Violencias y precarización. Gabriela Bard Wigdor

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Violencias y precarización - Gabriela Bard Wigdor

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militar, De Certeau se apropia de los términos táctica y estrategia para dar cuenta cómo los individuos generan resistencias o reproducen el poder en escenarios cotidianos. La táctica sería el recurso del débil para contrarrestar la estrategia atributo de quien domina o controla el espacio social.

      2 Al respecto, la autora de El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea realiza un análisis minucioso de cómo se configuró en la trayectoria de la modernidad decimonónica al capitalismo postindustrial, la articulación entre los espacios de lo público y lo privado, de lo íntimo y lo social, de “las formas de subjetivación que contribuían a la afirmación de una nueva privacidad” (Arfuch, 2002: 22).

      3 Bajtín, en relación con los géneros discursivos, acentúa la hibridación en el proceso de la interdiscursividad social y el sentido de lo dialógico, al considerar al Otro como figura determinante de toda interlocución (Arfuch, 2002).

      4 Al respecto, en el escenario específico de la academia en México destacan los trabajos producidos por juvenólogos de gran prestigio como Rossana Reguillo, José Manuel Valenzuela Arce, Maritza Urteaga, Alfredo Nateras, José Antonio Pérez Islas, Lourdes Pacheco Ladrón Guevara, entre otros.

      5 Husserl plantea como contribución clave un ejercicio de trascender la actitud natural por parte del individuo, que suele colocarse de forma acrítica ante el mundo tal y como se le presenta cotidianamente. En palabras de Aguirre Torres, “la puesta en marcha de la epojé implica asumir radicalmente una nueva ‘actitud’, dejando en suspenso las convicciones, prejuicios y valoraciones fundadas en el mundo en la actitud natural, con la finalidad de ir a las cosas mismas tal y como reza el principio metodológico de la fenomenología” (Aguirre Torres, 2014: 81).

      6 Al respecto, Zeyda Rodríguez comenta: “la obra de Schutz tuvo como objetivo reestructurar la sociología hermenéutica de su época, a partir de la noción husserliana de que el sujeto es quien atribuye significados a sus acciones” (Rodríguez, 1993. 12).

      7 Schutz utiliza el término corriente interna de conciencia, para designar un espacio de la conciencia en el cual el sujeto deposita su experiencia del mundo y donde el tiempo transcurre significativamente (Rodríguez, 1993).

      8 Para Schutz la situación se define mediante “la inserción de la existencia individual en la estructura ontológica del mundo” (Schutz y Lukhman, 2009); y se encuentra preestructurada por una serie de elementos impuestos, pero a la vez abierta a la resolución.

      9 Al respecto, la “doble hermenéutica” de Giddens o el “habitus” de Bourdieu como propuesta de articulación entre los mundos objetivo y subjetivo, son muestra clara de dicho giro.

      10 En su obra célebre Las palabras y las cosas, Foucault (1998) nos permite comprender cómo el discurso se genera a través de un conjunto de reglas anónimas e históricamente determinadas que limitan al sujeto. En este sentido, a través de un análisis histórico genealógico, vislumbra cómo en diversos periodos se han establecido reglas de lo enunciable que establecen los criterios de aceptación y validez discursiva.

       Vidas precarias, vidas carenciadas. Relatos biográficos juveniles vinculados al mercado sexual en Ciudad Juárez, México

      Salvador Salazar Gutiérrez

      Introducción

      El trabajo presenta los resultados preliminares de una investigación en curso en torno a la producción de vidas precarias (Butler, 2006) y vidas carenciadas (Valenzuela Arce y Mabel Moraña, 2017) insertadas en el mundo del trabajo sexual, en Ciudad Juárez, México. Centra su atención en relatos de historia de vida de jóvenes, varones y mujeres en un contexto en la frontera norte de México, caracterizado por una creciente vulnerabilidad e indefensión económica, política y social, así como la presencia de una necropolítica (Mbembe, 2011) asociada a la producción de cuerpos sacrificables. A partir de las narrativas generadas desde la propia trama de sentido por el sujeto juvenil, permite anclar experiencia individual con el contexto sociocultural, así como visibilizar las tensiones entre lo íntimo, lo privado y lo público. Si bien existe una tradición importante desde los estudios feministas que abordan el fenómeno de la prostitución y la industria sexual —con un énfasis hacia sus implicaciones en los cuerpos femeninos—, el trabajo aquí expuesto gira su mirada en el análisis de identidades juveniles desacreditadas a partir de su vinculación al mundo del mercado sexual.

      Fundamentación del problema

      La práctica de la prostitución ha sido uno de los fenómenos con presencia constante en la vida de la frontera, con una histórica vinculación a un imaginario dominante que la ha vinculado a manifestación de inmoralidad. No se puede entender un estigma asociado a “leyenda negra” en diversos periodos históricos de Ciudad Juárez, sin tener presente la dinámica del mercado sexual vinculado al giro de la “diversión indecente” (García 2013), que caracterizó a la frontera desde la época posrevolucionaria.

      En México se ha generado una serie de estudios en torno al mercado sexual más allá de una visión normativa-punitiva (Lamas, 2014). En los últimos años se ha dado un giro en torno a enfoques socioculturales y contextos de violencia asociados a este fenómeno (Segato, 2006). Aquí se coloca el aporte central de la presente investigación, abordar la construcción de la experiencia de vida de jóvenes —mujeres y varones— vinculados al mercado sexual en Ciudad Juárez, en un escenario caracterizado por procesos de carencia y precarización.

      Se ha presentado un debate teórico-normativo interesante en torno al trabajo sexual. Es importante retomar de Villa Camarma (2010) la siguiente clasificación general, en relación a cómo ha sido abordada la forma de entender el cuerpo y la sexualidad desde diversas perspectivas: prohibicionista, abolicionista, reglamentarista y laboralista. Cada una de ellas encuentra como eje en común el significado que otorgan al discurso del cuerpo femenino, y en especial al trabajo sexual de la mujer:

       El cuerpo como delito. Aquí, el mercado de servicios sexuales es visto como un atentado a valores éticos: la gestión sexual del cuerpo femenino resulta ser oficialmente un delito de carácter moral y legal, que provocaría la perdición y corrupción de los “valores tradicionales” (Villa Camarma 2010, 159). El Estado se coloca como una instancia de control del orden y guardián de la moral compartida, por lo que se asume que la generación de un andamiaje prohibicionista y persecutorio es el marco de actuación frente a la prostitución. La institucionalidad punitiva insertada en la estructura policial del Estado (instituciones de seguridad pública o salubridad, policías, centros de reinserción social —CERESOS—) es la encargada de proveer de los marcos normativos y operativos para salvaguardar el orden moral que castiga la mercantilización de los cuerpos femeninos con fines sexuales. Martha Lamas plantea que lo que está detrás de este tipo de recursos legales es más una perspectiva estigmatizante y moralista del trabajo sexual, reduciendo a una condición de víctimas a las trabajadoras sexuales y con ello no considerando factores estructurales —pobreza, precariedad de empleos, violencias, etc.—, presentes detrás de las mujeres que toman la decisión de valerse de la prostitución

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