La vida de los Maestros. Baird T. Spalding
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Читать онлайн книгу La vida de los Maestros - Baird T. Spalding страница 12
»Los hombres que ya han llegado, son aquellos que tenían, conscientemente o no, la más grande fe en Dios. Pensad en esta alma partiendo hacia un océano todavía inexplorado, en sus penas, sus pruebas, sus descorazonamientos, pero pensad también que vivía con una idea maestra en sus pensamientos: aquella del fin a alcanzar.
»Los acontecimientos siguieron una marcha siempre ascendente hasta el día en que un puñado de hombres embarcaron en el Mayflower buscando la libertad de adorar a Dios a su manera. Pensad: “A su manera”. A la luz del espíritu y de los acontecimientos que sucedieron, ¿comenzáis a comprender la verdad? La empresa de esos hombres ¿no sobrepasó a su pensamiento? ¿No os apercibís que la mano del Gran Omnipotente planteaba sobre la escena? Después vendrían los días sombríos, en que parecería que las primeras colonias iban a ser aniquiladas. Pero cuando Dios ha puesto su mano en una obra es necesario que triunfe. Después vino el gran día, cuando fue firmada la Declaración de la independencia, el día de la elección entre Dios y los opresores. ¿Quién ha prevalecido? Las luchas de un pequeño número de hombres durante esos días y sus firmas sobre el documento marcando una de las más grandes fechas de la historia desde la venida de Jesús a la tierra.
»Después los primeros golpes de la Campana de la independencia resonaron. Lo creáis o no, nosotros lo percibimos casi como si hubiésemos estado cerca de la campana. Esta amplificó y expandió las vibraciones emanantes de ese pequeño centro con una fuerza que los hizo penetrar un día en los rincones más oscuros y alejados de la tierra. Las conciencias más tenebrosas se encontraron iluminadas.
»Considerad las pruebas y vicisitudes que han preparado este acontecimiento. ¿No se trata del nacimiento de un niño Divino? Ved las grandes almas que han osado avanzar para respaldar al niño. ¿Qué hubiera ocurrido si ellas hubieran perdido su coraje? Pero no perdieron su valor, y ¿qué pasó? El nacimiento de la nación más grande de toda la tierra. Sus pruebas y sus tribulaciones muestran su estrecha alianza con el alma de Jesús de Nazaret en su expansión. Uno puede asimilar las firmas de la Declaración de Independencia a los Magos de Oriente, que vieron la estrella simbólica del nacimiento del niño en el pesebre, la Conciencia del Cristo en el hombre. Los hombres de los tiempos modernos perciben la estrella con la misma certeza que aquellos de la antigüedad. Cuando uno rememora el documento está fuera de duda que cada palabra fue inspirada por Dios. Reflexionad un instante. La Declaración de la Independencia no tiene paralelo en la Historia. No hay ningún documento similar del cual podría haber sido copiado. ¿Podéis dudar, acaso de que haya salido de la Sustancia del Pensamiento Universal? Forma parte de un gran plan creador en curso de manifestación. Y hay indudablemente una continuación de la ejecución del gran plan.
»La divisa “E pluribus unum”, adoptada durante los emocionantes días de las etapas sucesivas de la evolución del país, es una expresión imaginada directamente salida del Espíritu de Verdad. Ciertamente no emanaba mecánicamente del pensamiento de los norteamericanos. Después de la frase emblemática “In God we trust” (En Dios confiamos), muestra la más ardiente confianza, la fe en Dios, creador de todas las cosas. En fin, el águila fue elegida por emblema, el pájaro macho y el hembra, completo en la unidad. Eso ilustra la profunda espiritualidad de aquellos hombres, o en todo caso su capacidad de construir más perfectamente que los que pensaban. No hay duda de que fueron guiados por la autoridad creadora del Espíritu de Dios, ¿Eso no presagia a caso que Norteamérica está predestinada a guiar al mundo entero?
»La historia de vuestra nación no tiene paralelo en la tierra. Se puede notar cada una de las etapas sucesivas que la han llevado a su perfección. Alguien que no fuera un Maestro del Pensamiento no hubiera sabido provocar semejante desarrollo. ¿Dudáis vosotros que el destino del país sea guiado por el Gran Dios Omnipotente?
»El grano de mostaza es una de las más pequeñas semillas. Por tanto tiene poder (la fe) de saber que posee la capacidad de expresar el mostacero, el más grande de todos los arbustos. Cuando se vuelve árbol, los pájaros pueden vivir en sus ramas. Lo mismo que el grano sabe que puede exteriorizar la planta, lo mismo nos es necesario conocer nuestro poder interior de expresar nuestro ser más grande. Contando esta parábola, Jesús hacía alusión a la cualidad de la fe y no a la cantidad. “Si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a una montaña: Sal de aquí, ponte allá, y ella lo hará y nada os será imposible”.
»Las más frágiles semillas de adormidera, las semillas de los banianos más colosales, los bulbos, los esquejes y todas las verdaderas semillas saben por fe que pueden expresar el gran ser de su especie. Del mismo modo es necesario que nos representemos interiormente una imagen exacta de aquello que nosotros queremos expresar. Debemos perfeccionarla de hora en hora por una preparación interior antes de que su perfección se manifieste. Jamás una flor en eclosión se expande completamente sin un esfuerzo preparatorio de perfeccionamiento interior. En un momento dado la yema está confinada en el interior de los sépalos, del sentido de sí misma, del egoísmo. Cuando acaba su perfección interior, eclosiona en su belleza.
»Es necesario que el grano puesto en la tierra renuncie a sí mismo para crecer, desarrollarse, multiplicarse. Es necesario también que renunciemos a nosotros mismos para llegar a desarrollarnos. Para que el grano crezca, es necesario que su envoltura haga eclosión. Lo mismo para comenzar, es necesario que haga eclosión nuestra envoltura de limitaciones. Cuando nuestro perfeccionamiento interior sea acabado, nos expandiremos intensamente en nuestra belleza a semejanza de la flor.
»Esta ley vale para una nación, como para un individuo. ¿No podéis imaginaros a una nación donde la conciencia del Cristo hubiera llegado a su pleno desarrollo y donde los habitantes emprendieran cualquier cosa colectivamente? Ello se traduciría seguramente en un bienestar general, ya que el corazón de un gobierno echa verdaderamente raíz en la conciencia de los gobernados.
»Al no haber comprendido su propia importancia espiritual, vuestra nación ha cometido graves errores en el curso de su historia. En su gran mayoría está sumergida todavía en el materialismo. Sé bien que grandes almas han guiado sus destinos, mas yo sé también cuán poco sus obras han sido apreciadas en vida. Hasta aquí, vuestro camino ha sido duro, áspero y pedregoso, porque vuestros ciudadanos tienen concepciones limitadas y se han apoyado para trabajar en sus pensamientos materialistas. Y si embargo, ¿qué maravilla no han realizado? Pero, ¿cuánto más no habrían de haber realizado y más grande, si hubieran comprendido y aplicado el sentido espiritual profundo del mensaje? En otras palabras, prodigios increíbles serían revelados hoy si el Cristo hubiera sido colocado en la proa de vuestro navío gubernamental, y si cada uno hubiera podido como Jesús ver que en verdad el Cristo está en todos y no hacen más que uno. Ese día de gloria llegará cuando se haya comprendido el sentido espiritual profundo de la divisa “E pluribus unum”. Uno para todos, todos para uno, es una de las grandes leyes de Dios. Así es expresada por la multitud.
»Considerad entre todas las naciones aquellas que han durado más largo tiempo. Habrían durado siempre, si no hubieran permitido que se insinuara el materialismo y disgregara progresivamente su estructura. Vino un tiempo en el cual cayeron por la anomalía de su propio peso, o bien fueron consumidas por haber usado mal la ley que les había dado nacimiento.
»¿Qué pasa cuando llega una cada tal? El principio, la parte de Dios es preservada hasta que los fallos sucesivos permitan discernir una subida gradual, un empuje hacia lo alto en cada estado. Finalmente es necesario que todo se termine en Dios, uno para todos. Queridos hermanos, no se necesita un profeta para hacer comprender esto.
»Mirad la nación española, en la época de la partida de Colón para su viaje de descubrimiento y ved en lo que se ha convertido. Dentro de poco estará en guerra con sus propios hijos. Constataréis su debilidad y su impotencia. A duras penas será capaz en su desatinada marcha de emprender un buen combate o de retirarse de uno malo. Hay que atribuir su impotencia a su extrema desvitalización.