La vida de los Maestros. Baird T. Spalding

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La vida de los Maestros - Baird T. Spalding Colección Nueva Era

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irse porque vio que el pueblo comenzaba a idolatrar su persona en lugar de amar el ideal que él representaba. Querían hacer de él un rey. El pueblo no veía más que una cosa, y es que Jesús les proveía de sus necesidades materiales.

      »No había nadie que reconociera tener en sí mismo el poder de proveer a sus necesidades y se sirviera de él, como Jesús. Dijo entonces: “Es bueno que yo me vaya, ya que si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros”. En otros términos, en tanto que uno se concentra sobre la persona de Jesús, no se reconoce su propio poder. Si uno cuenta con el otro, hace un ídolo en lugar de expresar su ideal».

      Fuimos testigos de curaciones extraordinarias. Para algunos enfermos era suficiente con atravesar el templo para ser sanados. Otros pasaban allí un tiempo considerable. Nadie oficiaba jamás. Parece que era inútil oficiar, porque las vibraciones de la Palabra viviente eran tan eficaces en el templo, que toda persona que entraba en su zona de influencia sentía sus beneficios. Vimos traer a un hombre aquejado de acromegalia. Sus soldaduras óseas se curaron por completo al cabo de una hora, y pudo ponerse en pie y caminar. Trabajó seguidamente cuatro meses para nuestra expedición. Otro había perdido todos los dedos de una mano y le fueron repuestos. Un niño pequeño con el cuerpo deforme y miembros paralizados fue curado instantáneamente y corrió fuera del templo. Casos de lepra, ceguera, sordera y otros fueron curados. Tuvimos la ocasión de observar a un gran número de ellos dos o tres años más tarde. Su curación persistía. Cuando no era más que temporal, se nos dijo que era a causa de una falta de visión espiritual.

      X

      Al regreso a nuestro cuartel general de Asmah todo estaba dispuesto para la travesía a las montañas. Después de una jornada de descanso, cambiamos de porteadores y monturas y emprendimos la segunda parte de nuestro viaje. Se trataba de franquear la cadena himaláyica.

      Los acontecimientos de los veinte días siguientes no presentaron ningún interés especial. Emilio nos habló de la Conciencia de Cristo. Nos dijo: «Es por el poder de nuestro propio pensamiento puesto en acción que podemos expresar y volver tangible la conciencia de Cristo. Por el poder del pensamiento, podemos hacer evolucionar nuestros cuerpos hasta un estado tal que no conocemos más la muerte, donde no habremos de sufrir más el cambio de la muerte. Por el proceso del pensamiento, por la Conciencia interior del Cristo, podemos transmutar nuestro entorno y nuestras condiciones de vida. Todo ello se hace por el poder dado al hombre de concebir un ideal y de realizar el objetivo correspondiente. Es necesario ante todo saber, percibir, creer por la fe que Cristo está en nosotros. Es necesario seguidamente comprender el verdadero sentido de la doctrina de Jesús, mantener unido a Dios nuestro cuerpo espiritual hecho a su imagen y semejanza. Es necesario fundirlo en el cuerpo perfecto de Dios, ya que es así fundido como Dios nos ve. Entonces habremos idealizado, después concebido y manifestado el cuerpo perfecto de Dios. Habremos verdaderamente “nacido de nuevo” en el Reino del Espíritu de Dios y formado parte de él. Pensando de esta manera, uno puede reintegrar todas las cosas a la Sustancia Universal de donde han salido y retirarlas perfectas en su forma exterior de manifestación. Se las mantiene en pensamiento, en estado perfecto, puro y espiritual, después se baja su ritmo de vibración y ellas se manifiestan bajo una forma perfecta. Por este proceder, se puede retomar todas las falsas creencias, y todos los viejos errores, todos los pecados de nuestra vida, buena o mala. Poco importa el montón de errores, de dudas, de incredulidad o de temores que han sido erigidos en nuestro camino por nosotros mismos o por otros. A todas esas cosas podemos decirles: “Os devuelvo al gran Océano del Pensamiento Universal, en la Sustancia Cósmica de donde todo proviene, donde todo es perfecto y de donde habéis salido. Disolveos, volved a ser los elementos que han servido para crearos. Ahora, yo os hago salir de esta pura sustancia, perfectos tal cual Dios os ve. Os mantengo en este estado de perfección absoluta. En el viejo orden de cosas, os había hecho salir imperfectos, por lo tanto vuestra manifestación era imperfecta. Comprendiendo la verdad, os reproduzco ahora perfectamente como lo sois a los ojos de Dios. Habéis nacido de nuevo en estado perfecto. Y así es”.

      »El divino alquimista interior, toma a su cargo lo que aportáis. Transmuta, refina, perfecciona lo que vosotros le entregáis después de haberlo manifestado bajo la forma imperfecta. Es lo mismo para vuestro cuerpo, que es transmutado, refinado, perfeccionado. Dios lo vuelve incorruptible, gozosamente perfecto, hermosamente libre. Tal es la perfecta conciencia de Cristo en todos y para todos. Es la vida “secretamente escondida en Cristo con Dios”».

      En la mañana del 4 de julio, llegamos a la cima del puerto. La víspera por la noche, Emilio estimó que merecíamos un día de descanso y que ninguna fecha era más indicada que aquella. En el desayuno nos dijo: «Estamos a 4 de julio, fiesta aniversario de vuestra independencia. Este día viene maravillosamente a propósito. Siento que tenéis algo de confianza en nosotros y voy a hablar libremente. En algunos días se demostrarán definitivamente que mis afirmaciones son exactas.

      »Nos gusta pronunciar el nombre de vuestro país, América, y el de sus habitantes, los americanos. No sabréis nunca la alegría que me da en este día tan importante estos momentos de conversación con americanos que puedo ver cara a cara y que han nacido sobre ese gran territorio. Para algunos de nosotros ha sido un privilegio haber visto nuestro país mucho antes de la partida de la memorable expedición de Cristóbal Colón. Hubo otras tentativas de descubrimiento que fracasaron. ¿Por qué? Simplemente por falta de esa cualidad divina: la Fe. El valiente, el creyente, capaz de realizar su visión no había aparecido todavía. Un día se le introdujo en el alma la certidumbre de que la tierra era esférica y que debía haber en las Antípodas una superficie emergida equivalente a aquella ya conocida. Rápidamente, nosotros vimos que una nueva época histórica comenzaba a desarrollarse.

      »Solo el Gran Omnipotente, Dios, que observa todas las cosas, podía despertar este grano de fe en el alma de Colón. Estas fueron las primeras palabras del explorador el día que se presentó ante la reina de España, rehusando inclinarse ante las autoridades: “Reina bienamada, estoy firmemente convencido de que la tierra es redonda y deseo embarcarme para demostrarlo”. No sé si os dais cuenta, pero esas palabras estaban inspiradas por Dios, y Colón fue clasificado entre las gentes dedicadas a ejecutar aquello que emprenden.

      »Así empieza el desarrollo de una larga cadena de acontecimientos, de los cuales tuvimos visión algunos años antes. Todo no nos fue mostrado, pero sabíamos bastante como para poder seguir el hilo. No imaginábamos las maravillas casi increíbles que debían cumplirse en pocos años. Pero aquellos de nosotros que tienen el privilegio de haber vivido todo este período, comprenden perfectamente que los prodigios todavía más sorprendentes están en reserva para vuestra nación. Ha llegado el momento en que despierten al conocimiento de su verdadero rol espiritual. Tenemos el deseo de hacer todo lo posible por ayudaros a realizarlo.

      »Parece que si los Maestros se interesan en nosotros, es a causa de su gran deseo de ver a América aceptar la Conciencia de Cristo y tomar conocimiento de sus posibilidades. Creen que este país ha sido fundado sobre bases espirituales y que está, en consecuencia, destinado a guiar al mundo en su desarrollo espiritual».

      Emilio continuó: «Pensad que el descubrimiento de América resultó de un pequeño grano de fe plantado en el alma de un solo hombre, en el cual quedó libre para desarrollarse, las consecuencias son inimaginables. Colón fue considerado en su tiempo como un soñador estéril. Pero aproximaos todos al lugar donde creemos que de los sueños de ayer devienen las realidades de hoy. ¿Quién puede adjudicarse un logro sin haber sido tachado de soñador? Colón ¿soñaba realmente? ¿No se trataba de ideales del Gran Pensamiento Cósmico, concebidos en el alma del que los manifestó como grandes verdades? Colón partió sobre un océano inexplorado, teniendo en su conciencia la clara visión de las tierras de ultramar. Yo no sé si entrevió la preeminencia futura del continente que iba a descubrir, así como el nombre de América que debía llevar. Ese fue más bien un atributo de los hombres de la segunda etapa. De cualquier manera la pregunta subsiste: ¿Se trataba de una visión o de un sueño?

      »Nosotros

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