Aproximación histórica a la relación de la masonería . José Eduardo Rueda Enciso
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7 El nacionalismo cosmopolita. La referencia europea en la construcción nacional en Colombia, 1845-1900 (Bogotá: Banco de la República-Instituto Francés de Estudios Andinos, 2001).
8 Batallas contra la lepra: Estado, medicina y ciencia en Colombia (Medellín: Banco de la República-Fondo Editorial EAFIT, 2002).
9 Entre la legitimidad y la violencia: los tres países de Colombia (Bogotá: Fescol-Cerec-ceso-Unijus, 2003).
10 Gutiérrez Márquez, “Pobres”, 2.
11 Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo Social y Asistencias Sociales. De la beneficencia al bienestar social: cuatro siglos de acción social (Madrid: Siglo XXI de España Editores, S.A., 1988), 7.
12 Ibid., 11.
13 Real Academia Española Diccionario de la lengua española (Madrid: Talleres Gráficos de la Editorial Espasa Calpe, S.A., 1984), 140.
14 Beatriz Castro Carvajal, Caridad y beneficencia. El tratamiento de la pobreza en Colombia 1870-1930 (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2007), 16 y 21.
15 Beatriz Castro Carvajal, La relación entre la Iglesia católica y el Estado colombiano en la asistencia social c. 1870-1960 (Santiago de Cali: Universidad del Valle, 2014), 10-12.
16 Castro, Caridad, 22.
17 Gilberto Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación colombiana, 1820-1886 (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2011), 202.
18 Ibid., 271.
19 Quanta Cura, 8 de diciembre de 1864, que promovió una nueva excomunión contra los masones. El Syllabus o Catálogo de ochenta proposiciones erróneas, 21 de diciembre de 1864, que condenó a las sociedades secretas como uno de los principales errores del siglo XIX. La del 25 de septiembre de 1865, que volvió a excomulgar y anatemizar a la masonería y a los masones.
20 Loaiza, Sociabilidad, 283.
21 Emilio Quevedo, Historia de la ciencia en Colombia. Medicina (parte I), tomo VII (Bogotá: Colciencias, 1993).
22 Claudia Patricia Platarrueda Vanegas, La voz del proscrito. Experiencias de la lepra y devenir de los lazaretos en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia 2019), 54.
23 Jean-Pierre Bastian, coord., La modernidad religiosa: Europa latina y América Latina en perspectiva comparada (México: Fondo de Cultura Económica, 2004), Introducción 7-15.
24 Fortunato Mallimaci, “Catolicismo y liberalismo: las etapas del enfrentamiento por la definición de la modernidad religiosa en América Latina”, en Bastian, La modernidad, 27-28.
25 Rodolfo de Roux, “Las etapas de la laicización en Colombia”, en Bastian, La modernidad, 63.
26 Mallimaci, “Catolicismo”, 29.
27 Roberto Blancarte, “Laicidad y secularización en México”, en Bastian, La modernidad, 45.
28 Ibid., 52-53.
29 Mallimaci, “Catolicismo”, 26.
30 De Roux, “Las etapas”, 61-73.
31 Bastian, La modernidad, 7-9.
32 Mallimaci, “Catolicismo”, 19-44.
33 Ibid., 20.
34 Ibid.
Los gobiernos liberales y la beneficencia
La Beneficencia manda al enfermo un local, una camilla, un enfermero.
La Filantropía se acerca al enfermo. Es un amigo que vigila para que se cumplan los reglamentos del hospital y las prescripciones del médico.
La Caridad le da la mano al enfermo. Es un ángel de consuelo que espía sus necesidades y adivina sus dolores. 1
1.1. Esbozo histórico de la asistencia social: entre la caridad privada y la beneficencia pública
Durante la Edad Media y hasta el siglo XVIII, la asistencia y prevención social recayó fundamentalmente en la Iglesia católica, o en instituciones que dependían de ella, pues por su conducto se acaparaba parte de la riqueza nacional, y de las donaciones y limosnas particulares. Las ayudas se repartían indiscriminadamente, sin preguntar de quién era la mano que recibía, pues la caridad era una obligación eminentemente compasiva, desinteresada, que todo cristiano debía cumplir, ya que asistir al menesteroso era un acto de amor a Dios y al prójimo.2 Por lo tanto, es el sentido de deber que cada cual tiene de socorrer a personas no pertenecientes a su círculo social inmediato. Se basa en la idea de que la generosidad es premiada en el cielo, como en la creencia de que debe dedicarse una décima parte de los ingresos personales, comúnmente llamado el diezmo, considerado como un deber religioso.
Según se la mire, la caridad tiene diferentes significados: para el filósofo, es un elemento de bienestar; para el político, es un elemento de orden; para el artista, un tipo de belleza; para el creyente, es la sublime expresión de la voluntad de Dios.3
La caridad está motivada por la fe religiosa, es propia y exclusiva del cristianismo, nació con él y es su base principal.4 Para el caso de la religión católica, es una de las tres virtudes teologales, que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos; es una virtud cristiana opuesta a la envidia y a la animadversión; así mismo, es una limosna que se da, o auxilio que se presta a los necesitados. Las obras de caridad son la acción moral y principalmente a la que se encamina al provecho del alma, o la que se hace daño, las que se hacen en bien del prójimo.5
Se divide en “privada, colectiva y pública. La primera es la que se ejerce por los particulares de manera aislada; la segunda por los particulares reunidos en asociaciones o juntas caritativas, formadas por personas que voluntariamente se prestan a ella, o por la ley; y la tercera, llamada generalmente beneficencia, es la caridad en su más lata esfera, derramando sus tesoros en nombre y a expensas del Estado”.6
Los orígenes de la caridad, para el caso de Occidente, se remontan al siglo III después de Cristo, nació con el cristianismo en expansión, dado que entre sus preceptos está el de “ama a tu prójimo como a ti mismo, lo que implica no sólo socorrer materialmente a nuestros semejantes, sino también consolarlos y darles pruebas de amor”.7