Aproximación histórica a la relación de la masonería . José Eduardo Rueda Enciso

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Aproximación histórica a la relación de la masonería  - José Eduardo Rueda Enciso Ciencias Humanas

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enciclopédico o ilustrado, lo que es un tanto entendible, pues alguna parte de mi experiencia investigativa y de publicación ha girado en torno al siglo XVIII. Es así como la obra contiene seis capítulos: el primero aborda el desarrollo de los gobiernos liberales, desde 1849 a 1886, y su relación con la beneficencia.

      El segundo hace un recuento de la Junta General de Beneficencia, teniendo en cuenta, como todo el trabajo, algunos antecedentes históricos, el arranque de la Junta, su carácter y sentido administrativo, su organización, las fuentes de financiación y la relación existente entre beneficencia y policía. Muestra el interés de la masonería por promover la beneficencia a través de la filantropía, así como la activa participación de algunos masones en la conformación del nuevo ente y en sus cuadros directivos. Finalmente, establecimos que varios de los miembros de la Junta eran médicos alópatas que mantenían un permanente enfrentamiento con los médicos homeópatas, por lo que trataron de controlar el ejercicio de la homeopatía en el Hospital de Caridad.

      El tercero presenta un primer establecimiento dependiente de la Junta, base de la política de beneficencia impulsada a partir de 1869: el Lazareto de Tocaima o de Agua de Dios, teniendo en cuenta algunos antecedentes históricos, al igual que la organización definitiva del mencionado establecimiento.

      El cuarto trata sobre la Casa de Refugio o de Beneficencia, que sigue la misma estructura del capítulo anterior, antecedentes históricos y coyunturales, la consecución y adecuación de sedes, su funcionamiento; hace particular énfasis en las contribuciones públicas que se adelantaron entre 1870 y 1873, con el fin de sostener el establecimiento, en las que se reflejan las importantes aportaciones hechas por los masones, así como en otras fuentes de financiación.

      El quinto sigue la tónica de los dos capítulos anteriores, centrado en el Hospital de Caridad, comúnmente llamado San Juan de Dios, detallando los cambios administrativos que adelantó la Junta, los esfuerzos por obtener una adecuada financiación y el intento por consolidar el Hospicio de Niños, en el que fue particularmente importante la participación de los masones.

      El sexto analiza el accionar de otras sociedades de caridad y beneficencia de carácter privado, muy influidas por la Iglesia católica y los conservadores, principalmente el de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Finalmente, se aborda el importante papel cumplido por la contratada comunidad de las Hermanas de la Caridad.

      El estudio está acompañado de tres anexos: el primero es la lista de los 305 convocados para ser contribuyentes en la colecta pública para el sostenimiento del Asilo de Indigentes, promovida por la Junta General de Beneficencia, y verificada en 1870, en el que además de reseñar el contribuyente convocado, si contribuyó o no, se trató de determinar su profesión u oficio, su vinculación a la masonería y su filiación política. El segundo anexo es una continuación del primero, pues muestra el comportamiento de los aportes en los dos semestres del año de 1873.

      El anexo tres es una tabla resumen de 356 personajes protagonistas, la mayoría de la vida política, económica, cultural y social entre 1845 y 1886, y de alguna manera mencionados en el libro. Reseña el personaje, su fecha de nacimiento y muerte, su profesión y oficios, pues siempre hay que tener en cuenta que los hombres del siglo XIX no solo tuvieron una profesión, o se dedicaron a un solo oficio, se multiplicaron. Se reseña la vinculación a la masonería, su filiación política y una breve biografía sobre su trasegar público. De algunos personajes solo pudimos encontrar una o dos noticias, de allí que falten datos.

      Dadas las mencionadas dificultades para profundizar en los archivos de la Beneficencia de Cundinamarca y en los de la masonería bogotana, y ser la beneficencia y la masonería temáticas un tanto olvidadas por la historiografía colombiana, no nos atrevimos a hacer conclusiones, solo consideraciones finales, ya que en buena medida hemos adelantado una descripción aproximada del problema de la relación existente de la beneficencia y la masonería, que puede generar preguntas nuevas, posible temas de investigación y análisis.

       José Eduardo Rueda Enciso

      Profesor titular de la Escuela Superior de Administración Pública

      Notas

      1 La masonería en la Independencia de América (2 tomos, Bogotá: Artes Gráficas, 1970); Historia de la masonería colombiana. 1833-1940 (2 tomos, Bogotá: Artes Gráficas, 1975).

      2 Como es usual en las obras históricas, al citar la información proveniente de estas fuentes, tratamos de conservar la ortografía y redacción original.

      Por lo general, al abordar una temática nueva, el investigador comienza por leer la literatura existente sobre ella. Nuestro proceso, para el caso de la beneficencia, fue un tanto distinto; el desarrollo de la investigación realizada entre los años 2003 a 2010 nos arrojó una cantidad importante de documentación que cuidadosamente fuimos recopilando. Parte de ella, ordenada a partir de las instituciones que en 1869 pasaron a formar parte de la Junta General de Beneficencia: el Lazareto de Agua de Dios, la Casa de Refugio, el Hospital de Caridad y el Hospicio de Niños, fue incluida en los informes parciales y finales de la mencionada investigación. Otra parte de esa documentación no fue trabajada, en ese momento, y constituye una significativa parte del material que conforma el presente estudio.

      Con relación a las fuentes primarias publicadas, nos preocupamos por revisar un conjunto de periódicos que abarcan el período 1849-1885. Es así como desde un comienzo la Junta General de Beneficencia publicó las actas y demás noticias sobre beneficencia en el Diario de Cundinamarca, que desde el 1° de octubre de 1869 fungió como órgano oficial del Estado Soberano de Cundinamarca,1 en el que periódicamente se publicó una sección destinada a la beneficencia en la que se divulgaban los datos oficiales de gastos, ingresos, donaciones, etc., destinada a que las asociaciones filantrópicas y el público en general tuvieran un conocimiento cierto sobre el destino de sus contribuciones, lo que no resultó una labor difícil para los promotores de la beneficencia; dado que muchos de ellos tenían una larga experiencia en el manejo de gacetas, diarios, etc., de carácter oficial y eran conocedores de la importancia de la prensa como moderadora de la opinión pública, se preocuparon, desde un comienzo, por publicitar la labor de la Junta General de Beneficencia del Estado Soberano de Cundinamarca.

      Publicación de noticias que se cumplió con regularidad, pero, el 6 de octubre de 1870, la Junta decidió difundir quincenalmente la revista De los Establecimientos de Beneficencia. Hasta ese momento, se habían elaborado 295 números del Diario; mientras se afinaban los asuntos relativos a la edición del nuevo órgano informativo, se siguieron transmitiendo en el Diario noticias sobre la beneficencia. Otro conjunto de noticias sobre beneficencia se encontraron en otros periódicos, liberales unos, conservadores los otros.

      Nos interesó revisar y analizar las memorias de algunos de los protagonistas políticos del período comprendido entre 1849 y 1886. No obstante, nos encontramos con una particularidad del siglo XIX colombiano, sus protagonistas, fundamentalmente los liberales, no dejaron, salvo algunos casos, este tipo de documentos: “Es un hecho singular el que sólo dos de nuestros hombres públicos —los Generales José Hilario López y Joaquín Posada Gutiérrez— hayan escrito sus Memorias. Entre los muchos que debieron haberlo hecho, el mayor número les faltó tiempo o sea la necesaria holgura en sus finanzas; y a otros les sobró escepticismo”.2

      Así, para seguir la trayectoria, pensamientos y acciones de muchos de los hombres públicos del siglo XIX, hay que hacerlo en la copiosa prensa decimonónica.

      Dentro de los políticos que dejaron sus memorias, encontramos las de José Hilario López (París, 1857), que comprenden desde

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