Luis Enrique Nieto Arango: reminiscencias de un rosarista. Kevin Hartmann

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Luis Enrique Nieto Arango: reminiscencias de un rosarista - Kevin Hartmann Ciencias Humanas

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general.

      Hoy en día, el Patronato tiene funciones más bien simbólicas y protocolarias; sin embargo, conserva una muy importante, que es la de ser el árbitro final en caso de que, durante la votación para elegir al rector, ninguno de los candidatos tenga las dos terceras partes de la votación. Es decir, si hay dos candidatos y ninguno cuenta con la mayoría requerida, pues el asunto debe someterse a consideración última del patrono. También tiene la función de presidir las ceremonias cuando viene, por ejemplo, a la consagración de colegiales y del rector; confirma la escogencia de los colegiales y del colegial mayor, y, en un momento dado —y hasta hace poco—, el patrono debía dar el visto bueno para la enajenación de bienes inmuebles del Colegio.

      Pienso que la figura del patrono, que tiene toda una explicación histórica en el pleito de los dominicos con fray Cristóbal, de todas maneras, ha sido muy importante y muy útil en la historia del Rosario.

      Otro símbolo importante en el Colegio es, justamente, la figura de los colegiales, que no deja de ser única en los sistemas universitarios.

      Cuando uno estudia la historia de la creación de las universidades en el medioevo, se da cuenta de que existieron dos orígenes: la universidad formada por los propios estudiantes que se reunían y escogían a sus maestros —y, por lo mismo, a sus directivos—; y, por otra parte, la universidad que era convocada por los maestros que llamaban a sus discípulos y los convertían en una comunidad; es decir, una formación proveniente desde abajo hacia arriba, y otra, de arriba hacia abajo. El Rosario corresponde al primer modelo.

      Hay ejemplos como el del Colegio de San Clemente, que hace parte de la Universidad de Bolonia, o el del arzobispo de Fonseca, en Salamanca, que corresponden al primer modelo. O, la Universidad de París, que se fundó de acuerdo con el segundo modelo.

      ¿Y esa figura cómo ha evolucionado con el tiempo?

      Creo que esa figura fue muy importante siempre. En el Aula Máxima hay un personaje: Enrique de Caldas Barbosa, pintado por Gregorio Vásquez, quien fue el primer colegial que llegó a ser rector. Entonces uno ve que hubo cierta continuidad al elegir a esos personajes, que, a pesar de ser formados para la burocracia del Imperio, de todas maneras, los seguían tomando en cuenta en el Rosario para continuar la tarea del fundador. Es decir, bien habrían podido nombrar a otras personas. Sin embargo, la institución de la colegiatura siempre ha buscado la permanencia de la idea de fray Cristóbal, la continuidad de ese legado.

      Curiosamente, en la época de la Regeneración, los rectores que se eligieron no fueron colegiales; es más, ni siquiera eran rosaristas, y eso trajo problemas.

      En últimas, yo creo que la colegiatura ha permitido esa continuidad de la idea del Rosario como ente autónomo y muy particular.

      Finalmente, doctor Nieto, hablemos sobre la figura de La Bordadita.

      La figura de La Bordadita como símbolo del Rosario tiene que ver con esa discusión que mencionamos sobre el inmaculismo. Lo que yo entiendo es que en el fondo de la devoción a la Virgen María hay una reivindicación del papel de la mujer, que hoy es una cosa indiscutible, y en el Rosario, concretamente, una realidad: la población estudiantil es mayoritariamente femenina.

      También tiene que ver eso con una actitud muy hispánica. En España no existía la Ley Sálica, que era una ley entre los francos y las tribus germánicas que impedía que las mujeres accedieran al poder. Es decir, España era una excepción en Europa, porque allí las mujeres podían ser reinas. Pues, de hecho, la conquista de América se hizo bajo Isabel la Católica y la unificación de España se dio gracias al matrimonio de Isabel la Católica y Fernando de Aragón. Creo que detrás de la devoción a La Bordadita hay elementos históricos muy de fondo en esa representación de la mujer como un símbolo importante en el Rosario.

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      Virgen de La Bordadita.

      La Bordadita es una de nuestras leyendas más queridas. Se dice que fray Cristóbal de Torres la trajo y que fue bordada por la reina Margarita de Austria, que era la mujer de Felipe III. Pero parece que eso no es históricamente acertado, porque, cronológicamente, fray Cristóbal no tuvo relación con esa reina.

      Después se dijo que la había bordado Mariana de Austria, que era la esposa de Felipe IV; de hecho, Elkin Saboya publicó hace poco un informe muy completo en la Revista (Nova et Vetera) sobre este tema, mostrando cómo esa idea de que la reina había bordado a esa virgen y se la había entregado al Rosario es una idea del siglo XIX.

      De todas maneras, monseñor Carrasquilla mandó a hacer un retrato de Margarita de Austria, que es el que está en la vicerrectoría, retratada por un pintor de la Escuela de La Sabana a principios del siglo XX: un español que se llamaba Enrique Recio y Gil, y que era una copia del cuadro que está en el Museo del Prado.

      Independientemente de la autoría y del origen, la idea de ese símbolo es exaltar la Inmaculada Concepción de María, y por eso hay varias Bordaditas. Está la de la Capilla, la del Aula Máxima, la de la Quinta de Mutis —que fue bordada por Josefa Vergara y Caicedo en 1786— y la del despacho del rector —que es la que tiene la Cruz de Boyacá—.

      De todas maneras, es un símbolo muy pertinente, en la medida en que refleja una devoción del fundador por la Virgen, y que, por lo demás, tiene su trascendencia teológica e histórica con la idea de la Inmaculada Concepción.

      Por eso la devoción de los estudiantes por la Virgen, a la que le encomiendan los exámenes de final de año…

      Claro. Y que hace milagros, sin duda alguna los hace. Porque yo sí creo que el Rosario es como un milagro. Dentro de esa fragilidad que son nuestras instituciones, el hecho de que el Rosario se mantuviese incólume y haya logrado sobrevivir a tantos problemas e inconvenientes durante tanto tiempo, pues yo creo que la Virgen de la Bordadita ahí tuvo que habernos dado una mano.

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