Política económica para decidir en tiempos difíciles. Juan Carlos de Pablo
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Búsqueda de rentas
Basado en la experiencia argentina, al analizar las actividades de los empresarios, en de Pablo (1991) distinguí entre trabajar y estar ocupado. Lejos de constituir un juego de palabras, el empresario trabaja cuando dedica sus energías a averiguar qué quieren los potenciales demandantes, qué novedades tecnológicas aparecieron en su sector, en qué andan sus competidores, y está ocupado cuando le tiene que prestar atención a los economistas y a los abogados, no se pierde ninguna reunión de la cámara que agrupa a los productores de su sector, o vive pendiente de lo que se les puede ocurrir a los funcionarios que establecen y modifican las reglas de juego relevantes.37
Un elemental comportamiento maximizador les lleva a asignar su tiempo entre trabajar y estar ocupado, en función de la diferente rentabilidad esperada en cada actividad. ¿Por qué es esto importante? Porque el PBI real de un país aumenta, pero en serio, cuando a los empresarios les conviene más trabajar que estar ocupados.
Krueger (1974) modeló un caso particular de este principio cuando comparó los costos que tiene obstaculizar el comercio internacional vía aranceles, o a través de restricciones cuantitativas. En esta última alternativa el costo es mayor “porque el sector privado destina recursos a competir por las licencias”. “En este artículo acuñó el término rent seeking (búsqueda de rentas) (Lal y Snape, 2001),38 una actividad socialmente improductiva, pero privadamente lucrativa, que para lograr sus objetivos utiliza recursos humanos y materiales. Incluye actividades como el lobby, las coimas, etc… Siempre se pensó que la corrupción solo implicaba una transferencia de recursos, pero que no afectaba la producción. A la moderna teoría de la búsqueda de rentas también contribuyeron John R. Harris y Michael Paul Todaro, Yoram Barzel, Gordon Tullock y Richard Allen Posner” (Krueger, en Blaug y Lloyd, 2010).
El enfoque planteado por Krueger en 1974 es fácilmente generalizable, porque su planteo también es aplicable al caso de la promoción sectorial o regional, la aplicación de aranceles diferenciales, el control de los precios, el acceso al crédito o energía eléctrica racionados, entre otros.
Importa destacar que tanto el funcionario que acepta una coima para –por ejemplo– autorizar la importación de un bien sujeto a licencias arancelarias, como el importador que la abona, cometen un delito. Ahora bien, desde el punto de vista de la toma de decisiones, distribuir la responsabilidad total en partes iguales implica no entender la naturaleza del problema. Ejemplo: pensemos en un país cuyo gobierno les dice a los constructores de obras públicas que la única forma de tener trabajo pasa por “retornar” parte de lo que cobran a los bolsillos de los funcionarios. Dada la especificidad de la maquinaria (¿para qué otra cosa sirven los equipos que asfaltan caminos, sino para asfaltar caminos?), el empresario tiene dos alternativas: cerrar la empresa y despedir a todo el personal, o bien abonar los inevitables retornos. No hago apología del delito si parto de la base de que la enorme mayoría de los empresarios opta por la segunda alternativa.
Regulación
Los comportamientos “no angelicales” de los funcionarios difícilmente ocurran en el vacío. Cabe esperar que se desarrollen más cuando las circunstancias resultan propicias, por ejemplo, cuando la intervención estatal resulta necesaria. Tal el caso de la regulación de una economía, campo de estudio donde sobresale Jean Tirole, quien en 2014 obtuvo el Premio Nobel de Economía.
“La organización industrial (OI) estudia el ejercicio y el control del poder del mercado… Con frecuencia la esencia de la regulación consiste en asegurar que el inmerecido poder de mercado no se transforme en mayores precios. Tradicionalmente los reguladores se ocuparon más del nivel de los precios, que de su estructura” (Tirole, 2015). “En materia de OI, en 1951 Joe Bain planteó el paradigma estructura-conducta-performance. Durante la década de 1960 la escuela de Chicago sugirió una diferente relación causal… La teoría del oligopolio es el principal tópico en OI. Tirole jugó un rol fundamental en la transformación que sufrió durante la década de 1980” (Comité Nobel, 2014).
Antes de Tirole, la cuestión de la regulación se abordaba desde principios generales, igualmente aplicables a todas las actividades. Él mostró que las reglas generales pueden ser apropiadas en ciertas circunstancias, pero crean más problemas que soluciones en otras, por lo cual la regulación tiene que adaptarse a las circunstancias específicas de cada actividad… La teoría de la regulación avanzó notablemente gracias a la utilización de la Teoría de los Juegos y la del diseño de mecanismos. En ambos frentes se destacan las contribuciones realizadas por Tirole, porque más que nadie contribuyó a mejorar la comprensión de la OI en general, y las políticas públicas de intervención en particular. Creó un esquema unificado, basado en el análisis riguroso del comportamiento estratégico y el rol que cumple la información.
La moderna teoría caracteriza a la regulación óptima bajo hipótesis realistas referidas a la información que puede poseer el regulador… Este no puede fácilmente observar si la empresa regulada está minimizando los costos, o cuánto le costaría aumentar la calidad… Laffont y Tirole (1986) aplicaron las herramientas del diseño de mecanismos, tratando a la regulación como un caso de agente-principal, donde el “regulador” es el principal y el regulado el agente. En aquel momento los diferentes esquemas regulatorios eran objeto de calurosos debates, pasando de la regulación basada en la tasa de retorno (que desincentiva el cuidado de los costos) a la basada en el precio. Cuando el esquema se aplica a las empresas que producen muchos bienes, sirve para analizar las cuestiones de la calidad y el precio de entrada (de nuevos oferentes)… La regulación se da a través del tiempo, pero el regulador no puede comprometer eternamente las reglas del juego, y además existen los problemas derivados de la asimetría informática. Esto puede generar subinversión… Si un regulado trabaja muy fuerte, el regulador puede tomar los nuevos niveles como el piso desde el cual fijar nuevos objetivos… Por lo tanto los reguladores tienen que evitar solicitar “demasiada información”. (Comité Nobel, 2014).
“Los reguladores enfrentan una doble asimetría informática, porque tienen que lidiar simultáneamente con selección adversa y riesgo moral… Los fuertes incentivos requieren compromisos, lo cual a su vez requiere un organismo regulador independiente, protegido de la presión de la opinión pública… En muchos casos, ni el laissez-faire ni un sistema regulatorio bélico es lo indicado. Solo puede ser diseñado con ayuda del análisis económico… Los reguladores no deben aplicar de manera mecánica ideas antimonopólicas convencionales, en los casos en los que no corresponde” (Tirole, 2015).39
5. Finalizada la escritura de esta parte de la obra cayó en mis manos Persson y Tabellini (2000), libro que también se ocupa de la cuestión abordada aquí.
6. En un mercado monopólico los demandantes no tienen más remedio que “mostrar sus cartas”, en base a lo cual el único oferente elige la combinación de precio y cantidad que maximiza sus beneficios. De esta manera, la dirección causal va de la demanda y los costos a la decisión del monopolista.
7. Espero, en el sentido de la esperanza, que la futura inflación de la Argentina no invalide este ejemplo.
8. Tinbergen (1956) no se limitó a plantear el esquema de análisis entre objetivos e instrumentos, sino que también sugirió los que a su juicio constituyen “los fines de la política económica moderna, a saber: 1) mantenimiento de la paz internacional; 2) máximo gasto real per cápita con ocupación