Sobre delitos y penas: comentarios penales y criminológicos. Gabriel Ignacio Anitua
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La edición en castellano cuenta con un interesante prólogo de Raúl Zaffaroni que, a más de brindar argumentos propios de las sociedades latinoamericanas para enfrentar el discurso patibulario y la política punitiva, culmina por señalar la posibilidad de los que menos tienen de acceder al poder por medio del saber si es que pueden, saben y quieren usar lo único que tienen más que los que más tienen: el tiempo. Claro que ello solo será posible si la forma económica y la forma política que nos dominan no se ocupan de robar ese tiempo mediante la institución que paradigmáticamente ha creado para ello, y que en el “juicio” que hace Mathiesen resulta inapelablemente condenada.
23- Juicio a la Prisión. Una evaluación crítica, Thomas Mathiesen, Buenos Aires, Ediar, 2003 (traducción de Amanda Zamuner y revisión de Mario Coriolano. Prólogo de Raúl Zaffaroni). Comentario publicado en en la revista Delito y Sociedad, Buenos Aires/Santa Fe, Universidad de Buenos Aires y Universidad del Litoral, nº 21, 2005.
DARWINISMO SOCIAL Y EUGENESIA EN EL MUNDO LATINO (24)
La obra que se comenta es la trabajada elaboración a la que podemos acceder quienes no asistimos al workshop internacional “Darwinismo social y eugenesia: pasado y presente de una ideología”, llevado a cabo en Chascomús durante noviembre de 2004. Allí, los autores, estudiosos principalmente de la historia y de las ciencias biológicas, y provenientes de España, Brasil, Cuba y diversos sitios de Argentina, presentaron las comunicaciones que integran este libro.
El acierto del título logra que cualquier persona medianamente interesada en las consecuencias humanas, sociales y políticas del pensamiento eugenésico y del darwinismo social, repare en la importancia de esos dos elementos, igualmente herederos del pensamiento de Charles Darwin. Desde que este naturalista evolucionista publicara El origen de las especies en 1859 y La ascendencia del hombre en 1871, el pensamiento de Occidente, ya previamente imbuido de la idea de progreso, quedó atravesado por la técnica (biológica y sociológica) que lo llevaría en el siglo XX a cometer –o tener la posibilidad de hacerlo– atrocidades a escalas inimaginables en siglos anteriores. Señalar solo eso serí quedarse con una “media verdad”, expresión que, como bien señala uno de los autores de este libro, no es sino la forma de señalar un olvido entero. No puede dejar de recordarse que cuando Darwin alzó su voz, debió enfrentar intolerantes ataques de aquellos que confiaban en la creencia más que en la ciencia. Si nos atenemos a lo que reflejan ciertas encuestas, aún hoy en los países más desarrollados de la Tierra las ideas del biólogo inglés no han logrado superar, en número de estudiantes de nivel primario que las reciben, a las explicaciones de aquellos que siempre renegaron del contenido liberador e igualitario de la modernidad y su racionalidad.
Adorno y Horckheimer, en el prólogo a la Dialéctica del Iluminismo, advertían que “si la reflexión sobre el aspecto destructor del progreso es dejada a sus enemigos, el pensamiento ciegamente pragmatizado pierde su carácter de superación y conservación a la vez, y por tanto también su relación con la verdad. En la misteriosa actitud de las masas técnicamente educadas para caer bajo cualquier despotismo, en su tendencia autodestructora a la paranoia popular, en todo este absurdo incomprendido se revela la debilidad de la comprensión teórica de hoy”.
El presente libro puede resultar una herramienta útil para comprender las historias de pensamientos que, por otro lado, siguen presentes bajo distintos ropajes. Bajo la etiqueta de “darwinismo social” se ocultaban desde su origen distintas versiones. De hecho, estos pensamientos que eran tanto de un tradicionalismo conservador como de un cientificismo progresista, preexistían a la obra de Darwin (Girón remite en el libro su origen a la influencia de Malthus) y permitieron que en ese ambiente surgiera el sustantivo que no conoce un inventor, pero que es aplicable, también con el adjetivo “social”, al célebre biólogo. Lo cierto es que dentro de esas ideas podemos encontrar a defensores de un organismo social ya fijado o a sus más notables críticos –liberales, socialistas o anarquistas– y, desde luego, el germen del cual surgieron las diferentes corrientes de la sociología y de la denominada “criminología”. La “eugenesia” aparece más claramente delimitada desde la creación, en 1883, de tal término por parte del sobrino del mismo Darwin, Francis Galton. Este complemento práctico e individual del darwinismo social, su técnica, sería propicio para sumar a la selección natural una selección artificial, que resulta conocido a lo que llevó en el mundo dominado por los imperios de habla inglesa y, finalmente, en el mismo centro de Europa. El libro trata de comprender, desde distintas perspectivas, de qué maneras ambos términos fueron introducidos y utilizados en el mundo latino.
Se divide el libro en cinco partes: “Darwinismo como ideología”; “Eugenesia como ideología”; “Eugenesia en políticas de Estados”; “Darwinismo, eugenesia y estigmas de la otredad”; y “Darwinismo y eugenesia en campos disciplinares”.
La primera de ellas se inicia con el artículo de un estudioso del anarquismo, Áñvaro Girón Sierra, quien en “Darwinismo, darwinismo social e izquierda política (1859-1914)” demuestra la línea de continuidad entre Malthus, Darwin, y un darwinismo social en el que aparecen Spencer, Lamarck, Haeckel, Taine, Nietzche, Nordau, Lombroso, marx, y los más “científicos” de los anarquistas (como el español Lorenzo). La interpretación social-igualitaria y la elitista de los años señalados, así como una optimista y otra pesimista –la primera en los años iniciales y la segunda a medida que se aproxima la Gran guerra–, eran todas posibles en tanto la inserción original de la idea de Darwin en un esquema burgués y británico se convirtió luego en un lenguaje común o colectivo que podía ser apropiado por cualquiera que quisiese imponer sus ideas, y también por las clases populares.
El biólogo argentino Eduardo Wolowesky en “La sociobiología en cuestión: sobre el determinismo biológico y la libertad humana” analiza la presencia de ese originario pensamiento elaborado por Darwin en una disciplina de nuestros días, denominada “sociobiología”: la crítica que le formula es oportuna puesto que pone en evidencia una situación similar a la que existía hace unos cien años en torno al determinismo y su comprobación científica. El debate en realidad no era tal entonces, ni lo es ahora. El conocimiento científico siempre fue refractario al intenso debate público sobre sus fundamentos y sus consecuencias.
También se refiere a esta continuación de la mirada sobre la biología como ciencia autonomizada de las condiciones políticas y sociales el artículo “Ciencia, tecnología y sociedad: diversidad y complejidad en la biología contemporánea” de Alicia Massarini. El desafío frente al auge que el pensamiento darwinista ha experimentado con la genética es el de oponer un pensamiento de la complejidad desde la pluralidad disciplinaria, según esta autora.
La conocida investigadora Raquel Álvarez Peláez comienza la segunda sección con “Eugenesia, ideología y discurso del pdoer en España”. Las herramientas foucaultianas le resultan útiles a la autora para trazar una genealogía de la eugenesia en los siglos XVII y XVIII, así como su universalización en el XIX, cuando también aplica el análisis “biopolítco” del filósofo francés y de los anglofoucaultianos. Tras el repaso de las ideas de los frenólogos, alienistas e higienistas del mundo, descubre que la eugenesia tuvo una temprana acogida en España (particularmente en la más desarrollada y laica Cataluña, en la que había seguidores de Galton, el autor más estudiado por Álvarez Peláez). La enorme cantidad de publicaciones científicas, y su apropiación