Vida campesina en el Magdalena Grande. Fabio Silva Vallejo
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Los campesinos de estos tres corregimientos han optado por no fertilizar las plantas con químicos. Aunque esto acelera la producción en las plantas, también es un efecto negativo para el suelo dado que este perderá sus nutrientes naturales. Para algunos campesinos, suministrarles fertilizantes a las plantas de café acelera el proceso de crecimiento de la planta, pero a su vez acorta los años de productividad. En sus experiencias cuentan que la utilización de químicos hace que las plantas se trastornen y pierdan sus hojas; por lo tanto, esto produce pérdidas cuantiosas a los campesinos. Estos trastornos, por lo general, se dan en plantas jóvenes; lo que recomiendan los técnicos —extensionista del Comité de Cafeteros— a los campesinos es hacer una nueva resiembra de plantas. Para evitar estos casos y no generar pérdidas económicas, los campesinos han optado por no fertilizar con químicos, lo que alarga la vida de producción de la planta hasta quince años:
Ah sí, eso es el proceso del químico… el proceso del químico eso es como cuando aceleran la mata digamos así… no quiero comparar pues la naturaleza con la mujer, pero es casi igual. Es como cuando la mujer se deja coger macho digámoslo así muy joven el proceso de vida es muy lento… Entonces eso pasa con la planta, si la planta aquí en esta Sierra se acelera… una planta de café de ellos el proceso de vida son cinco años porque se acelera con lo[s] químicos, entonces ella se crece rapidísimo produce bastante, pero así mismo como se le echa así mismo queda muy aporreada y se palotea, lo que llamamos palotear es que queda sin hojas muy poca hoja (Ortiz, 2017, p. 16).
Algunos de estos campesinos planifican la siembra, la poda y la cosecha de café o cualquier otro cultivo de acuerdo a las fases de la luna. Las fases de la luna también le indican al campesino la época en que comenzarán las lluvias y la sequía. La otra práctica tradicional que todavía tienen algunos campesinos es la de hacer quemas para preparar el terreno para los cultivos que van a abastecer a la familia mientras se da la cosecha de café. Esta práctica de quemar el rastrojo ha hecho que los campesinos se enfrenten a las instituciones ambientales porque las quemas a veces se salen de control, generando incendios de grandes proporciones. Los incendios provocados por las quemas ponen en peligro la fauna y flora y hasta la vida de las comunidades campesinas e indígenas que habitan en el macizo montañoso. Aun cuando estas quemas generan desastres ambientales cuando se salen de control, los campesinos las siguen practicando para preparar el terreno para cultivar. Los campesinos sostienen que si no se hacen las quemas la tierra no producirá lo suficiente y se morirían de hambre:
Aquí siempre se trabajaba con la luna, aquí siempre con los cambios de luna. Aquí siempre se preparaban las tierras en el mes de enero… hasta en diciembre porque llovía mucho, ya después la gente siempre hacía su guardarraya, quemaba su pedazo de tierra. Anteriormente uno tumbaba una tierra, un ejemplo tumbaba tres o cuatro hectáreas de tierra, y nosotros le teníamos que hacer el guardarraya para que las candelas no se nos pasaran. Nosotros cuidábamos mucho las aguas, sobre todo nosotros allá en las tierras [...] dejábamos un trayecto más o menos casi de 100 metros de la quebrada a donde teníamos la siembra, incluso es hora y las únicas tierras de esos lados en “La Unión”, tenemos más de 20 hectáreas de montaña que nosotros no las tocamos, eso fue intocable (Ortiz, 2017, p. 15).
Para evitar que los campesinos sigan utilizando las quemas para cultivar la tierra, las instituciones encargadas de preservar la Sierra Nevada de Santa Marta les están enseñando otras prácticas de sembrar la tierra sin utilizar las quemas. Muchos de estos campesinos quieren tener experiencias de intercambios para olvidar la práctica de la quema y así quitarse el estigma de “depredadores ambientales”.
Conclusiones
El corregimiento de Minca tuvo una colonización dirigida por el Gobierno Local y Nacional; los extranjeros llegaron al territorio gracias a las políticas de poblamiento. El Gobierno Local y Nacional tuvo a la Sierra Nevada de Santa Marta como una zona de frontera y, por lo tanto, tenía que ser anexada al Estado. La llegada de población extranjera hizo que la Sierra se incorporara a las políticas económicas del Gobierno Nacional, por medio de la explotación y comercialización de café. La llegada de las personas del interior del país, como marginados de la violencia partidista que se estaba dando en los departamentos andinos, reconfiguró el orden establecido por los colonos extranjeros. En los tres corregimientos las personas del interior del país no coordinaron ni planificaron la colonización y esta se desbordó hasta los territorios de los indígenas; en esta perspectiva, los colonos fueron vistos como invasores de tierras de la reserva forestal.
En principio, los colonos se insertaron al cultivo de café y se vio que asimilaron las políticas económicas y ayudaron en la economía regional. Cuando se desligaron de la economía legal del cultivo de café y entraron en la economía ilegal del cultivo de marihuana fueron vistos como violentos y fuera de la ley. El cultivo de marihuana hizo que el territorio de los campesinos fuera visto como zona de frontera, zona roja o marginal, debido a que el Estado no tenía control sobre esos territorios. Todas aquellas personas que habitaban esos territorios fueron consideradas marimberas y, por lo tanto, tenían que ser controladas y los cultivos de marihuana acabados. Esto generó violencia en los tres corregimientos, una violencia que el mismo Estado no pudo controlar. Este desorden social y económico fue asumido por la guerrilla de las FARC mediante el control y ajusticiamiento de los generadores de violencia. La ausencia del Estado hizo que la guerrilla controlara a los campesinos; aunque estos se distanciaban de las políticas del grupo guerrillero, fueron estigmatizados como guerrilleros o colaboradores.
El estigma como “zona de guerrilleros” propició la arremetida violenta de los paramilitares contra los campesinos. La llegada de los paramilitares a la zona complicó la situación: estos aislaron la zona con los cascos urbanos de Ciénaga y Santa Marta, mientras asesinaban y masacraban a los campesinos por ser supuestos colaboradores o guerrilleros. El despojo de tierras estuvo a la orden del día y el número de desplazados hacia los cascos urbanos se desbordó. A los campesinos les quitaron sus fincas y los pusieron a pagar cuotas financieras para el sostenimiento de la estructura armada. Aunque el territorio estaba controlado por la estructura paramilitar Bloque Resistencia Tayrona, a los campesinos todavía se les estigmatizaba como guerrilleros o colaboradores. La estructura paramilitar controló el orden público y regulaba todo lo que pasaba en el territorio. Hay que tener en cuenta que los grupos paramilitares tenían el control de todo el departamento del Magdalena y la Sierra Nevada tenía que entrar a ese modelo político, económico y militar. Por lo tanto, controlar y dominar los tres corregimientos era anexarlos al modelo paramilitar que en esos momentos estaba de moda en toda Colombia; a pesar de todo lo anterior, los campesinos no vieron inversión de los paramilitares y, mucho menos, del gobierno local y nacional.
Cuando se desmovilizaron los paramilitares del BRT ocurrieron muchas cosas en la zona: por un lado, la violencia que se había incubado en la zona desapareció, llegaron los organismos de derechos humanos, las ONG ambientalistas, y el Estado comenzó a hacer una leve presencia. Todo lo anterior representó para los campesinos la retoma de los cultivos de café, pero desde una perspectiva de sostenibilidad ambiental. El fin de la violencia creó expectativa entre los campesinos sobre las inversiones en obras de infraestructura como colegios, vías y puestos de salud; eso en la zona de consolidación campesina no se ha reflejado totalmente. Lo que hizo el Estado fue copar los puestos de policías que fueron destruidos por la guerrilla en años anteriores y reforzar la presencia de las fuerzas militares con batallones de alta montaña. Este nuevo periodo de tranquilidad hizo que los habitantes de los tres corregimientos comenzaran a tener dinámicas de negociación con las instituciones del Estado. Por un lado, los campesinos han entrado en las políticas de conservación de la Sierra Nevada de Santa Marta y quieren resignificar el estigma que han llevado por años; esto lo están haciendo con las prácticas económicas que están realizando en sus fincas y el discurso con el que promueven la conservación de la Sierra Nevada de Santa