Entre narcos y policías. Javier Auyero
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Aunque marginal en su forma organizacional (un hotel ocupado, una cooperativa de trabajadores), el Bauen tiene una ubicación geográfica central a pocas cuadras del Congreso de la Nación y a pasos de una de las intersecciones más transitadas de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, la mayoría de los integrantes de la cooperativa debía hacer largos viajes desde barrios pobres y de clase trabajadora en los suburbios. Si se toma un colectivo cerca del Bauen, se demorará casi una hora y media y dos cambios de línea para llegar a Arquitecto Tucci, el barrio donde Javier ha estudiado la violencia cotidiana desde 2009 (Auyero y Berti, 2013). En un contexto muy diferente, documentó la intermitente, contradictoria y altamente selectiva presencia del Estado entre los pobres urbanos. Ese estudio de la acción estatal fue sobre todo una reconstrucción de las maneras en que un actor (la policía estatal) aparecía, era padecido y ponía su impronta en las vidas de los más desposeídos: a veces bajo la forma de un operativo policial visible (un allanamiento en un punto de venta de drogas, un día entero de operaciones de detención y cacheo), y otras, bajo la forma de un acuerdo secreto entre un agente de policía y un vendedor de droga local (“narco”). El estudio original se mantuvo en particular en el nivel fenomenológico. Dado que el foco analítico del proyecto residía en lo que Javier llamaba “concatenaciones de violencia”, no llegó al “detrás de la escena” para examinar esta modalidad de intervención estatal. Sin embargo, persistió la curiosidad por ese “detrás de escena” de la acción estatal cuyos aspectos ilícitos son un secreto a voces entre los residentes de muchos barrios marginados y entre quienes estudian la vida cotidiana de los pobres urbanos.
En el transcurso de nuestros proyectos de investigación individuales –nos damos cuenta ahora–, ambos luchábamos a brazo partido con temas análogos: cómo dar sentido a las conflictivas e inconsistentes intervenciones del Estado (la policía, en el caso de Javier; los municipios, la legislatura nacional y los juzgados, en el caso de Katie) entre grupos vulnerables y precarios.
Además de seguir líneas de investigación relacionadas entre sí, compartimos una visión sobre cómo acercarnos a nuestra labor. Ambos creemos que
el Estado contemporáneo puede ser mejor captado […] por cómo trata a sus pobres y sus delincuentes, sus inmigrantes y sus detenidos, por cómo administra los barrios urbanos sensibles y las zonas de espera fronterizas, las instituciones correccionales y los centros de detención, por su uso de prácticas a la vez opacas y espectaculares, desviadas o ilegales (Fassin, 2015: 3).[1]
Con conceptos e imágenes como ensamblaje, manos, campo y piezas, buena parte de los estudios académicos recientes han dividido y desreificado al Estado, en última instancia cuestionando su unidad e integridad (Bourdieu, 2015; Fassin, 2015; Schneider y Schneider, 2003; Jessop, 2016; Morgan y Orloff, 2017). En este libro buscamos dar un paso más en la dirección señalada por este estimulante corpus. Abrimos el debate sobre el carácter del Estado en un tiempo y un lugar específicos (la Argentina durante las primeras dos décadas del siglo XXI) a través del minucioso análisis de los recursos, prácticas y procesos que son centrales en las relaciones clandestinas que vinculan a los actores estatales con grupos que desarrollan acciones que el propio Estado define como criminales.
Ahora vamos a referirnos a la serie de acontecimientos afortunados (y a las personas detrás) que hicieron posible este libro. Acontecimiento uno: mientras ambos trabajábamos en nuestros proyectos individuales, Karen Cerulo, la editora de Sociological Forum, invitó a Javier a escribir un ensayo acerca de las relaciones entre el Estado y los pobres urbanos en el Sur Global. Esa invitación propició el diálogo inicial acerca de lo que, a nuestro común entender, brillaba por su ausencia en las conversaciones académicas sobre etnografía urbana y maneras de conducir una investigación sistemática sobre las actividades invisibles y potencialmente ilícitas de los actores estatales. La cuidadosa lectura de los artículos publicados en los diarios y las crónicas periodísticas de investigación nos reveló fuentes de información imprescindibles (procesos judiciales y escuchas telefónicas) que hasta el momento no habíamos analizado de manera exhaustiva. Pronto caímos en la cuenta de que había numerosos ejemplos en las escuchas telefónicas (Berlusconi, 2013; Campana, 2011; Campana y Varese, 2012; Natarajan, 2006) e incluso más en los archivos legales (entre ellos, Ginzburg, 1992; Kertzer, 2008).
Acontecimiento dos: el notable periodista argentino Cristian Alarcón nos puso en contacto con dos intrépidas y extraordinarias periodistas y cronistas, María Florencia Alcaraz y Silvina Tamous. “Ellas te pueden ayudar”, le dijo a Javier cuando él le preguntó si existía alguna posibilidad de acceder a los procesos judiciales mencionados en los periódicos. Y por supuesto que ayudaron. Florencia y Silvina localizaron los casos judiciales y aportaron información de sumo valor para ayudarnos a comprenderlos. Ambos les estamos inmensamente agradecidos por eso. La emoción de abrir un archivo y tener acceso a escuchas telefónicas “en crudo” es difícil de describir. La energía cosechada con el éxito inicial de esa búsqueda a su vez nos indujo a revisitar material etnográfico anterior y realizar una nueva ronda de entrevistas bajo la conducción de María Fernanda Berti, coautora con Javier del libro La violencia en los márgenes.
Acontecimiento tres: Fernanda estaba dispuesta, disponible y más que decidida a volver al campo. Gracias, Fernanda, por esa investigación que fue esencial para el desarrollo de nuestros argumentos en los capítulos 2 y 3. Además del invalorable trabajo de Fernanda, queremos expresar nuestra gratitud a los vecinos de Arquitecto Tucci que participaron en el estudio desde sus inicios. Este proyecto no habría sido posible sin su confianza y su colaboración, y ambos estamos en deuda con su generosidad y su buena disposición para compartir sus experiencias
Gracias también a nuestra colega Mary Ellen Stitt, por ayudarnos a afinar el argumento sobre los caminos de la violencia que presentamos en el capítulo 3. Una versión de ese capítulo fue publicada en la revista Social Forces, y agradecemos a los reseñistas anónimos por sus valiosos comentarios. Partes del capítulo 3 también fueron publicadas en la Latin American Research Review. Vaya entonces nuestro agradecimiento a Aníbal Pérez-Liñán, Guillermo Trejo y los reseñistas anónimos por su colaboración para pulir nuestra argumentación sobre el cinismo legal.
A medida que desarrollamos una lista de lecturas compartidas sobre sociología política, criminología y campos adyacentes, comenzamos a profundizar más en ese mundo transaccional que las escuchas telefónicas visibilizaban. Durante este período, numerosos especialistas nos ayudaron a interpretar el sentido de nuestros hallazgos, ya fuera con indicaciones sobre investigaciones que pudieran contribuir a nuestra expedición intelectual, escuchando nuestras disertaciones en distintas conferencias o leyendo las primeras versiones de partes de este manuscrito. Queremos agradecer a Pablo Alabarces, Desmond Arias, Nino Bariola, Sarah Brayne, Abby Cordova, Matías Dewey, Scott Decker, Gabriel Ferreyra, Sandra Ley Gutiérrez, Tina Hilgers, Alisha Holland, David Kirk, Pablo Lapegna, Benjamin Lessing, Aníbal Pérez-Liñán, Jenny Pearce, Shannan Mattiace, Marcelo Sain, Gemma Santamaría, Sharon K. Schierling, Svetlana Stephenson, Guillermo Trejo, Federico Varese, Loïc Wacquant, Vesla Weaver y Melissa Wright. ¡Muchas gracias a todos!
Dennis Rodgers leyó muchas, muchísimas versiones de este manuscrito y aportó comentarios increíblemente valiosos y específicos. ¡Muchas, muchas pero muchas gracias, Dennis! La próxima vez que nos veamos, nosotros pagaremos la cena, pero nos reservamos el derecho de elegir el lugar.
Karen Cerulo, editora de Sociological Forum, conoció nuestro argumento general cuando nos invitó a publicar un ensayo en un número especial de la revista que con tanta habilidad edita. Gracias, Karen, por esa primera invitación. Como dijimos antes, este libro es producto de aquel esfuerzo inicial.
Presentamos partes de este libro, ya se trate de argumentos preliminares o primeras versiones de diversos capítulos, en