Azores. vvaa
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El Imperio portugués y los grandes descubrimientos
Prudentes, los historiadores estiman ahora que las islas fueron reconocidas inicialmente por los portugueses a su regreso de Madeira. De hecho, antiguos mapas italianos, como el Atlas Médicis de 1351, mencionan un grupo de siete islas que bien podrían ser nuestro archipiélago, respondiendo a los dulces nombres de las Cabreras en el este, la Ínsula de Brazi, Colombi Ventura y San Zorzo en el centro, y al norte los Corvi Morini (cuervos marinos). Además, hay indicios en la isla de Corvo que sugieren que los vikingos pudieron haber hecho una parada aquí alrededor del siglo X. También en Corvo se han encontrado algunas piezas que indicarían el rastro del paso de los fenicios en la antigüedad, pero los historiadores dudan de su autenticidad: un sacerdote portugués aficionado a la arqueología las habría retocado un poco en el siglo XVII para darle cierto peso a la investigación que pretendía hacer. De hecho, la versión de Frutuoso del descubrimiento del archipiélago en sus Saudades da Terra, que alimenta el conocimiento moderno, es muy cuestionada. En efecto, parece sorprendente que un esclavo negro fugitivo haya tardado doce años en ver São Miguel desde Santa Maria, como dice el autor: con buen tiempo, las dos islas son fácilmente visibles una desde la otra. Ante la confusión que rodea las fechas exactas del descubrimiento del archipiélago, algunos han planteado la idea de que su existencia se mantuvo en secreto por temor a la piratería hispana o italiana. Una confusión similar rodea el nombre del descubridor de las islas. Frutuoso habla de Gonçalo Velho Cabral (la tesis más popular), pero algunos cronistas mencionan otros nombres; el archipiélago era conocido quizá ya en el siglo XIV, o incluso, si debemos creer a algunas mentes caldeadas, desde Platón (mito de la Atlántida). A falta de una tesis más válida que la de Frutuoso, se puede considerar que el primero de los descubridores debidamente acreditado fue Gonçalo Velho, un monje que había forjado su carácter durante las cruzadas dando cuenta de unos cuantos infieles. Enviado por Enrique el Navegante para tomar posesión de esta isla, en nombre de Portugal, donde Diogo de Silves había atracado en 1427, Gonçalo no se dejó impresionar por el aura de magia que rodeaba el puerto de escala de su predecesor: el 15 de agosto de 1432, la bautizó como Santa Maria.
« Invención » de las Azores portuguesas
Más tarde, los marineros portugueses descubrieron, en este orden, São Miguel, Terceira, Graciosa, Pico, Faial, São Jorge y, finalmente, Flores y Corvo. En cuanto al nombre genérico de Azores, proviene de los muchos pájaros que los primeros marineros vieron sobrevolando sus embarcaciones, y que tomaron por azores (así se llaman también estas aves en portugués). En realidad eran milanos, pero el nombre permaneció. Otra explicación simple, aunque de dudosa certeza, que corre entre la población cuenta que sería el resultado de un error de pronunciación. El portugués azul habría sido mal pronunciado por los marineros españoles: azor. Las Azores fueron apodadas, pues, las islas Azules. Cabe suponer que los primeros habitantes estuvieron movidos por el interés de establecer una base naval en la ruta (de regreso) de las Indias (Indias Occidentales, como se llamaba entonces lo que hoy es el Caribe, todavía llamado hoy West Indies en inglés). En cualquier caso, esta vez Gonçalo Velho fue el gran promotor, dejando primero que proliferaran las ovejas, los cerdos, los caballos y demás ganado para ver si eran capaces de reproducirse y sobrevivir. Si así era, entonces los hombres podrían hacer lo mismo. Y eso es lo que pasó.
El poblamiento
El poblamiento real comenzó en 1439 y creció en tamaño a partir de 1443. En esa fecha, la corona portuguesa decidió conceder a los colonos la exención de los impuestos de exportación durante cinco años. El sistema de capitanías, que ya se practicaba en Madeira, se aplicó a las Azores: los capitanes donatarios se convirtieron de facto en gobernadores de su isla o parte de una isla y solo rendían cuentas ante Lisboa. Esta tradición de autonomía ha dejado su huella incluso en el sistema administrativo contemporáneo, porque, aunque las Azores constituyen un conjunto y una región autónoma, las islas compiten a veces entre sí, hasta el punto de que es imposible, por ejemplo, definir claramente una capital del archipiélago. Los colonos eran principalmente portugueses de entre los más pobres del Alentejo, Estremadura y El Algarve, pero también flamencos (especialmente en Terceira, gracias a Jácome de Bruges, el primer capitán donatario de la isla, que llevó a sus compatriotas hasta allí), bretones y normandos, en virtud de acuerdos con el gobierno de Lisboa. Se enviaron también a convictos que ya habían cumplido sus penas, y también hicieron el viaje unos cuantos moros y judíos. Todo esto dará a las Azores un aire mucho menos meridional que el de los portugueses en el continente, con consonancias ligeramente septentrionales en la toponimia y molinos de viento en el paisaje. La historia de las Azores también está íntimamente ligada a la de las travesías del Atlántico. Marineros de todas las nacionalidades pronto se percataron de su situación ideal como escala para los viajes largos, especialmente a la vuelta.
Las Azores, museo de arte flamenco
Mientras