Violencias contra niñas, niños y adolescentes en Chiapas. Austreberta Nazar Beutelspacher
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Se hará evidente la importancia de esta aproximación metodológica mediante diferentes análisis basados en datos de dos encuestas probabilísticas: una en hogares (n = 4,488) y otra en estudiantes de escuelas secundarias (n = 7,914), con población indígena y mestiza representativa de las ciudades implicadas en el estudio. Mediante las encuestas se recabó información sobre explotación sexual comercial infantil, violencia física contra hijas e hijos, testimonio de violencia física contra la madre y abuso sexual, con información relativa a los hogares y a los barrios y colonias, contrastando a las poblaciones indígenas y no indígenas.
En el primer capítulo, se presenta información estadística que documenta la pertinencia del estudio de las violencias en población indígena (y no indígena), especialmente para el estado de Chiapas, a la vez que se identifican las principales fuentes de información sobre el tema a nivel nacional. Entre ellas destacan la Encuesta de Salud y Derechos de las Mujeres Indígenas (ensademi) 2008, llevada a cabo en 2006-2007, y la Encuesta Nacional de Niñas, Niños y Mujeres (enim), la cual también hizo un esfuerzo para mejorar la disponibilidad de información con representatividad de población rural e indígena (De Castro et al., 2016; insp y unicef, 2016). A partir del panorama de las violencias contra niñas, niños y adolescentes en población indígena y no indígena en México y en Chiapas, se ubica la importancia de este libro en cuanto responde al llamado para continuar e incrementar los esfuerzos para el estudio de las violencias en estas poblaciones, especialmente las relacionadas con niñas, niños y adolescentes.
El segundo capítulo, sobre explotación sexual comercial infantil, expone los datos en el ámbito ‘local’ de barrios y colonias. Es un esfuerzo para identificar la situación en dicha escala; explotación que suele ser invisible, minimizada y normalizada por colonos y gobiernos, haciendo evidente su relación con las condiciones de desventaja social y económica de los barrios y colonias. Se propone como aproximación teórica la de desorganización social y se utiliza una metodología indirecta mediante el testimonio de vecinos y colonos (prostitución observada) sobre esta forma de violencia contra niñas y adolescentes, aportando evidencias de su existencia como un fenómeno ampliamente extendido en las tres ciudades chiapanecas.
El tercer apartado sitúa el análisis de las expresiones de violencia física contra hijas e hijos, en el ámbito del hogar, ubicando a las niñas, niños y adolescentes como víctimas primarias antes que secundarias, a la vez que se aporta una caracterización de esa violencia en un análisis comparativo de población indígena y mestiza, considerando la estructura familiar, el papel de la etnia y la vulnerabilidad de los menores por edad y sexo, así como en relación con la desventaja socioeconómica de las familias.
En el capítulo siguiente, dedicado al análisis del abuso sexual infantil, se señalan las diferentes vulnerabilidades de menores indígenas y mestizos en cada una de las tres ciudades del estudio. Se identifica un riesgo diferenciado de ocurrencia del abuso sexual por ciudad, a la vez que se propone una explicación basada en los aspectos normativos que lo toleran y favorecen desde un esquema de dominación masculina y desorganización social. La exploración del tipo de abuso y sus perpetradores aporta elementos para comprender la vulnerabilidad y riesgos a los que están expuestos diferencialmente niñas y niños, indígenas y mestizos, en el ámbito del hogar y fuera de él. Se hace especial mención a los abusadores que las víctimas conocieron por Internet y se discute el tema ligado al acceso y uso de las tecnologías de información y redes.
El quinto capítulo analiza las violencias múltiples, incluyendo la violencia física en el hogar y el abuso sexual. Se muestran las múltiples interrelaciones entre ámbitos (ciudades, barrios y colonias y familias), con un marco explicativo de concatenación de violencias y acumulación de riesgos que conducen al abuso sexual de menores en Chiapas; esto es, la polivictimización.
Los hallazgos del estudio, además de estimaciones probabilísticas de la magnitud de las distintas expresiones de violencia en niñas, niños y adolescentes indígenas y mestizos de Chiapas, elaboradas sobre los datos proporcionados directamente por la población, aportan distintos elementos para la reflexión en torno al efecto de la desigualdad socioeconómica, la étnica, la de género, la edad y las estructuras familiares. Se analiza la interconexión entre distintas expresiones y ámbitos de ocurrencia de las violencias, y se examina el hogar como espacio de victimización primaria de menores o de generación de condiciones para que suceda el abuso sexual, así como su papel en la articulación y mediación de las condiciones socioeconómicas y culturales en barrios y colonias y en las ciudades, con las niñas, niños y adolescentes. Lo anterior en un contexto de acelerados cambios económicos, sociales y culturales que se expresan en la composición y relaciones familiares, incrementando la fragilidad de las familias y las complejidades de la crianza, más aún en un estado como Chiapas, caracterizado por su pobreza, marginación, desigualdad social y de género, discriminación, y grandes grupos de población muy vulnerables, como son los menores indígenas y no indígenas.
1 Existe un debate sobre la palabra menor para referirse a niñas, niños y adolescentes. Fuera del ámbito jurídico, el término se interpreta como “un sello” para marcar la condición social de niñas, niños y jóvenes, y “se utiliza para criminalizar la pobreza, a cierto grupo social, o para definir a los que no tienen la suerte de contar con oportunidades” (Castillejo Cifuentes, 2011: 69). Es una palabra que estigmatiza y refuerza una condición denigrante. En la presente obra, cuando se mencione menor o menores, se hará en referencia a niñas, niños y adolescentes que no han cumplido 18 años, sin ningún sentido de estigmatización o criminalización.
2 La noción de comercio sexual en un contexto de intercambio y explotación, Finkelhor (2005), desde las teorías de la supremacía masculina, habla del menor como una “comodidad de valor” a la que trata de maximizar su acceso para satisfacer necesidades sexuales.
3 Subrayado nuestro.
4 Baita y Moreno (unicef, 2015) identifican cuatro reformas en países occidentales, como Reino Unido y Estados Unidos de América. La primera fue la legislación para proteger a la niñez mediante su separación de padres abusivos; la segunda fue el “movimiento humanista” derivado de la Revolución francesa, que en primera instancia se opuso a la crueldad contra los animales (1866) y después, en 1874, se atendió la prevención de la crueldad contra niñas y niños. Estas reformas, con origen en la “Ley de pobres” del Reino Unido, buscaban, desde un fundamento moral, proteger a la sociedad de las niñas sexualmente activas, más que amparar a las propias niñas, al mismo tiempo que se mantenía una fuerte discriminación contra los pobres, incluyendo a los menores. La tercera reforma se refería al tratamiento más que al castigo a la niñez, sobre todo a niñas y niños “delincuentes”, mientras que el abuso sexual y el abuso físico tuvieron mucha menor atención. La cuarta reforma, ocurre por el reconocimiento social e internacional de la violencia física y sexual como importantes problemas sociales y de salud pública, pero, como se dijo previamente, es muy reciente.
5 Busso (2001: 8) define a la vulnerabilidad social “como un proceso multidimensional que confluye en el riesgo o probabilidad del individuo, hogar o comunidad de ser herido, lesionado o dañado ante cambios o permanencia de situaciones externas y/o internas”.