Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles

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Obras Inmortales de Aristóteles - Aristoteles Colección Oro

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desea tenerla, que haya otra tal cosa, por ejemplo, el equilibrio de las diferentes partes; ahora bien, para producir este equilibrio, es necesario el calor. De esta manera se llega sucesivamente por el pensamiento a una cosa última, que puede inmediatamente producirse. El movimiento que realiza esta cosa se denomina operación, operación hecha en vistas a la salud. De suerte que, bajo un punto de vista, la salud viene de la salud, la casa de la casa, la casa material de la casa inmaterial; porque la medicina, el arte de construir, son la forma de la salud y de la casa. Por esencia inmaterial entiendo la forma pura.

      Entre las producciones y los movimientos, existen unos que se denominan pensamientos, y otros que se denominan operaciones; los que provienen de la causa productora y de la forma son los pensamientos; los que poseen por principio la última idea a que llega el espíritu son operaciones. Lo propio se aplica a cada uno de los estados intermedios entre el pensamiento y la producción. Y así, para que exista salud, es necesario que exista equilibrio; pero ¿qué es el equilibrio? Es tal cosa: y esta cosa tendrá lugar, si existe calor. ¿Qué es calor? Tal cosa. El calor existe en potencia, y el médico puede lograrla. Por tanto, el principio productor, la causa motriz de la salud, si es fruto del arte, es la idea que está en el espíritu, si es fruto del azar tendrá verdaderamente por principio la cosa misma, por medio de la cual la hubiera producido el que la produce por el arte. El principio de la curación es probablemente el calor; y se produce el calor por medio de fricciones. Ahora bien, el calor producido en el cuerpo es un elemento de la salud, o va acompañado de otra cosa o de muchas que son elementos de la salud. La última cosa a que se llega, conduciéndose así, es la causa eficiente; es un elemento de la salud, de la casa, como las piedras; y lo propio ocurre en todo lo demás.

      Es, pues, imposible, como hemos explicado, que se genere cosa alguna, si no hay algo que preexista: evidentemente es de toda necesidad la preexistencia de un elemento. La materia es un elemento, es el sujeto, y sobre ella se realiza la producción. En los mismos seres respecto de los que cabe la definición, también se halla la materia. En efecto, en la definición de los círculos realizados, entran en general dos elementos: la materia, el bronce, por ejemplo, y después la forma, tal figura, es decir, el género primero a que el objeto se refiere. En la definición del círculo de bronce entra la materia.

      El objeto producido no toma jamás el nombre del sujeto de donde se origina; solo se dice que es de la naturaleza de este sujeto, que es de esto, pero no esto. No se dice una estatua piedra, sino una estatua de piedra. El hombre sano no adopta el nombre de aquello de donde se ha generado para llegar a la salud; la causa de esto es que la salud viene a la vez de la privación de la enfermedad y del sujeto mismo, al cual designamos como materia; y de este modo el hombre sano procede del hombre y del enfermo. Sin embargo, la producción se refiere más bien a la privación: se afirma, que de enfermo se hace uno sano, más bien que de hombre se hace sano. Por esta causa el ser sano no recibe la calificación de enfermo, sino de hombre y de hombre sano. En las circunstancias en que la privación es incierta o no tiene nombre, por ejemplo, cuando tal forma es producida sobre el bronce, cuando los ladrillos y maderas de una casa reciben tal forma, lo propio tiene lugar, al parecer, en esta producción que en la producción de la salud, la cual proviene de la enfermedad; y lo propio que en este último caso el objeto producido no recibe el nombre del objeto de que proviene, de igual manera la estatua no se llama madera, sino que recibe su nombre de la madera de que ha sido construida: es de madera y no madera; es de bronce y no bronce, de piedra y no piedra. También se expone: una casa de ladrillos y no una casa ladrillos. En efecto, si observamos con atención, se verá que no tiene absolutamente la estatua de la madera, ni la casa de los ladrillos. Cuando una cosa proviene de otra, existe una transformación de la una en la otra, y el sujeto no persiste en su estado. Este es la causa de esta sentencia.

      Parte VIII

      Todo ser que deviene o se hace posee una causa productora, entendiendo por esta el principio de la producción; existe asimismo un sujeto (el sujeto es, no la privación, sino la materia, en el sentido en que hemos tomado esta palabra, anteriormente); en fin, se hace algo esfera, por ejemplo, círculo, o cualquier otro ejemplo. Así pues, así como el sujeto no produce el bronce, tampoco produce la esfera, sino accidentalmente, porque la esfera de bronce es accidentalmente una esfera de bronce. Lo que él produce es la esfera de bronce, porque producir un ser particular es transformar un sujeto absolutamente indeterminado en un objeto determinado. Señalo, por ejemplo, que hacer redondo el bronce no es producir ni la redondez, ni la esfera, sino que es producir un objeto totalmente distinto, es producir esta forma en otra cosa. Si se produjese realmente la esfera, se la sacaría de otra cosa, y entonces sería necesario un sujeto, como en la producción de la esfera de bronce. Producir una esfera de bronce no quiere decir otra cosa sino realizar de tal objeto, que es de bronce, tal otra cosa que es una esfera. Si existe producción de la esfera misma, la producción será de la misma naturaleza; no será una transformación, y la cadena de las producciones llegará así hasta el infinito. Está por lo tanto claro que la figura, o cualquiera que sea el nombre que sea necesario dar a la forma realizada en los objetos sensibles, no puede derivar, que no hay respecto de ella producción, y que, sin embargo, la figura no es una esencia. La figura, en efecto, es lo que se realiza en otro ser, por medio del arte, de la naturaleza, o de una potencia. Lo que ella deviene, al realizarse en un objeto, es por ejemplo, una esfera de bronce; la esfera de bronce es el producto del bronce y de la esfera; tal forma ha sido configurada en tal objeto, y el producto es una esfera de bronce. Si se quiere que haya ciertamente producción de la esfera, la esencia provendrá de alguna cosa, porque será necesario siempre que el objeto producido sea divisible, y que tenga en sí una doble naturaleza: de una parte la materia y de otra la forma. La esfera es una figura cuyos puntos están equidistantes del centro; existirá por tanto de una parte el sujeto sobre el que obra la causa eficiente y de otra la forma que se realiza en este sujeto, y existirá, finalmente, el conjunto de estas dos cosas, de la misma manera que respecto de la esfera de bronce.

      De lo anterior resulta, claro, que lo que se llama la forma, la esencia, no se produce; la única cosa que llega a ser o se hace es la reunión de la forma y de la materia, porque en todo ser que ha llegado a ser existe materia: de una parte la materia, de otra la forma.

      ¿Existe alguna esfera fuera de las esferas sensibles, alguna casa, sin ser una casa de ladrillos? Si la hubiese, no habría nunca producción de un ser particular, y únicamente se producirían cualidades. Ahora bien, la cualidad no es la esencia, la forma determinada, sino lo que da al ser tal o cual carácter, de tal forma que después de la producción se dice: tal ser posee tal cualidad. El ser realizado, por lo contrario, Sócrates, Calias, tomados individualmente, están en el mismo caso que una esfera particular de bronce. El hombre y el animal son como la esfera de bronce en general. Está, pues, claro que las ideas consideradas como causas, y este es el punto de vista de los partidarios de las ideas, suponiendo que haya seres independientes de los objetos particulares, son inútiles para la producción de las esencias, y que no son las ideas las que constituyen las esencias de los seres. También está claro que en ciertos casos lo que produce es de la misma naturaleza que lo que es producido, pero no idéntico en número; solo hay identidad de forma, como ocurre en las producciones naturales. Y así, el hombre produce al hombre. Sin embargo, puede existir una producción contra naturaleza; el caballo engendra al mulo; pero la ley de la producción es en este caso la misma, porque la producción tiene lugar en virtud de un tipo común al caballo y al asno, de un género que se acerca a ambos y que no ha recibido nombre. El mulo es quizás un género intermedio.

      Se observa claramente que no existe necesidad de que un ejemplar particular suministre la forma de los seres, porque sería sobre todo en la formación de los seres individuales en la que serían útiles estos ejemplares, puesto que son estos seres los que comportan principalmente el carácter de esencia. El ser que engendra basta para la producción; él es el que da la producción; él es el que da la forma a la materia. Tal forma general realizada en estos huesos y en esta carne, he aquí a Sócrates y a Calias. Existe, sin embargo, entre ellos diferencia de materia, porque la materia difiere, pero su forma es idéntica: la forma no se puede dividir.

      Parte IX

      Podría

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