La rama quebrada. Eileen Lantry

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La rama quebrada - Eileen Lantry

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de cadenas montañosas densamente forestadas, atravesadas por valles profundos y angostos.

      Los lazos familiares y de los clanes en las pequeñas aldeas diseminadas a lo largo de la costa marina siguen siendo muy fuertes. Un 93 % son melanesios y un 4 % son polinesios que hablan más de ochenta idiomas locales diferentes, además de 120 dialectos. Se comunican mediante el “pijin de las Islas Salomón”, una mezcla de inglés y dialectos nacionales.

      En el siglo XIX, varias misiones cristianas se reunieron para asignar determinadas islas a diferentes iglesias. Debido a la influencia de los misioneros, un gran porcentaje de la gente de las Islas Salomón dice ser “cristiana de algún tipo”, pero rara vez su estilo de vida ha cambiado con respecto a sus prácticas paganas. Sin embargo, esta modalidad parecía compatible con la identidad de su clan.

      De modo que la mayoría de las aldeas de una isla dice ser anglicana mientras que en otra isla las aldeas están compuestas de católicos romanos. La mayoría de las islas principales se hicieron evangélicas de los Mares del Sur, de las Iglesias Unidas, o metodistas, bautistas, testigos de Jehová o de la Asamblea de Dios. Las diferentes misiones competían por el territorio. No obstante, la comisión no asignó ninguna isla a los adventistas del séptimo día. Así que los primeros misioneros llegaron a la conclusión de que Dios quería que entraran en todas las islas. Este plan propendía a crear fricción.

      A pesar de conocer estos desafíos con los que probablemente se enfrentaría, la pasión de Norman por las misiones crecía día a día. Captaba cada vez más el milagro de la salvación por la gracia de Dios. Comprendía que Dios dará este poder transformador incluso hasta al isleño más salvaje. Visualizaba que la promesa de Efesios 2:6: “asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”, incluía a todos sus hijos preciosos. Anhelaba ayudarlos a entender el plan de Dios. Para Norman, el plan eterno de Dios le ofrecía a todos una relación con Dios aún más estrecha que la que tienen los ángeles con él.

      En el curso misionero del Colegio de Avondale, la mirada perspicaz de Norman se clavó en una chica vivaz, Ruby, que compartía su amor por Dios y las misiones. Siempre que podían, comentaban sus sueños de ver que muchos isleños de las Islas Salomón aceptaran la buena nueva de la salvación. Cuando terminaron el curso misionero en 1923, su amor mutuo los unió. La Asociación le pidió a Norman que cubriera una vacante como director de carpas para reuniones de evangelización, mientras que Ruby trabajaba en el Sanatorio de Sidney. Luego, al ver la dedicación de Norman, la Asociación le pidió que fuese parte del personal permanente, después de casarse con Ruby en la iglesia de Concord, en Sidney, el 5 de octubre de 1925.

      En su primera tarea como pastor de una iglesia pequeña, Dios bendijo el empeño de ambos y levantaron una iglesia de tamaño considerable. Los dirigentes de la Asociación observaron su dedicación a Dios y, a fines de 1926, los invitaron a ir como misioneros a las Islas Salomón.

      Mientras esperaban sus certificados de salud durante varios meses, ambos tomaron clases sobre cómo tratar enfermedades tropicales. En ese entonces se sentían inquietos por comenzar su obra misionera en las Islas Salomón y se frustraron por la cantidad de tiempo que tuvieron que esperar. Pero después de comenzar con su misión, se dieron cuenta de que Dios había dispuesto que dedicaran tiempo extra a aprender estas valiosas habilidades médicas. Esto facilitó una clave para mostrar su amor y el amor de Dios. Con esta habilidad, mitigaron muchas clases de enfermedades que mortificaban a los isleños. Dios abrió una puerta para que pudieran utilizar los métodos de Jesús de ofrecer salud física al igual que espiritual.

      El 16 de marzo de 1927, Norman y Ruby comenzaron sus aventuras misioneras en las Islas Salomón, entre las tantas aldeas de la Laguna Marovo. La belleza espectacular de la Laguna Marovo consiste en una expansión colorida de aguas tranquilas que se extiende por casi cien kilómetros a lo largo de la costa de la enorme isla de Nueva Georgia en la provincia occidental. Plagada de miríadas de isletas y atolones de un verde vivo, muchas en la actualidad están habitadas de aldeas prósperas que piden que los misioneros vayan a enseñarles.

      Mientras estudiaban el idioma, por las mañanas Norman enseñaba mediante un intérprete en la Escuela de Capacitación de Batuna, supervisaba a los alumnos en las huertas de la misión y trabajaba en el aserradero por las tardes. Este aserradero producía la madera que Norman utilizó para construir su primer hogar. La construcción le llevó varios meses.

      Los Ferris disfrutaban especialmente los fines de semana cuando partían del puesto misionero en canoa y frecuentaban las tantas aldeas junto a la laguna. Con su equipo médico a mano, visitaban cada hogar.

      Después de conversar un rato, trataban las úlceras tropicales, la malaria, las afecciones de la piel y otras enfermedades. Antes de dejar el hogar, siempre oraban con la familia. Así hacían amigos para Jesús.

      Después de vivir varios meses en la isla Nueva Georgia, Ruby se enfermó terriblemente. La malaria la debilitó y la quinina convirtió sus mejillas rosadas en amarillas. Luego descubrió que estaba embarazada. Como su intensa enfermedad no cedía, los futuros padres oraron fervorosamente en busca de sabiduría y dirección de parte de Dios. ¿Qué quería Dios que hicieran: arriesgar la vida del bebé y de Ruby o regresar a Australia?

      Abrazando a su amada, Norman oró:

      –Dios, ¿qué haremos? No queremos estar separados. Ambos amamos a las personas de este lugar. Por favor, muéstranos qué es mejor para la obra misionera que nos diste, y por el querido bebé que ya amamos.

      La respuesta llegó cuando los dirigentes de la Misión decidieron que, debido a la salud de ella y del futuro bebé, Ruby debía regresar a Australia, y quedarse con sus padres hasta que naciera el bebé. Con lágrimas, la triste pareja se despidió. Ruby dio a luz una hermosa niña el 15 de enero de 1928, en el Sanatorio de Sidney. La llamó Norma en honor a su papá.

      Cuando la bebé Norma tenía apenas pocos meses, Ruby reservó un vapor para Brisbane, y luego continuaría hasta las Islas Salomón. Aunque se sentía debilitada por sus frecuentes accesos de malaria, sintió la obligación de regresar con el papá de la bebé. La falta de sueño debido a que la bebé tenía cólicos, se sumaba a su cansancio. Dos días después, cuando llegaron a Brisbane, la bebé Norma contrajo una forma de gastritis. Como estuvieron en el puerto todo el día, la preocupada madre se puso en contacto con un médico. Después de examinarla, el médico le habló amablemente pero con firmeza:

      –Mi querida primeriza, usted no debe ir a los trópicos con esta bebé enferma y delgada. Ella morirá. ¡Por favor, no siga!

      Ruby se puso en contacto con la única mujer que conocía en Brisbane, que la ayudó a encontrar una amiga que la acogería hasta que ella pudiera notificar a su familia en Sidney. Al regresar al barco, les contó su problema a los encargados. Sin compasión, descargaron todas sus posesiones en el muelle, incluyendo un catre, pañales y mucho más, a las diez de la noche. Afligida, vio zarpar el barco que la habría llevado hasta el hombre que amaba, sin ella.

      La hermana de Ruby, Mary, enfermera profesional, sacó pasaje en un barco que transportaba pasajeros a lo largo de la costa de Australia. Pronto llegó a Brisbane para atender a la madre enferma y a la bebé. Regresaron juntas, y se dirigieron directamente al Sanatorio de Sidney. Incluso en el sanatorio, la bebé Norma lloraba casi continuamente y dormía poco hasta que Ruby se agotó tanto que apenas podía moverse. Después de varias semanas una pediatra, la Dra. Freeman, regresó al sanatorio de un curso de posgrado sobre atención infantil al que había asistido en Irlanda. Ella inmediatamente le suspendió la dieta prescrita y le dio Granose, un cereal integral cocido. En pocos días Norma cambió: no más diarrea, dormía mejor y era una bebé feliz. Durante las semanas siguientes la pequeña Norma se alimentó con Granose y leche. Obviamente se había vuelto alérgica a la otra dieta.

      Ahora,

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