De Friends a Fleabag. Jorge Yebra Romero
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Otras comedias de tono reivindicativo de esos años fueron La chica de la tele (Mary Tyler Moore, CBS: 1970-1977), Mash (CBS: 1972-1983) o Maude (CBS: 1972-1978), uno de los spin off de All in the Family, de las que hablaremos más adelante.
Pero no podemos cerrar los setenta sin al menos nombrar otras comedias exitosas como La tribu de los Brady (The Brady Bunch, ABC: 1970-1977), Enredo (Soap, ABC: 1977-1981), Happy Days (ABC: 1974-1984), Mork y Mindy (Mork & Mindy, ABC: 1978-1982) o Apartamento para tres (Three’s Company, ABC: 1977-1984).
En los años ochenta, tras una década en la que por primera vez se vieron diversas reivindicaciones en televisión, nos encontramos con una comedia más blanca y contenida. De repente, a diferencia de la realidad social que se vivía, la comedia da un paso atrás y se vuelve más conservadora, representando los valores americanos ideales, incluyendo un tono moralista. El género cómico no se complica y vuelve a utilizar lo que le ha funcionado tradicionalmente, lo que también provoca que la comedia sufra un declive frente al drama en la ficción televisiva.
Otro de los elementos que podemos destacar en esta década es el crecimiento de la comedia afroamericana como producto generalista. Y por supuesto, la comedia familiar sigue siendo el tema predominante. Enredos de familia (Family Ties, NBC: 1982-1989), Cheers (NBC: 1982-1993), La hora de Bill Cosby (The Cosby Show, NBC: 1984-1992), Las chicas de oro (The Golden
Imagen de la adorable Punky Brewster con su padre adoptivo Henry.
En los noventa la sitcom vive una edad dorada. La ficción cómica ha madurado lo suficiente para funcionar con los ojos cerrados y crear productos de éxito de gran calidad. La parrilla televisiva comienza otra vez a ser dominada por este formato, que tiene al público ganado y obtiene grandes audiencias tanto en sus emisiones de estreno como en las reposiciones en las distintas cadenas locales.
Así, se producen series como la irreverente Matrimonio con hijos (Married... with Children, FOX: 1987-1997), la azucarada Padres forzosos (Full House, ABC: 1987-1995), las luchadoras Rosseane (ABC: 1988-1997 y 2018) y Murphy Brown (CBS: 1988-1998, 2018), la genial Seinfeld (NBC: 1989-1998), la alocada Un chapuzas en casa (Home Improvement, ABC: 1991-1999), la elegante Frasier (un spin-off de Cheers), la exitosa Friends o la premiada Todo el mundo quiere a Raymond (Everybody Loves Raymond, CBS: 1996-2005), representando todas ellas una década llena de calidad y popularidad de la comedia de situación.
Imagen del elenco protagonista de Friends.
A partir del nuevo siglo, el formato sufre un estancamiento. La sitcom sigue viviendo de éxitos del pasado y pierde importancia frente a los emergentes grandes dramas. Su terreno ahora es más pequeño, y aunque sigue siendo uno de los productos preferidos de las cadenas en abierto, la sitcom ha dejado de estar en los rankings de series más vistas salvo excepciones, y cada vez se producen muchas menos series hechas de este modo. Frente a esto, empiezan a aparecer comedias distintas que abandonan las reglas del formato clásico y optan por la libertad creativa tanto en el aspecto técnico como en el artístico. Son comedias que han dejado de lado lo tradicional para juguetear con las normas del formato y renovar las temáticas que se habían tratado hasta ese momento. No son ni mejores ni peores, son diferentes, pero lo que también está claro es que, al dejar de agarrarse a unas reglas encorsetadas, estas nuevas producciones tienen más libertad para hacer humor de otra forma y poder contarnos cosas distintas. A continuación, abordaremos las grandes diferencias que tienen estas nuevas comedias en fondo y forma frente a las sitcoms tradicionales, y que ha supuesto todo esto para la televisión cómica.
Diferencias entre la comedia clásica televisiva y la nueva comedia
El cambio en la producción
Cuando nacieron las primeras comedias televisivas en Estados Unidos, había distintos métodos de realizar esas series, pero con el paso de los años, el formato sitcom comenzó a imponerse y desde entonces ha sido la forma en la que se han producido la mayoría de las comedias televisivas, hasta hace poco. El factor principal por el que la sitcom triunfó es el mismo por el que desgraciadamente se mueve este mundo: el dinero. Y es que las ventajas competitivas que otorgaba este formato con respecto a otras opciones eran más que evidentes. Aparte de su duración, que ya hace de por sí que los costes sean menores en muchos aspectos, su sencilla y barata producción —se necesita apenas un pequeño set de televisión compuesto por un simple decorado y un equipo de cámaras—, hacía que todo fuera mucho más sencillo. El resto lo ponían un pequeño elenco de actores con tablas y unos guiones eficientes. La mayoría de tramas sucederían en los hogares de los protagonistas, principalmente en el salón, la cocina y el dormitorio. Las situaciones que viviríamos en estas comedias serían cotidianas, apoyadas básicamente en el diálogo y en pequeños puntos de comedia física o slapstick. Todo esto devenía en un presupuesto reducido, convirtiéndose en uno de los géneros televisivos más baratos en su proceso de producción (sin contar con los sueldos de los protagonistas, el factor que ha elevado en muchas ocasiones su presupuesto de forma exponencial).
Esto ha cambiado bastante en los últimos años. Sin haber desaparecido del panorama televisivo, muchas producciones cómicas han abandonado el formato sitcom y han apostado por otras opciones.
Uno de los cambios más destacables a primera vista ha sido el de dejar de grabar en formato multicámara para pasar a hacerlo con una sola cámara, como se hace por norma general en las producciones dramáticas y en las cinematográficas en general (aclarar que esto nunca se ha dejado de hacer en las comedias televisivas, pero durante muchos años los ejemplos eran muy pocos). En el aspecto de la realización, estas nuevas series han sido influidas cada vez más por el cine y los dramas que ya se hacían en televisión, con una puesta en escena más cuidada y con recursos audiovisuales más complejos como el trávelin, el uso de grúas, el steadycam, etc. A esto hay que sumar que, en general, se ha pasado a grabar con cámaras digitales, agilizando así también los procesos de producción.
Imagen del plató de grabación de The Big Bang Theory.
Otro cambio destacado es cómo estas producciones se han alejado de los 3-4 escenarios clásicos formados por decorados y han apostado por una variedad más amplia, llegando incluso a rodar en exteriores, sin limitación de espacio. El hogar o el lugar de trabajo del protagonista ha dejado de ser el centro del universo para ahora poder movernos por donde queramos. Esto ha hecho que la iluminación y la fotografía de estas producciones sea mucho más compleja, pasando de una luz muy general para que todo el plató estuviera iluminado y no hubiera diferencia entre las distintas cámaras que estaban grabando a la vez, a tener un aspecto visual mucho más