Teorizando desde los pequeños lugares. Roberto Almanza Hernández
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De otro modo, Yuri M. Gómez Cervantes analiza las ideas de Michael-Ralph Trouillot sobre la cuestión del Estado y la nación a partir de la experiencia de Haití, y pone en perspectiva la crítica al diseño de Estado-nación occidental. Sin embargo, se pone en el centro de la reflexión la relación entre el contenido de la nación y la discriminación y el racismo en una población como la haitiana.
Maria Antonieta Antonacci, a través de un estudio de los cantos de los brasileños del nordeste, muestra las estrategias de conservación de los saberes africanos en los pobladores. En la reflexión de la autora, las memorias ancladas en los cuerpos negros concentran una fuerte episteme oral que los muestra como un “archivo vivo”. De esta manera, el análisis centra su atención en el performance y las políticas de representación.
Este libro da brevemente un espacio para la discusión sobre los acercamientos y los alejamientos que puedan tener el marxismo y la teoría decolonial, consolidando la necesidad de pensar un ejercicio de traducción de dos universos teóricos que son indispensables para la crítica a la modernidad, al capitalismo y a las lógicas coloniales. En este sentido, Sonia Dayan-Herzbrun nos ofrece un texto en el cual ensaya la manera como el escritor keniano Ngũgĩ wa Thiong’o creoliza a Karl Marx, haciéndolo hablar y pensar desde un lenguaje en el cual los dominados encuentran los elementos para buscar su liberación. En correspondencia con esta problemática y de una manera crítica, Danilla Aguiar hace un recorrido histórico en el que sitúa cómo se fue posicionando la discusión sobre la decolonialidad en América Latina y la manera como esto significó no solo un rechazo del marxismo en algunos autores, sino un alejamiento de una propuesta revolucionaria de transformación y militancia política. Más que proponer un rechazo, en este texto se reconocen algunas cuestiones para el diálogo, como la apertura del marxismo en autores como Antonio Gramsci y José Carlos Mariátegui, quienes iniciaron el debate sobre uno de los conceptos que cruza el trayecto de gestación de los debates sobre la poscolonialidad y en buena medida la decolonialidad: la pregunta por el subalterno.
Adicionalmente, con el texto de Mariana Ortega se hace énfasis en la necesidad de cuestionar algunos supuestos que se hacen al trazar las genealogías, los cuales, como toda selección arbitraria, terminan excluyendo o invisibilizando aun de manera involuntaria otros trayectos, otras vías u otros esfuerzos que se han realizado para cuestionar la realidad en que vivimos. Así, la autora hace énfasis en esas prácticas decoloniales que han excluido o no toman en consideración la tradición crítica y el pensamiento de las mujeres chicanas.
En una línea que encuentra correspondencia con el señalamiento de Mariana Ortega, el texto de José G. Gandarilla Salgado ofrece una reflexión sobre Pablo González Casanova y su propuesta de colonialismo interno. En él se muestra no solo el legado que el sociólogo mexicano ha hecho en el ámbito de las ciencias sociales, sino que avanza en un análisis sobre la reformulación que realizó el propio González Casanova a la luz de los problemas que imponía el colonialismo global, abriendo un diálogo entre dos tradiciones que hoy se debaten en la región: el colonialismo interno y la colonialidad del poder.
El texto de Marcela Landazábal Mora muestra este aspecto de las prácticas de la inadvertencia no solo en los momentos de la enunciación o en la construcción de narrativas, sino también en el terreno de los procesos sociales que son negados por las visiones historicistas de derecha o de izquierda cuando estas se comprometen con el campo del poder. Así, la autora diserta sobre las implicaciones de la comunidad laosiana, y revisa también de manera crítica las categorías de lugar y diáspora para establecer la manera como debe comprenderse la inmigración de esta comunidad a países tan disímiles como Argentina y la Guyana Francesa después de la guerra de Vietnam. Los conflictos derivados de esa migración se muestran en este texto para visibilizar un proceso tan complejo como las relaciones entre Asia y América Latina y el Caribe.
Finalmente, el trabajo de Roberto Almanza tiene por objetivo central rastrear y analizar la emergencia histórica en que se produce la identificación con la figura de Ariel en el contexto latinoamericano, y cómo se produce el deslizamiento hacia Calibán como apropiación identitaria por intelectuales afrocaribeños —en un primer momento—, hasta convertirse en el símbolo caribeño y latinoamericano antiimperialista y descolonial. De igual modo, se examinan los rasgos que adquiere Calibán bajo la de-formación afrocaribeña, insistiendo en su vigencia como sujeto-negrx-monstruo y su potencia para pensar las teorías críticas descolonizadoras y las políticas radicales de los sujetos racializados y subhumanizados en el presente hacia su liberación.
Este libro ha sido posible gracias a varias voluntades que acogieron de manera entusiasta el llamado que les hicimos y pusieron a disposición sus textos, su conocimiento y su tiempo, así como de un grupo solidario de traductores que nos ayudaron en esta tarea. Por eso, queremos agradecer de manera especial a Rosario Torres-Guevara, Tania Santa Ana Saucedo, Armando Herrera López, Cédric Minne, Gerardo Juárez Vázquez, Edith Aurora Rebolledo Garrido y Miguel Ángel Adame Cerón, sin su esfuerzo y empeño en la traducción de varios textos, este libro no hubiese podido ver la luz.
Capítulo 1
Razón, raza y “el proyecto humano”: Sylvia Wynter. Sociogénesis y filosofía en las Américas
Michael Monahan
Cuando uno considera la historia y la condición contemporánea de las Américas en un contexto filosófico, no es posible (ubicándose en la buena fe) mantener los típicos refugios y desentendimientos a los que la mayoría de los filósofos recurre. De manera deliberada y consciente, al situar lo universal e intemporal de los conceptos de Ser, Verdad o Belleza en el contexto específico de las Américas se requiere que atendamos a los modos en los cuales las pretensiones constantes de la atemporalidad y la universalidad se han sostenido y legitimado a través de su violenta imposición en el escenario global. Así, la manera como las ideas y las prácticas de origen europeo se hacen dominantes en mayor o menor medida en el conjunto del hemisferio occidental, ha tenido más que ver con conquista, esclavitud y genocidio que con el recurso de la cultura o el poder de las ideas. Esto ha llevado a considerar con seriedad el lugar y el contexto de nuestro filosofar, en otras palabras, ha hecho recurrir al encuentro crítico con la particularidad de la práctica filosófica en el plano principal y en la aparición de diversas cuestiones muy serias acerca de la noción que existe en el planteamiento de la llamada filosofía del simplemente así o filosofía de la simplicidad.
Desde luego, está la cuestión de que las Américas nacieron de una violenta imposición en el momento del llamado encuentro colonial1, del que ellas emergieron como una rica fuente de terra nullius a ser conquistada y explotada. Así, una expedición que empujó para abrir el comercio con “el oriente” se transformó en una expedición de conquista y colonización. Asimismo, y de gran importancia en el contexto de la filosofía, el encuentro colonial fue una conmoción en el modo en que las gentes de los emergentes estados–nación europeos se concibieron a sí mismas y su lugar en el orden político, espiritual y natural.
Para tomar en consideración seriamente (y filosóficamente) la especificidad de las Américas, es una exigencia enfatizar en la violencia, la explotación, la esclavitud, la degradación medioambiental y el ethos general colonial de dominación, así como en la conquista y el destino manifiesto que fungieron como contexto y que moldearon las maneras como hemos concebido a la filosofía y a los filósofos. Ignorar, poner entre paréntesis o abstraerse del