De Friends a Fleabag. Jorge Yebra Romero

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De Friends a Fleabag - Jorge Yebra Romero Kaplan

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en la banda sonora. El origen de este recurso se sitúa en los inicios de la comedia en televisión, cuando las series comenzaron a rodarse con público en directo en el estudio, y se grababan las risas que producían los gags del episodio que se estaba rodando. Es un método que proviene de los shows de la radio, dónde en ese momento ya se grababan los programas humorísticos con público en el estudio. Se dice que la idea inicial de grabar las risas ocurrió en 1932 en un programa radiofónico que protagonizaba el cómico Eddie Cantor. Aunque el público que asistía a la grabación del programa en el estudio debía permanecer por entonces en silencio, una broma del humorista provocó que los asistentes no pudieran contener las carcajadas. Cuando los productores del programa descubrieron que, tras esto, las audiencias del programa habían aumentado, decidieron incorporarlo de forma permanente, y el resto de programas fueron adoptando la misma idea. The Hank McCune Show (NBC: 1950) es uno de los primeros shows televisivos en utilizar las risas del público. Sus reacciones en el estudio valían también para comprobar si los chistes funcionaban o no. Como en muchas ocasiones ocurría que las risas del público no eran las esperadas para un determinado chiste, duraban poco o, al contrario, duraban demasiado, Charley Douglass, un ingeniero de sonido de la CBS, decidió entonces solucionar este problema editando las risas del público en posproducción. Y así es como nacieron las risas enlatadas, un recurso utilizado prácticamente durante toda la existencia de la sitcom. Aunque a algunas personas les pueda molestar esta técnica, sobre todo en la actualidad, los productores tenían comprobado que dejar o añadir risas incitaba al público a que los chistes les hicieran más gracia. También se dice que sirven para que el espectador se sienta acompañado y se atreva a reírse en casa. Las risas del público no son sólo un recurso que se pone de añadido, es un elemento más dentro del ritmo y la comicidad de la serie. Por ese motivo, los actores realizan expresamente determinados gestos para provocar las carcajadas o esperan un tiempo prudente entre la frase de su compañero y la suya para no ser tapados por ellas. También hay que aclarar que en Estados Unidos se suelen utilizar las risas originales que se producen en el propio estudio en ese momento, pero en España, al tener en muchas ocasiones las voces de los actores y las risas en el mismo canal de audio, para la versión doblada muchas veces hay que tirar de risas ya grabadas, y por eso puede sonar algo más artificial.

      Público asistiendo a la grabación de un episodio de la comedia Madres forzosas.

      Aunque se sigue conservando en la mayoría de sitcoms al uso, es un recurso que al público cada vez le parece más anticuado e incluso a veces está algo mal visto (aunque desde aquí lo reivindicamos por las razones que antes hemos explicado), pero al final su uso se puede justificar de la misma manera que se hace con los efectos de la banda sonora musical en una ficción dramática. Con la llegada de estas «nuevas series», que no se graban en estudio y se utilizan más exteriores, este recurso ha ido desapareciendo de muchas producciones.

      Por otro lado, el elenco de personajes ha aumentado y variado, ahora no sólo tenemos los cuatro o cinco personajes fijos que aparecen en cada capítulo. Ahora muchas veces tanto los personajes principales como los secundarios o la figuración que se necesita son muchos más que antes, requiriendo de un casting mucho mayor.

      La duración de los capítulos también ha variado, si lo habitual de cualquier sitcom de una cadena en abierto eran los 20-22 minutos con pausas publicitarias, nos encontramos en la actualidad con series en cadenas de cable que llegan hasta los 30 minutos sin cortes. Y cuando la serie mezcla géneros, o se trata de géneros híbridos, la duración del capítulo puede llegar hasta los 40 minutos. Y ya si hablamos de las series de plataformas en streaming, al no tener que lidiar con pausas publicitarias o rellenar huecos en una parrilla televisiva, pueden permitirse durar el tiempo que vean necesario, pudiendo incluso variar la duración entre un capítulo y otro. Esto también hace que el número de escenas aumente, como es normal, produciendo más gasto y aumentando el presupuesto por capítulo.

      Decíamos antes que muchas veces el gasto más elevado de la comedia de situación es el sueldo del reparto actoral. Y es que muchos protagonistas de las sitcoms se han convertido en verdaderas estrellas, provocando que sus actores exijan un mayor sueldo y convirtiéndose muchas veces en los actores mejor pagados de la televisión. Esto no es algo del todo nuevo, pero las cantidades de dinero de los sueldos sí han aumentado mucho más en los últimos tiempos respecto a otras épocas. Ejemplos de esto son el elenco de la serie Friends a principios de este siglo, llegando a conseguir cobrar cada uno de los actores principales un millón de dólares por episodio en sus últimas temporadas. Otros ejemplos, años más tarde, serían el del protagonista de Dos hombres y medio, Charlie Sheen, o el reparto de la serie The Big Bang Theory (CBS: 2007-2019), que siguieron una estrategia similar a la de los protagonistas de Friends, poniéndose todos de acuerdo y reclamando un sueldo más alto para todos. En la nueva comedia, se ha producido un camino inverso, si antes ocurría que, tras hacerse un nombre en la televisión, los actores se pasaban al cine (Melissa McCarthy, Kevin James, Jennifer Aniston, Steve Carell o James Franco son ejemplos de ello), ahora estas producciones se pueden permitir fichar directamente a actores reputados de Hollywood como Alec Baldwin, Aston Kutcher, Drew Barrymore, Kathy Bates, Emma Stone y Jonah Hill o Michael Douglas (y si habláramos de series dramáticas, la lista de estrellas de cine que últimamene han dado el paso de trabajar en la pequeña pantalla es innumerable), con sueldos no precisamente reducidos.

      El exitoso elenco de la comedia de situación The Big Bang Theory.

      Por último, el tiempo dedicado a la posproducción en las nuevas comedias es mucho mayor que el de una comedia de situación al uso, debido al sistema de grabación con una sola cámara y a los distintos efectos de todo tipo que ahora pueden tener (si hablamos de una comedia de fantasía o de toques absurdos, los elementos pueden ser ilimitados).

      En resumen, la apuesta por rodajes con una sola cámara, el uso de más escenarios y exteriores, la utilización de más actores y figuración, una iluminación y fotografía más cuidadas y los altos sueldos de estrellas de cine han provocado que la producción de las nuevas series sea completamente distinta y los presupuestos hayan aumentado considerablemente. Las nuevas comedias son divertidas, pero también son caras.

      La llegada de la ficción de cable y de las plataformas de VOD

      A finales de los noventa nace «La tercera edad dorada de las series de televisión». Se ha llamado así a este período debido a un regreso del interés por las ficciones televisivas por parte tanto del público generalista como de la crítica especializada, y por motivos tan destacados como la apuesta de los canales por una ficción de alto nivel sustentada en generosos presupuestos, la figura del showrunner y la libertad creativa, o el atrevimiento para tratar temas que nunca antes se habían tocado en la pequeña pantalla y en ocasiones tampoco en el cine.

      Si hay un primer culpable de todo esto sin duda es la cadena HBO, canal de cable prémium que nace a mediados de los setenta y que durante mucho tiempo fue conocido por sus retransmisiones deportivas de pago (también conocido como el pay per view) y su cine de estreno, pero que en los noventa decide cambiar el panorama de las series de ficción. Y sí, también el de las comedias. Con la llegada de la competencia, que comenzó a luchar también por el mercado de los estrenos de cine, HBO necesita reinventarse. Tras un tiempo sin saber qué hacer, se les ocurre que, en vez de sólo comprar productos de las distribuidoras, podrían fabricar sus propias producciones originales, consiguiendo así completar la programación, fidelizar al espectador con contenidos exclusivos y crear una imagen de marca. Su primera serie sería Sigue soñando (Dream On, HBO: 1990-1996), que sin llegar a revolucionar todavía nada, funciona gracias a su particular estilo de comedia que destacaba entre otras cosas por tener como gags, fragmentos de películas clásicas en blanco y negro. Como curiosidad, más tarde su equipo

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