Violencias y precarización. Gabriela Bard Wigdor
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En la línea aquí expuesta y como aspecto central en torno a la apuesta metodológica del relato biográfico, valdría la pena colocar la interrogante ante el carácter reflexivo que produce este enfoque metodológico en la necesaria articulación de una experiencia narrada en contextos específicos. La práctica del relato biográfico con jóvenes varones y mujeres dan cuenta de un ejercicio fenomenológico a partir de lo que Husserl denominó epojé,5 con la intención de trascender el sentido común en el que reposa lo cotidiano, y con ello encontrar en el ejercicio de la reconstrucción narrativa biográfica, aquellos elementos que dan cuenta de lo que está detrás de la realidad cotidiana de estos y estas jóvenes. En este sentido, a continuación, proponemos un recorrido de articulación, que permita relacionar el relato biográfico en torno al nivel del espacio vivencial, entendido como la trama cotidiana que condiciona la experiencia, así como el anclaje que permite dar cuenta de una subjetividad mediada en torno a un contexto sociohistórico caracterizado por una creciente precarización de la vida y de la presencia de diversas lógicas de violencia.
Anclaje. El espacio vivencial
El lugar de la experiencia, el espacio vivencial, constituye uno de los ejes de anclaje claves para comprender el relato biográfico juvenil. Al respecto, Arfuch sostiene: “la noción de lo biográfico remite al registro minucioso del acontecer, la nota fulgurante de la vivencia capaz de iluminar el instante y la totalidad” (Arfuch, 2002: 17). Instante y totalidad que se entretejen en el espacio vivencial no solo como lugar de encuentro, sino como horizonte de inteligibilidad que devele procesos y dinámicas colectivas en contextos sociohistóricos diferenciados. ¿Desde dónde hablan los jóvenes?, ¿qué particularidades adquiere el lugar desde el cual entretejen sus múltiples lógicas de vida? La fenomenología social, encabezada por el austriaco Alfred Schutz,6 da cuenta de cómo el individuo está anclado por su trayectoria biográfica, a partir de un estar inmerso en una realidad específica, aquella que constituye la experiencia inmediata. Sin la intención de desarrollar una amplia discusión en torno a dicho enfoque, y dado el interés de la presente obra en torno a la potencialidad del relato biográfico, consideramos que algunas de sus premisas contribuyen a dar cuenta de ello.
El punto de partida constituye la referencia que Schutz realiza al mundo concreto del vivir cotidiano, aquello que Husserl llamó Lebenswelt. La percepción del mundo por parte de los diversos sujetos proporciona la “evidencia primera”, que es el principio del estar en el mundo. Dicha evidencia, el sustrato donde se dan las experiencias prepredicativas y precategoriales (Rodríguez, 1993), se gesta en el mundo de la vida, en el mundo concreto que es el espacio vivencial del sujeto. Es a partir de dicho espacio desde el cual se produce la relación del individuo con el mundo, en un diálogo permanente que instaura sentido a través de la intencionalidad. Es decir, para la fenomenología husserliana, el elemento esencial de la conciencia7 de los individuos es su carácter de intencional, y se genera en el ámbito de la vida cotidiana como realidad eminente: mi aquí, en el orden espacial, y mi ahora, en el orden temporal (Rodríguez, 1993).
El segundo aspecto, ligado a intencionalidad, es la “actitud natural” definida como la manera en que desde el primer momento el individuo se coloca en el mundo, y en la cual permanece mientras se maneje en el ámbito de la vida cotidiana (Rodríguez, 1993). Es a partir de esta actitud natural que el sujeto reconoce el mundo y lo considera absolutamente real, coherente e incuestionable. Sumado a ello, estar en el mundo presupone también la existencia de otros individuos similares a mí, con quienes comparto un escenario específico, naturalizado, y que, a partir de ello, se constituye el carácter intersubjetivo de la vida. En general, la actitud natural es resultado de una lógica pragmática, es decir, el individuo enfrenta una multiplicidad de situaciones, en relación a un nosotros-otros, que deben ser resueltas con la intención de continuar con el curso normal de la vida.
El vivir cotidiano y la actitud natural dan cuenta de un itinerario que presupone al mundo cotidiano de los individuos, y están articuladas a partir de un acervo de conocimiento que permiten el desenvolvimiento del sujeto en el mundo de la vida, y que con ello capta, interpreta y resuelve situaciones.8 En general, este acervo funciona como un esquema de referencia, de interpretación y de solución de situaciones que conforman una diversidad de eventos, y van sedimentando el acervo de conocimiento del individuo: “la forma en que el mundo de la vida se delinea en el acervo es producto de la forma en que está organizado este, es decir, la composición de sus elementos y la forma en que fueron adquiridos articulados biográficamente y según el sentido depositado en ellos” (Rodríguez, 1993: 60).
Como mencionamos en el apartado anterior, el relato biográfico muestra un abanico de multiplicidades en la producción subjetiva juvenil en contextos de precariedad creciente. Las violencias que enfrentan los y las jóvenes en sus diversas manifestaciones, son experimentadas en los espacios cotidianos que constituyen sus mundos vida, desde donde tejen el sentido de sus vidas en relación a un nosotros-otros. El barrio, por ejemplo, es resultado de trayectorias de vida común que van definiendo relaciones de pertenencia, así como de diferencia, en un nosotros que constituye el sentido de pertenencia en torno al lugar. Al respecto, la “actitud natural” con la que los individuos, en este caso los jóvenes, asumen un mundo existente sin dudar de su realidad, da cuenta de cómo las violencias han penetrado en sus rutas biográficas, aferrándose como una continuidad natural de la que no existe escapatoria posible. Cómo las perciben, así como las representan, está sujeta a toda una configuración intersubjetiva de la experiencia, que es común a aquellos con quienes comparten un lugar en particular, y que asumen son condiciones dadas de las cuales no es posible salir o desvincularse.
Mediación. Lo micro devela lo macro
El término mediación se relaciona con la acción de articular. El énfasis en el relato biográfico, la construcción subjetiva en torno a la producción narrativa, no solamente permite dar cuenta de cómo, efectivamente, dicha trayectoria adquiere un valor privilegiado en el análisis de lo social. Existe en los últimos años, una importante producción en torno a la articulación de niveles de análisis micro-macro,9 que ha exigido una ruta crítica de lectura en torno al estudio de las culturas juveniles en nuestros contextos actuales.
Nuestra intención gira más en el sentido de la mediación, no tanto de la integración. Es decir, centrar una mirada microsubjetiva al estudio de las prácticas juveniles focalizada en el relato biográfico, plantea una trayectoria interpretativa que si bien encuentra elementos de andamiaje con fenómenos ligados al enfoque macroestructural (pobreza, marginalidad urbana, violencia institucional, violencia de género, narcotráfico, etc.), estos adquieren relevancia y se articulan desde la propia experiencia juvenil (véase figura 1).
A partir de la última década del siglo pasado, la irrupción de la subjetivación (Reguillo, 2000) se coloca nuevamente en la escena de la investigación social, centrado en el actor social como lugar privilegiado para el análisis y la comprensión de la vida social. En este sentido, la académica Rossana Reguillo sostiene: “la apropiación e interpretación que realizan los actores sociales de las condiciones objetivas del mundo, no representa solamente un tema, sino constituye más propiamente dicho un enfoque o un lugar metodológico desde el cual interrogar lo social” (2000: 52). En este sentido, la apuesta por el relato biográfico constituye una ruta clave para comprender, desde la propia mirada y experiencia juvenil, cómo se han ido configurando procesos densos de precarización ante escenarios marcados por diversos fenómenos de violencia.
Apostar por esta mirada en torno a la dimensión subjetiva, permiten entender a lo social de manera dinámica y a partir de una diversidad de lógicas de negociación y adscripción, que dan cuenta de un lugar situado históricamente constituido. Es decir, “el desafío consiste en penetrar hermenéuticamente en las estructuras cognitivas y afectivas de los actores sociales para encontrar ahí la presencia