Aproximación histórica a la relación de la masonería . José Eduardo Rueda Enciso

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Aproximación histórica a la relación de la masonería  - José Eduardo Rueda Enciso Ciencias Humanas

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una nueva presencia en el continente americano a partir de la romanización y de un nuevo catolicismo que hizo del rechazo a las innovaciones políticas, ideológicas, sociales y religiosas de los liberales el eje vertebral de su accionar.24 Para imponer su propia racionalidad, el catolicismo romano construyó una estrategia de aglutinar fuerzas y de posicionarse social y políticamente, por lo que en los Estados Unidos de Colombia su gran aliado fue el Partido Conservador.

      Como se sabe, a partir de la primera administración de Tomás Cipriano de Mosquera, y sobre todo en el gobierno de José Hilario López, con las reformas de medio siglo y con la expedición de la Constitución de 1853, el 15 de junio, durante los primeros meses de gobierno de José María Obando se inició y se puso en marcha el proceso de laicidad, pues los liberales en el poder, agrupados en el sector Gólgota, germen directo del radicalismo, y muchos de sus miembros afiliados a la logia Estrella del Tequendama, estimaron que un mayor vínculo con el mercado mundial requería un Estado liberal y democrático en el que existiera una libertad total: comercial, de expresión, religiosa, en el que la religión tenía que volverse un asunto privado e individual. En oposición, los conservadores, en alianza con la Iglesia, consideraron inmorales las doctrinas que propagaban el materialismo y el ateísmo, por lo que defendieron la subsistencia de un orden social garantizado por la moral cristiana y la doctrina civilizadora de la Iglesia, bajo el control estricto de las autoridades en el poder.25

      El proceso de laicización fue simultáneo en los otros países latinoamericanos, aunque con especificidades: en Argentina, con la Constitución de 1853, de espíritu liberal, fue ambiguo en sus formulaciones. No propuso la independencia entre la Iglesia y el Estado, pero tampoco una integración total. Así, el artículo 14 permitió a cada persona profesar libremente su culto, pero en el artículo 2° dice que “el gobierno federal sostiene el culto apostólico romano”. En las atribuciones del Congreso, en el artículo 67, inciso 15, se afirmó que esa Cámara debía “proveer la seguridad de las fronteras; conservar el trato pacífico con los indios y promover la conversión de ellos al catolicismo”. Se conservó el criterio de que había ciudadanos de primera, que podían ejercer la libertad de cultos; y de segunda, que estaban obligados a convertirse a una religión instruida, o, si son analfabetos, por ejemplo, impedidos para votar.26

      En México, por su parte, el proceso de laicidad y secularización arrancó en 1857, liderado políticamente por el liberalismo, luego por los positivistas y después por los revolucionarios; con la búsqueda de la separación de esferas, la del Estado y la de la Iglesia, fundamentalmente en el campo educativo, defendieron la necesidad de mantener una neutralidad en lo religioso y un jurisdiccionalismo sobre los efectos sociales de las manifestaciones religiosas.27

      En general, en Colombia y otros países latinoamericanos existieron diferencias en el proceso de separación entre el Estado y la Iglesia. En México y Centroamérica predominó el anticlericalismo y la separación; en el Cono Sur prevaleció un jurisdiccionalismo concordatario; en la Región Andina, luego de cortas etapas radicales, se fortaleció el conservadurismo y la preservación de los privilegios eclesiásticos. En Cuba, las clases gobernantes identificaron al clero con el gobierno de la antigua metrópoli, siguiendo, en consecuencia, un modelo de separación de corte liberal. En República Dominicana imperó un tipo de relación que buscó la unión entre los poderes civil y eclesiástico.28

      De todas formas, el proceso de laicidad y secularización suscitó un agudo conflicto, una tensión estructural, entre la Iglesia católica, hasta entonces hegemónica, y el Estado. Los puntos de mayor contenido simbólico fueron sin duda la expulsión de los jesuitas, la libertad de enseñanza y la eliminación de la mayoría de los privilegios que tenía la Iglesia, lo que implicó que el Estado pasara a cumplir unas funciones que antes adelantaba la Iglesia: el manejo y control de escuelas, registros civiles, cementerios, hospitales y cárceles. En algunas de estas actividades, esencialmente la atención de los hospitales y cárceles, la acción social y la asistencia de los más necesitados cumplió un papel determinante, importante, al pasar a manos del Estado, la beneficencia y la filantropía intentaron reemplazar a la caridad, sin conseguirlo.

      El Estado, en la mayoría de casos en formación, bajo criterios liberales, definió un tipo de modernidad en la que dominó la laicización del espacio político y social. Hubo, entonces, partidos políticos con dificultades para crear hegemonías modernas secularizadoras de largo plazo, resistencia de sectores campesinos, obreros e intelectuales al modelo autoritario y restringido de acumulación económica, así como una mayor presencia económica y militar de Estados Unidos.29

      Igualmente, Bastian, Rodolfo de Roux30 y Loaiza Cano están de acuerdo en que, en Colombia, los retrocesos en el proceso de secularización han sido frecuentes después de las tentativas de laicización impuestas por las armas liberales.31

      En efecto, luego de una etapa de radicalismo liberal, entre 1867 y 1880, en el que se pudo consolidar la separación entre el Estado y la Iglesia, que había sido sancionada a partir de la expedición de la Constitución de 1853, y plenamente implementada con la de 1863, se sucedieron dos rebeliones conservadoras, una sofocada, en 1876, y otra victoriosa, en 1885, que restablecieron gran parte de los antiguos privilegios de la Iglesia y condujeron a la firma de un concordato con el Vaticano en 1887, lo que implicó un entendimiento entre las élites, y sobre todo un freno a la modernidad, pues el proceso de urbanización fue lento, el país tuvo una vocación fundamentalmente rural, agraria.

      Fortunato Mallimaci32 aportó algunos elementos importantes a la cuestión del proceso de modernidad en América Latina, al afirmar que este no ha sido homogéneo y lineal, sino que se ha ido constituyendo con avances y retrocesos, y que ha tenido en cada momento histórico conflictos, negociaciones y enfrentamientos, por lo que es mejor hablar de las modernidades en América Latina.33 Coincide con Loaiza Cano en que, a partir de la creación de redes asociativas, incluyendo las logias, los círculos espiritistas y las sociedades protestantes, entre otros, fueron denunciados por el clero católico como la conspiración protestante, liberal, masónica y espiritista.34

      No es entonces aventurado pensar, como lo consideramos nosotros, que en Colombia la beneficencia y la filantropía promovidas por los sectores liberales, radicales, muchos de ellos vinculados a las logias masónicas, fueron estrategias, nuevos paradigmas de acción, que utilizaron esos sectores para alcanzar la anhelada modernidad, pero los retrocesos en el proceso de secularización hicieron que esos paradigmas y estrategias fueran un tanto débiles, pasajeros e inconsistentes, y que al llegar la Regeneración fueran prontamente reorientados, dándole más un énfasis a la caridad.

      Notas

      1 Sobre el Diario de Cundinamarca, su historia, tendencias editoriales, etc., se recomienda la consulta de mí artículo “El Diario de Cundinamarca: periódico del Estado Soberano”, publicado en Jorge Iván Marín Taborda y José Eduardo Rueda Enciso, comps.y eds., Historia y sociedad en Cundinamarca. Aportes historiográficos y documentales de la vida política y de lo público (Bogotá: Escuela Superior de Administración Pública, 2006), 173-197.

      2 Aquileo Parra, Memorias de Aquileo Parra (Bogotá: Imprenta de la Luz-Librería Colombiana, 1912), 137.

      3 José María Samper, Historia de una alma (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2009), 312.

      4 Parra, Memorias, 148.

      5 Aníbal Galindo, Recuerdos históricos: 1840-1895 (Bogotá: Imprenta de la Luz, 1900), 51.

      6 Según el artículo de María Teresa Gutiérrez Márquez (2014), fue en las dos primeras décadas del siglo XX que se suscitaron reflexiones acerca de la beneficencia, fruto de algunos debates que se dieron en el Congreso de la República en torno de la cesión de los terrenos de

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