Política económica para decidir en tiempos difíciles. Juan Carlos de Pablo

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Política económica para decidir en tiempos difíciles - Juan Carlos de Pablo

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      ¿Qué requisitos técnicos tiene que tener una política económica para ser exitosa? Ragnar Anton Kittel Frisch y Jan Tinbergen formularon esta importante pregunta generando una disciplina, dentro del análisis económico, conocida como la teoría de la política económica. Por lo cual, merecidamente, en 1969 se convirtieron en los dos primeros receptores del Premio Nobel de Economía.

      Nadie puede pensar que Frisch y Tinbergen creyeran que la política económica era una cuestión meramente técnica. Entre otras cosas, por las actividades que habían desarrollado. Frisch presidió el Instituto de Economía de Oslo desde su creación, en 1932, hasta su retiro en 1965. Asesoró a países en vías de desarrollo como la India y Egipto, y a fines de la década de 1940 viajaba tanto que entre los estudiantes de la Universidad de Oslo había un chiste, según el cual Frisch era un profesor “visitante” en dicha universidad. Y Tinbergen trabajó en la Oficina Central de Estadísticas de Holanda, en la Liga de las Naciones y en la Oficina de Planeamiento Central de Holanda. De su paso por esta última institución surgió Política económica (1956), con un claro antecedente en Tinbergen (1952).

      El valioso análisis que desarrollaron tiene que ver con la dis­tinción entre condición necesaria y suficiente. X es una condición necesaria para que exista Y, cuando si no existe X no puede existir Y, aunque X puede existir sin que exista Y. Ejemplo: se necesita un guante izquierdo para formar un par de guantes (condición necesaria), pero no se puede formar ningún par si solo existen guantes izquierdos.

      Pues bien, satisfacer los requerimientos técnicos es una condición necesaria para el éxito de una política económica, aunque no es suficiente. Los economistas profesionales tenemos ventaja comparativa en la identificación y cuantificación de los referidos requerimientos técnicos, mientras que los dirigentes políticos deberían tener ventaja comparativa en el resto de los factores que hacen que una política económica se pueda implementar y generar los resultados deseados.

      Flaco favor le hace la profesión a una sociedad si por prestarle demasiada atención a las consideraciones políticas e institucionales deja en un “cuarto o quinto” plano la cuestión de los requisitos técnicos.

      Teorema de Frisch-Tinbergen

      La literatura especializada denomina Teorema de Tinbergen a lo que, en rigor, debería denominarse Teorema de Frisch-Tinbergen (en adelante, FT), como reconoció el propio Tinbergen. En efecto, “al analizar de manera detallada la cuestión de los ‘grados de libertad’ del responsable de la política económica, dentro de los denominados ‘modelos de decisión’, Frisch clarificó las que ahora resultan ser reglas ‘clásicas’ referidas a la relación entre el número de objetivos y de instrumentos de una política económica… El resultado, asociado con Tinbergen, en realidad le pertenece. Como bien puntualizó Tinbergen: ‘El núcleo de la teoría presentada [por mí] no es sino una aplicación de la noción de modelos de decisión, introducidos por Frisch’… Lo que ocurre es que buena parte de los trabajos de Frisch circularon en versión mimeografiada” (Johansen, 1969).

      ¿Qué dice el referido teorema? Al respecto es muy importante diferenciar el contexto de certeza (y metas fijas), del de incertidumbre. ¿Certeza con respecto a qué? No al valor de los objetivos de política económica (ejemplos: las deseadas tasa de crecimiento del PBI, o la tasa de inflación), sino con respecto a la relación que existe entre determinada “dosis” de los instrumentos y el efecto resultante sobre los objetivos.

      En el caso de una matriz cuyos coeficientes estimaran el efecto que cada instrumento de política económica tuviera sobre cada uno de los objetivos de política económica, permitiría contestar el siguiente par de preguntas: 1) ¿qué dosis de cada instrumento de política económica habría que aplicar para lograr determinado nivel de la meta fija de cada objetivo de política económica?; y 2) ¿a qué metas fijas de política económica se puede aspirar dadas las dosis de los instrumentos que se pueden poner en práctica?

      Desde el punto de vista práctico esto último es muy importante. Quienes razonan en base a modelos que suponen que tanto los funcionarios como los agentes económicos saben todo, muchas veces acusan a los encargados de los equipos económicos de “sobredeterminar el sistema”, porque utilizan más instrumentos que objetivos. En la práctica esto es una tontería.

      ¡A quien tiene que ejercer una responsabilidad ejecutiva nunca le sobran instrumentos!, de la misma manera que al jefe de un escuadrón nunca le sobran municiones, tanques o soldados. De los muchos ejemplos que ilustran esta afirmación elegí uno que ocurrió en 1844, y que retomaré en el Capítulo 2. Cuando envió al Parlamento inglés un proyecto de ley de reforma bancaria, el primer ministro Robert Peel afirmó: “Hemos tomado todas las precauciones posibles. Pero ruego que si, a pesar de nuestras precauciones, hay que asumir responsabilidades, encontremos al hombre correcto en ese momento” (citado en Kindleberger, 1986). Peel no hizo la apología de la ignorancia, sino que alertó contra los múltiples escollos que enfrenta cualquier emprendimiento práctico, por más cuidadoso que haya sido el análisis que indujo a llevarlo a cabo.

      Interrogante: toda política antiinflacionaria, de la que en la Argentina tenemos múltiples ejemplos, busca eliminar el aumento sistemático del nivel general de los precios, aplicando una batería de medidas. ¿Por qué, por aplicación del teorema de FT, no se la intenta lograr utilizando un solo instrumento? ¿Por un problema de incertidumbre de la relación entre instrumentos u objetivos?

      Principio

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