Los juegos de la política. Marcela Ternavasio

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Los juegos de la política - Marcela Ternavasio Hacer Historia

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de cerca el poder que solía tener el emperador francés; formado como militar de carrera en España, participó en la guerra peninsular como soldado del rey hasta su regreso a Buenos Aires en 1812 con la decisión de librar una campaña libertadora contra el yugo colonial.[85] Apenas dos años después de su llegada, la sensación imperante en Buenos Aires es que, con el fin de las guerras napoleónicas, la América española perdió su mejor oportunidad de independizarse.

      La estrategia negociadora que proyecta el gobierno de Buenos Aires pasa por todas las alternativas posibles respecto de las potencias involucradas. Si bien la independencia constituye el primer punto de las instrucciones reservadas, la escasa convicción de poder alcanzarla queda de manifiesto en la detallada enumeración de opciones mencionadas a continuación, que van desde pactar una “libertad civil” con España que garantice el viejo reclamo de los criollos de acceso a los empleos dentro del marco de la monarquía, pasando por una monarquía constitucional con un miembro de la familia real española o inglesa, hasta la protección de alguna potencia europea (con preferencia, Gran Bretaña). Pero además se instruye a Rivadavia y Belgrano sobre un punto crucial: deben hacer escala en Río de Janeiro y permanecer allí hasta determinar los alcances del apoyo portugués a la expedición española. El director supremo y el Consejo de Estado redactan las instrucciones en el mayor secreto y sin dar participación a la Asamblea, cuya labor languidece: ante la amenazante situación bélica, sus diputados delegaron “facultades extraordinarias” al Ejecutivo. Por añadidura, decae el impulso radical primigenio de la Asamblea, aquel de cuando sus diputados apostaban al triunfo de Bonaparte en España.

      El bloque artiguista también busca negociar –en este caso con Portugal y, por su intermedio, con España–, de modo que envía misiones a Brasil. Artigas se mueve en el litoral rioplatense y las tropas de Buenos Aires –que entretanto persiguen a Otorgués, quien tiene sus fuerzas dispersas– cometen actos de bandidaje y saqueo. El lugarteniente de Artigas intenta obtener la protección de los lusitanos en la frontera sur del imperio y el 13 de septiembre acredita una misión a cargo de José Bonifacio Redruello y José María Caravaca ante la corte de Braganza. El primero es un sacerdote y el segundo un oficial español que luego de caer la plaza de Montevideo terminan en los campamentos de campaña artiguistas. En sus misivas al príncipe regente y al encargado de negocios de España en Río de Janeiro, Otorgués presenta a sus diputados, rinde fidelidad y sumisión a Fernando VII y destaca que su enemigo –tanto como del rey– es el foco revolucionario en Buenos Aires:

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