La rama quebrada. Eileen Lantry
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Alguien gritó órdenes.
–Todos avancen, y veamos si yendo rápidamente hacia atrás el peso cambia y juntos podemos quitar la lancha de la roca.
Norman se apresuró a ayudar a Ruby y al bebé. Al llegar al centro de la lancha, de repente esta giró y arrojó al agua a ellos tres y a muchos otros a estribor. Los miembros de la tripulación rápidamente saltaron para auxiliarlos y los ayudaron a subir a bordo. En bajamar, la posición de la lancha se volvía precaria, y el pequeño bote que llevaban a remolque posiblemente no les serviría de mucha ayuda para sobrevivir.
Rangoso escogió a dos tripulantes y les dijo:
–Por favor, tomen el bote y busquen ayuda en la aldea más cercana. Podría estar a kilómetros de distancia.
Desaparecieron en la oscuridad. Pasaron horas angustiosas mientras el Kima lentamente se hundía cada vez más en el mar. Las mujeres se sentaron en la popa como patos listos para zambullirse al agua. Esperaban, oraban y escuchaban en la oscuridad. Después de lo que parecieron horas, oyeron el ruido de los remos de una canoa. Inmediatamente se elevaron muchas oraciones agradeciendo a Dios por oír y responder sus plegarias de ayuda.
Rangoso puso a todas las mujeres y niños en la canoa. Los aldeanos los llevaron a una isla deshabitada a una media hora de distancia del naufragio. Ruby casi no se daba cuenta de que no tenía comida, pero sin un refugio se convirtieron en carnada para miles de mosquitos. Dos cabecitas descansaban sobre su falda. Agradecida por sus dos hijos, contempló las brillantes estrellas que se esparcían de a millares como joyas sobre su cabeza. Eso le hizo recordar un versículo bíblico que describía la vida de Rangoso: “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad” (Dan. 12:3). Cuando se zambulló tres veces para salvar a Norma, Ruby comprendió que Rangoso entregaba todas sus energías para llevar a las personas al amor de Dios. Su corazón se llenó de gozo al contemplar los primeros rayos del alba que culminaban en un glorioso amanecer. Ruby contemplaba a este muchacho pagano que se crió en las tinieblas y el temor. Ahora que era un líder transformado, su vida lucía más brillante que el sol naciente. Sí, pensó Ruby, un día Rangoso se sentará con Dios en un trono especial para reinar con él.
La canoa llegó a eso de las nueve aquella mañana. Norman le había pedido a uno de los hombres de la aldea que le alcanzara una cajita de Weet-Bix a Ruby y a las mujeres y niños que esperaban. Norman y Ruby la habían traído de Australia. Mientras compartía estas nutritivas galletitas para desayuno, Ruby pensó: Ese es mi querido esposo, siempre pensando en los demás. Recordó que no teníamos nada para comer desde ayer.
A eso de las tres de la tarde se produjo la marea alta. Con ayuda extra de los hombres de la aldea, la lancha volvió a flotar una vez más. No encontraron daños, salvo una pequeña pieza de cobre que se perdió de la quilla. A la mañana siguiente llegaron al colegio de Batuna, cansados y consumidos. La familia Ferris estaba agradecida por el alojamiento temporal en una de las casas del personal de la Misión.
Una semana después, la Junta Misionera envió un mensaje a Norman y Ruby: “¿Estarían dispuestos a unirse a Jugha y abrir misión en la gran isla de Guadalcanal? Jugha está trabajando solo entre los adoradores de demonios, y este desafío ha llegado a ser demasiado para él. Necesita la ayuda de ustedes”.
–Jugha tiene una historia interesante –le explicó Norman a Ruby–. El padre de Kata Rangoso capturó a Jugha en una cacería exitosa. Su padre era el jefe de la aldea en la Laguna Marovo, y tenía planes de ofrecer al muchacho como sacrificio, un holocausto, en su culto demoníaco. Era una costumbre horrible usada para expresar gratitud por la victoria.
–Sin embargo, en el ínterin antes de sacrificar al muchacho, el jefe vio potencial en él y decidió adoptarlo como hijo. Permitió que Jugha fuese a la escuela de la Misión con Kata Rangoso y juntos entregaron su corazón a Jesús. Él y Kata se bautizaron en 1918. Jugha ha dedicado su vida a compartir su amor por Jesús. Estoy seguro de que nos encantará formar equipo con él.
A sugerencia del dirigente de la Misión, Norman cargó la lancha misionera Melanesia, con materiales de construcción y herramientas. Su primera tarea fue levantar un pequeño refugio de dos habitaciones, una casa para su familia en un pedazo de terreno donado en la Bahía del Trotamundos, en Guadalcanal. Ruby se quedó con los niños mientras Norman y la tripulación de la lancha trabajaban construyendo la casa temporaria.
Aunque estaban separados, tanto Ruby como Norman oraban para que el Espíritu Santo les enseñara de qué manera podían hacer que Jesús fuese atractivo para estos paganos. ¿Cambiarán su crueldad, temor y odio por paz, amor, esperanza y gozo? Después de toda una vida de adoración demoníaca, ¿podrían desear a un Dios que los quería tanto que murió por ellos? Al recordar de qué manera Dios había resuelto tantos problemas y dificultades por ellos durante los últimos siete años, reunieron coraje, porque la gracia de Dios no tiene límites.
Pero Norman sacudió la cabeza al estudiar la propiedad que le dieron a la Misión. Una colina escarpada se extendía casi hasta la costa de la Bahía del Trotamundos. Debía construir la casa en esa pendiente casi vertical donde el nivel de la puerta trasera daba contra el suelo. La parte de adelante, que descansaba sobre enormes troncos, debía ser suficientemente alta como para que viviera la tripulación de la lancha abajo. La cocinita se parecería más a una alcoba.
Debajo de él las casas de la aldea salpicaban la playa. Legalmente, cada familia pertenecía a la Iglesia de Inglaterra o a la misión católica. En la práctica y en su estilo de vida, los aldeanos vivían en la indecencia y el paganismo. En su ignorancia, seguían sin discusión las órdenes de sus sacerdotes. Norman ya veía evidencias de que estas personas sencillas no tendrían nada que ver con este nuevo misionero.
Noche tras noche Norman se iba a dormir orando:
–Padre celestial, danos sabiduría, tacto y amor para saber cómo llegar a estas preciosas personas que nos has llamado a servir. Muéstranos cómo comenzar.
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