no hay una correlación puramente estática entre el tipo de reciprocidad y la distancia social; existe además entre ellos una influencia mutua. Si la distancia social determina el tipo de favor solicitado, esa misma solicitud y su correspondiente resultado podrán cambiar la posición de los dos amigos en la escala de distancia social: un conocido se vuelve amigo íntimo en la escala de distancia social: un conocido se vuelve amigo íntimo al prestar un servicio particularmente valioso. Por otra parte un amigo puede volverse un simple conocido a raíz de su incumplimiento de las expectativas que correspondían a su posición inicial en la escala de distancia social.
Figura 5: Diagrama de pareo o calce de favores con la distancia social. Un favor importante normalmente se solicita de una persona de mucha confianza. En cambio, un favor de menos importancia podría solicitarse hasta de un desconocido, bastando que exista un amigo común.
La movilidad horizontal en la clase media chilena depende pues del flujo de transacciones recíprocas dentro de la red social. La revisión de la distancia social es un proceso continuo. En la situación tribal analizada por Sahlins, la institución de reciprocidad estaba incrustada en una estructura social relativamente estática: la cercanía residencial y de parentesco determinaba el tipo, la frecuencia y los términos del intercambio. En las sociedades primitivas el parentesco es «el principio organizador o el idioma de la mayoría de las relaciones sociales y de grupos».[10] Por otra parte, en la clase media chilena el principio organizador es la distancia social (confianza) y su idioma es el de la amistad en un contexto urbano y moderno.
Además de la diferenciación de distancia social horizontal (intraclase) debemos considerar también la distancia social vertical (interclase). Una verdadera reciprocidad de amistad y favores (“compadrazgo”) se practica solamente entre iguales del mismo nivel social. Si hay intercambio de favores entre individuos de diferentes clases sociales el modo de intercambio es cualitativamente diferente y refleja diferencias de poder y posición.[11] Según si el servicio es del miembro de la clase baja o de la clase alta, observamos dos nuevas formas institucionalizadas de intercambio que discutiremos más adelante:
–redistribución según se observa en un tipo de cacique político;
–intercambio de mercado, por ejemplo el cohecho o el soborno.
En el primer caso los favores se intercambian por votos políticos; y en el segundo caso contra dinero.
Debido a la transición gradual entre la clase media y las clases sociales adyacentes, es posible observar transiciones paralelas entre el “compadrazgo” y otras relaciones y modo de intercambio. El siguiente ejemplo fue aportado por un alto funcionario del sistema de educación superior.
Cierta vez tuve necesidad de pedir un favor a una modesta secretaria en una oficina pública. El favor consistía en obtener una copia inmediata de cierto documento que normalmente me hubiera costado varias semanas obtener. La secretaria consintió y yo discretamente le ofrecí alguna compensación. Por supuesto que hubiera sido totalmente improcedente ofrecerle dinero abiertamente; sin embargo, yo tenía la mejor disposición de pagarle, imagínese mi sorpresa cuando la señorita sugirió que la invitara a cenar. Se trataba de una muchacha muy simple, pero naturalmente no era el caso de disculparme. A la noche siguiente apareció ella con una amiga; los tres fuimos a un buen restaurante y mis acompañantes ordenaron una gran comida, probablemente la mejor que nunca habían comido.
Este ejemplo –por cierto representa un caso poco común– sugiere las siguientes conclusiones:
–el funcionario ofreció una compensación inmediata ya que estimaba que la distancia social entre él y la secretaria era demasiado grande en un sentido vertical para entablar una relación de “compadrazgo”;
–por el hecho de rechazar un pago en dinero la muchacha se colocó al mismo nivel social que el funcionario;
–aceptó sin embargo un pago material, pero el pago fue retrasado en un día y consistió en una invitación personal.
De este modo la reciprocidad se ceñía en apariencia a la ideología de amistad de la clase media. Por supuesto que el consumo del pago terminó automáticamente la relación entre el funcionario y la secretaria.
En conclusión, el sistema de intercambio de favores y amistad llamado “compadrazgo” es muy generalizado en la clase media y es muy sensible a las diferencias