Aproximación histórica a la relación de la masonería . José Eduardo Rueda Enciso
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Quizás, uno de los problemas que evidencia el trabajo es la poca o escasa relación que hace entre el trasegar político y económico colombiano y el desenvolvimiento del tratamiento de la pobreza. Según como desarrolla, expone y presenta su investigación, parecería como si fuese igual, una continuación, la política liberal radical, la de la Regeneración y la conservadora en materia de beneficencia, asistencia, etc. Nosotros intentamos algo distinto, involucramos el accionar del liberalismo y de la masonería, especialmente durante el Olimpo Radical, 1867-1878, en pro de la consolidación de la beneficencia como política pública, lo que de alguna manera incidió en el tímido ejercicio de la filantropía.
Así mismo, deja de lado el fuerte peso de la ideología liberal, de la conservadora y de la Iglesia católica, que sin duda permeó buena parte de las acciones caritativas, benéficas y filantrópicas. Sorprende entonces que, cuando presenta y analiza el accionar de la Sociedad de San Vicente de Paúl y el del Círculo de Obreros, no haya tenido en cuenta el profundo y evidente carácter ideológico, conservador y católico que cumplieron ambas instituciones. Tal vez tratando de ser imparcial, lo que no creo, raya a veces en la inocencia y la ingenuidad, de las cuales tampoco estoy seguro.
La base documental trabajada por la profesora Castro es muy parecida a la que nosotros utilizamos aquí, fundamentalmente los periódicos consultados, pero intentamos otra lectura, tuvimos en cuenta los personajes, no todos, en especial los más representativos o destacados, su perfil profesional, su vinculación política y su posible ideología, mediada por su adscripción a la hermandad masónica, pues a lo largo de los 300 años de historia de la masonería especulativa esta ha estado involucrada y ha sido protagonista de los procesos de formación de los Estados nacionales; de las revoluciones que han sacudido la marcha de la humanidad: la industrial, las políticas e ideológicas; del proceso de establecimiento de la vida republicana, el sistema parlamentario y el presidencialismo; del fortalecimiento de la democracia; de los avances científicos y tecnológicos, ya que gracias al ideario de la orden han surgido destacadas figuras que han contribuido al avance del progreso y se han puesto al servicio de la acción social, entendida como el conjunto de esfuerzos de una sociedad por hacer frente a las necesidades y al aumento del bienestar de los individuos y grupos que la componen,11 por lo que tiene íntima relación con las medidas económicas, con las actitudes mentales que la pobreza o la necesidad material han suscitado, con la evolución política de los centros de poder, con las medidas legales y prácticas sobre el desarrollo y el trabajo, con la previsión social pública y privada,12 y la asistencia, considerada como la acción de prestar socorro a favor o ayuda del asistencialismo, tiene que ver con lo relativo a la asistencia social.13
El segundo libro es útil para conocer varios detalles sobre el establecimiento de la Congregación de Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación de la Santísima Virgen, la primera de vida activa que se estableció en los Estados Unidos de Colombia, posterior República de Colombia. La consulta del archivo de la comunidad fue provechosa, particularmente interesante es el estudio que se adelantó sobre la ayuda humanitaria en Colombia, capítulo 5, durante las guerras civiles decimonónicas y en el conflicto con Perú, pues muestra un aspecto poco conocido de la dimensión que alcanzaron tales eventos, así como la forma en que poco a poco se fue perfeccionando y calando la idea de imparcialidad, en pro de una ayuda humanitaria a los heridos, enfermos, etc., en los campos de batalla, algo que en los 70 años de violencia y conflicto en los que hemos vivido los colombianos ha perdido mucha dimensión. Queda un vacío que lleva a formular una pregunta: ¿en las guerras civiles de 1885 y 1895, por lo que presenta la autora, no hubo ayuda humanitaria?
Igualmente, es interesante el capítulo 6, sobre la profesionalización de la enfermería, contribuye mucho en ello la consulta adelantada en los archivos de la Universidad Nacional y de la Congregación. Sin embargo, presenta siempre el mismo problema subrayado en la obra anterior, todo parece como un continuo, en el que los cambios políticos no tuvieron que ver nada, curioso que no se haya tenido en cuenta el cambio de orientación de los ministerios en la coyuntura de la República Conservadora y la República Liberal, como también que no se hubiera mencionado el desarrollo de otras profesiones similares.
El capítulo 7, sobre las tensiones que se presentaron en el siglo XX entre la Congregación, la Junta de Beneficencia y el Estado colombiano, deja cierta inquietud de que algo faltó: a lo largo de los seis capítulos anteriores el uso del archivo de la comunidad es constante, mientras que es minoritario el de la Beneficencia de Cundinamarca, quizá por el desorden y desorganización que allí existe, pero, en este capítulo, la proporción cambia, se utilizó con profusión el de la Beneficencia y prácticamente nada el de las Hermanas de la Caridad. No creemos que ante los hechos que llevaron a la ruptura entre ambas instituciones, las Hermanas no hayan escrito ora a las autoridades de la Congregación en Francia, ora a la Beneficencia y demás instituciones encargadas, siquiera una carta de desahogo, de explicación, de protesta, etc. Así mismo, resulta extraño que no se haya consultado la prensa, para tener una aproximación a cómo fue dirigida la opinión pública, qué reacciones hubo, etc.
En general, la profesora Castro ha enfocado su estudio en el tratamiento de la pobreza urbana en Colombia, a partir de dos estrategias: la caridad y la beneficencia, tomándolas como la ayuda institucional y domiciliaria a los pobres, para lo que se formularon e implementaron políticas y acciones para socorrerlos, y se desarrollaron diversas formas de asistencia a los pobres;14 y en la relación del Estado colombiano y la Iglesia católica en un ámbito preciso, la asistencia social, entendida como una práctica proteccionista, ora civil, que garantiza las libertades fundamentales y la seguridad de los bienes y las personas en el marco de un Estado de derecho, ora social, que cubre los principales riesgos capaces de entrañar una degradación de la situación de los individuos, e implica ayuda material, moral y espiritual a individuos, familias, comunidades y grupos socialmente en desventaja.15
Castro plantea que, en algunas investigaciones sobre la educación en Colombia, relevantes para la filantropía, se incluyen análisis de programas educativos relacionados con los niños pobres y con grupos de obreros y trabajadores de servicios; y que el concepto de filantropía fue muy poco mencionado en Colombia y no fue casi aceptado. Se usaba a veces para referirse a las personas que daban donaciones a las instituciones de ayuda a los pobres, pero no se involucraban propiamente en sus actividades.16 Nuestro estudio se enfoca no tanto en el tratamiento de la pobreza, nos interesa más el asistencialismo que a través de la beneficencia trató de desarrollar la masonería por medio de la filantropía.
Algunos aspectos dejados de lado por la doctora Castro son presentados y analizados en profundidad por el profesor Gilberto Loaiza en su libro Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación colombiana, 1820-1886 (2011), esencialmente en la presentación de la sociabilidad conservadora estrechamente vinculada a la caridad, toda vez que fue una práctica basada en el contacto directo con los pobres, que propagó y prolongó la adhesión masiva de la población a la religión católica, encarnada esencialmente en la Sociedad de San Vicente de Paúl (1857) y en la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús (1864).
La práctica de la caridad, por parte de la Iglesia y los conservadores, tuvo importantes fundamentos ideológicos, no fue un instrumento subversivo, emanó de una concepción jerárquica e inmutable de la sociedad, que buscó crear un clima de armonía entre ricos y pobres.17
Loaiza presenta la Sociedad de San Vicente de Paúl, fundada en Bogotá, como una estrategia adoptada por el conservatismo para enseñar la religión católica; se preocupó por recolectar fondos, tuvo un consejo directivo y un reglamento, en el que se establecieron tres frentes de trabajo: el hospitalario, el limosnero y el docente, a los que se sumó el de propaganda, por considerarla, al igual que los miembros de la Junta