Rafael Gutiérrez Girardot y España, 1950-1953. Juan Guillermo Gómez García

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Rafael Gutiérrez Girardot y España, 1950-1953 - Juan Guillermo Gómez García Ciencias Humanas

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asumieron hace más de veinte años las universidades colombianas a instancias de las directrices del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias), la investigación académica en Colombia seguiría en pañales. O sería cuasiinexistente. El camino recorrido por la investigación universitaria en estos últimos años, pese a los exiguos presupuestos y la burocratización necia, ha sido notable y ha cambiado decisivamente la cultura institucional. Si en la designación de recursos y en la mentalidad clientelar política la ciencia y la investigación universitaria son la Cenicienta del paseo (nada millonario), es un deber reconocer que se ha sembrado por terrenos que no todas las veces son estériles. Es una ironía corroborar que, cuanto más mezquino se muestra el Estado central en brindar los recursos necesarios (la realidad, no he recibido un solo centavo de Colciencias para esta investigación), más parece estimularse el ego creativo, más libertad tiene el investigador para llevar a cabo sus experimentos académico-universitarios. Ernesto Guhl decía que, “cuando un investigador piensa solo en dinero, no se diferencia en nada a la mafia”, pues el estímulo en estos casos no es siempre dinero, sino también un ethos científico, que a veces se emparienta con el caos, que llama a hacer las cosas de la mejor y solo de la mejor forma conscientemente posible.

      Con todo, debo reconocer en forma muy especial la generosa colaboración de la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, por las horas que en el llamado Plan de Trabajo Institucional me han venido reconociendo, desde hace años, para cumplir con esta labor investigativa. Sin estas horas académicas hubiera sido no solo incierto, sino imposible echar adelante este tipo de empresas investigativas.

      Agradezco también de forma muy especial a doña Marliese y a la doctora Bettina Gutiérrez-Girardot, la viuda y la hija del profesor Rafael Gutiérrez Girardot, respectivamente, por el gran apoyo e interés en esta investigación biográfica. Gracias a su colaboración he obtenido información y documentos que de otra manera no hubieran podido ser adquiridos. Cartas, separatas de revistas donadas, testimonios, charlas informales y colaboración de diversos géneros, así como las atenciones que he recibido con mi familia cada vez que las visitamos en Bonn, han enriquecido mi conocimiento de Rafael Gutiérrez Girardot y motivado mis indagaciones. A doña Marliese y a la doctora Bettina, mis perennes reconocimiento y gratitud.

      Esta versión final, que es en verdad este cuerpo “ordenado” de investigación, no hubiera sido posible, ni de lejos, sin la consumada mano de Luis Fernando Quiroz, que es un implacable estilista, y de sus acompañantes en esta arduísima empresa, Valentina Ordóñez Luna y Alexander Salazar Echavarría. Me parece impensable sin ellos el resultado definitivo.

      Notas

      1Para ese mismo año, en virtud de una generosidad equívoca, se publica un breve artículo semblanza de Álvaro Pablo Ortiz Rodríguez, “Rafael Gutiérrez Girardot o el intelectual como provocador”, en Revista de la Universidad del Rosario, vol. 100, n.º 594 (2005), y rescata un artículo de hacía medio siglo del crítico recién fallecido: “Dos poetas colombianos actuales. Fernando Arbeláez y Marco Fidel Chaves”.

      2Todavía queda la especulación de las razones, que no discutimos esa tarde bogotana, de la decisión de deponerse sus restos mortales en Colombia. Es fácil decirse: “porque Gutiérrez Girardot fue un colombiano en todos sus largos años de exilio”. Pero la respuesta patriótica no es satisfactoria y habría otra latente. La respuesta podría entresacarse del homenaje que se le ofreció en la Universidad de Granada en 2002. En esa solemne ocasión, en conversación con Pedro Cerezo Galán y Álvaro Salvador, recordó el ya catedrático jubilado el odio de Schopenhauer a los alemanes que lo llevó a decir: “no quiero ser sepultado en Alemania”. Schopenhauer, pero sobre todo Hölderlin y Nietzsche, dijo textualmente, padecieron bajo la “sabiondez”, la “arrogancia”, la “patanería”, la “inhumanidad” de los alemanes. Homenaje de la Facultad de Filosofía en “El intelectual y su memoria” de la Universidad de Granada.

      3Correo electrónico del 4 de abril de 2019.

      4En entrevista para el Magazín Dominical, de El Espectador, el 29 de septiembre de 1985.

      5Aquelarre, n.º 8 (2005), pp. 7-14. Consultado en <http://ccultural.ut.edu.co/images/Revistas%20Aquelarre/Aquelarre%2008.pdf>.

      6Jaramillo Vélez, op. cit., p. 8.

      7Ibid., p. 9.

      8Álvaro Salvador, “El legado intelectual de Rafael Gutiérrez Girardot”, Quimera, n.º 262 (2005), pp. 62-63. Estas notas de despedida reiteraban la admiración por su maestro, pronunciadas en un homenaje que había organizado en la Universidad de Granada (2002) en que enmarcó a Gutiérrez Girardot en la eclosión renovadora de las décadas de 1960 y 1970, al lado de Ángel Rama y Antonio Cornejo Polar. En esa ocasión, habló del “polemista”, con su prosa “eficaz”, “ingeniosa”, “provocadora”, “interdisciplinar”. Hay videoconferencia en DVD de este acto académico, en compañía de Pedro Cerezo Galán.

      9Anthropos, Rafael Gutiérrez Girardot. Un intelectual crítico y creativo de las tradiciones hispanoamericanas, n.º 226 (2010), p. 10.

      10Ibid., p. 11.

      11Vorlesung o lección magistral “Der spanische Romantik”, dictada en la Universidad de Bonn en el semestre de verano de 1985. Inédita.

      12Pedro Henríquez Ureña lo enuncia a su hermano Max (carta desde México, 1907), que resume un comparativo modelo ensayístico del ya joven Gutiérrez Girardot: “siempre he escrito suficientemente despacio para trabajar tanto la forma como la idea. Ya te he dicho que mi procedimiento es pensar cada frase AL ESCRIBIRLA, y escribirla lentamente; poco es lo que corrijo después de escribir ya un artículo… El mejor modo de precisar ideas es leer frecuentemente pensadores y críticos serios; la mala crítica no sirve para el caso… Así se llega a ver que sobre todas las cosas se puede decir algo nuevo”. Obras completas (t. I), Santo Domingo, Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, 1976, p. 353.

      13“Misiones soñadas y cumplidas”.

      14La traducción es mía.

       ¿Qué es una biografía intelectual?

      No se trata de una entidad, sino de una relación.

      Alfonso Reyes

      La tradición sociológica durkheimiana, su heredera la Escuela de los Annales y el estructuralismo han negado a la biografía un campo autónomo o tan siquiera digno de las ciencias sociales. El extremo de todo ello lo protagonizó Barthes en sus estudios Sobre Racine. El libro, publicado en 1963, es el abierto desafío de una crítica radical en la que se sustituye al creador literario por el laberinto de los métodos lingüísticos, psicoanalíticos y antropológicos: “Si se quiere hacer historia literaria, se debe renunciar al individuo Racine”.1 Son los nuevos métodos de enfoque, no el creador, lo que en un extremismo desindividualizador interesa a la nova scientia barthesiana; el tipo de biografía heroica de Jean Lacouture es su opuesto. Lacouture cultiva una especie de “neozweignismo” desembozado mediante su deificación entusiasta y sin par de santos patronos. Sobresale André

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