Construir la paz en condiciones adversas. Jefferson Jaramillo Marín

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Construir la paz en condiciones adversas - Jefferson Jaramillo Marín

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han logrado consolidar y mantener un movimiento social que reúne cuatro características fundamentales:

      A. Solidaridad social. Las organizaciones campesinas han impulsado el trabajo organizativo desde las veredas, donde se originaron los primeros lazos de solidaridad y nacieron los primeros procesos organizativos de la región.

      B. Interacción sostenida. Las veredas, vistas como espacios socioculturales, han sido los espacios donde se tejen las redes sociales que dinamizan el futuro de la acción colectiva. En estos espacios los campesinos han construido sus procesos identitarios, se han descubierto como el producto del menosprecio del que han sido objeto por el Estado colombiano y han forjado sus interacciones sociales en la lucha por el reconocimiento y la integración socioeconómica y política.

      C. Propósitos comunes. Los participantes de las marchas y protestas campesinas han estado siempre impulsados por el propósito conjunto de sustituir la producción de coca por economías locales sostenibles, las cuales les permitan a ellos y a la región conquistar una estabilidad socioeconómica y ambiental, así como una integración favorable a las dinámicas nacionales.

      D. Demandas colectivas. Las organizaciones campesinas han logrado estructurar propuestas de desarrollo avaladas colectivamente, en las que, al tiempo que recogen las principales necesidades y prioridades del conjunto de la población campesina de la región, incorporan nuevas demandas que involucran a los nuevos pobladores y núcleos urbanos.

      Desde nuestra lógica interpretativa son varios los elementos transversales constitutivos de estas formas organizativas que ameritan mayor exploración etnográfica. En otros procesos investigativos hemos avanzado en mostrar la importancia de estos elementos para la investigación con organizaciones, los cuales queremos destacar aquí como necesarios de continuar abordando en la investigación sobre esta y otras zonas del país (Jaramillo, Castro y Ortiz, 2018):

      Cohesión. Es necesario indagar con más densidad analítica y perspectiva veredal por la respuesta cohesiva de las organizaciones a la fractura y ruptura que produce la violencia, a los dispositivos de generación del miedo, a la intimidación y a sus consecuencias, como los asesinatos de personas miembros de su comunidad, la pérdida de bienes, el desplazamiento forzado, el despojo de territorios y el bloqueo organizativo. Existe mucho supuesto teórico en torno a que estas situaciones han sido el marco para la reafirmación comunitaria u organizativa, desde unas prácticas de identificación que les permitan construir sentidos de lo común, permanecer y pervivir.

      Legitimidad. Habitualmente se considera que en estas organizaciones existe un reconocimiento intrínseco a sus decisiones y marcos de acción, probablemente en virtud de su vínculo cultural, de sus esquemas de percepción y acción compartidos, del reconocimiento del trabajo; sin embargo, explorar etnográficamente este factor resulta relevante, en la medida que permite comprender la legitimidad en los momentos de toma de decisiones trascendentales en el devenir comunitario.

      Reafirmación constante. Comúnmente se asume en la literatura que estas formas organizativas cuentan con la capacidad de reconstruirse, reafirmarse, reexistir y enriquecerse continuamente frente o en la adversidad. Aun así, se debe seguir indagando sobre qué es lo que garantiza a las comunidades organizarse y responder de forma oportuna y subvertora a las necesidades internas, al contexto, y actuar frente a las contingencias críticas y a la diversidad de actores.

      Autonomía. Sin mucha crítica, se concibe que estas formas organizativas tienen una capacidad para construir normas y procedimientos propios desde los que se procura la regulación soberana en el territorio; sin embargo, etnográficamente debe comprenderse cómo acontece ese escenario de articulación y disputa, incluso con otros actores comunitarios e institucionales del Estado, frente a la generación de las reglas, la construcción de una agenda política propia y la recreación de posibilidades propias, no impuestas pero sí discutidas y accionadas en distintos niveles.

      Conflictividad latente. Los contextos en los que se despliegan estas formas organizativas no implican escenarios ingenuos, ideales, homogéneos y armoniosos. Así, es necesario comprender cómo construyen el disenso; la contradicción y la discordia forman parte de las bases sobre las que se construye institucionalidad comunitaria para la paz.

      Movilización y puesta en escena de gramáticas de reexistencia. Se asume también que estas formas organizativas tienen capacidad de acción popular, de generación de fermento ciudadano y de múltiples repertorios de vida como maneras de contrarrestar las innumerables geografías del despojo (cotidiano, violento, epistémico, etc.); no obstante, ¿cómo ocurre esto? ¿En qué consisten estos repertorios? Estas son preguntas aún pendientes de exploración.

      Perspectiva territorial y de cotidianidad. Una mirada etnográfica sobre estas formas organizativas implicaría un retorno a lo cotidiano de sus prácticas, con el fin de comprender qué pasa por el reconocimiento de los saberes otros, de las particularidades de los contextos de producción de formas de gestión.

      Acción en red. También se considera que estas formas organizativas se caracterizan por potenciar los vínculos diversos a partir de la identificación de actores estratégicos, con quienes se construyen articulaciones, espacios transitorios de consenso y alianzas estratégicas que posibilitan el trabajo conjunto y la optimización de recursos; sin embargo, amerita preguntarse, desde el trabajo etnográfico, ¿qué ocurre a nivel local con esa acción en red? ¿Qué alianzas se dan en diversos ámbitos de actuación (la escuela, las iglesias, las asociaciones de productores, el consejo comunitario, las cooperativas, los colectivos de trabajo)? ¿Cómo se construyen y movilizan acciones para reaccionar y contrarrestar y no quedar en indefensión histórica?

       Notas

      1 Lejanías, El Castillo, Puerto Concordia y El Dorado, y, parcialmente, los municipios de Guamal, Granada, Fuentedeoro, Puerto Lleras y San Luis de Cubarral.

      2 San José del Guaviare, El Retorno y Calamar.

      3 Algunas de las reflexiones sobre los procesos organizativos adelantados en la región amazónica occidental, de manera particular en el departamento del Guaviare y el sur del Meta, fueron retomadas de la tesis doctoral de Henry Salgado (2012).

      4 Categoría abordada desde Olarte (2019), Ojeda (2013) y Jaramillo, Berón y Victoria (2020).

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