Vida campesina en el Magdalena Grande. Fabio Silva Vallejo
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Las autodefensas unidas de Colombia (AUC)
Para finales de 1996 las dinámicas de la guerra cambiaron en el departamento del Magdalena con la llegada de las ACCU. Este grupo paramilitar hizo sus primeras incursiones en los municipios del Centro del Magdalena como Sabanas de San Ángel, Ariguani, Chibolo, San Ana y Pivijay (Fiscalía de Justicia y Paz, 2006). Para tener el control de esta zona del departamento del Magdalena las ACCU tuvieron que negociar con el grupo de autodefensas de Chepe Barrera, que operaba desde los años ochenta en esa zona. También buscaron el apoyo económico de las familias ganaderas. Estas familias tenían el control económico y político de estos municipios del departamento del Magdalena y terminaron apoyando el proyecto paramilitar. En el departamento del Magdalena y Cesar el comandante general del grupo era Salvatore Mancuso y el segundo comandante era Santiago Tobón, alias René Ríos. El comandante de grupos en el departamento del Magdalena era Baltazar Durango Mesa, alias Baltazar: este comandante paramilitar operaba en los municipios de Ariguaní, Chibolo, Bosconia y el Copey. El Grupo Zona Bananera, a cargo de William Rivas, alias 4.4. En el departamento del Cesar operaba Martín Alberto Medina Camelo, alias el Negro Medina, y Juan Andrés Álvarez, alias Daniel, y en el sur del departamento de La Guajira el grupo estaba bajo el mando de Martín Velasco Galvis, alias Jimmy.
Para el año de 1997 las ACCU se convierten en Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Para ese mismo año entra al grupo de Edgar Córdoba Trujillo, alias 5.7, y se le asigna como comandante del grupo de la Zona Bananera, que era comandado por William Rivas, alias 4.4. Edgar Córdoba Trujillo, alias 5.7, ordenó el grupo y lo dividió en tres escuadras: la primera escuadra se llamó “héroes de las bananeras”, al mando de alias Martín o 17; la segunda escuadra era “conquistadores de los planes”, al mando de William Rivas, alias “4.4”; la última escuadra era “vencedores de Santa Rosa”, al mando de Bernardo Escobar, alias Rubén o 07 (Fiscalía de Justicia y Paz, 2006). Edgar Córdoba Trujillo, alias 5.7, instaló su base de operaciones en la vereda los Braciles —corregimiento de Estación Villa—, municipio de Sabana de San Ángel. Desde esta base se coordinaban los asesinatos y masacres que se hicieron en la Zona Bananera, la Loma del Bálsamo, Santa Rosa de Lima y la Cristalina. Para octubre de 1998 el grupo paramilitar coordina una operación en la Sierra Nevada de Santa Marta; esta operación fue dirigida por Juan Andrés Álvarez, alias Daniel, y segundo al mando iban alias 5.7 y Adán Rojas. Los que guiaron al grupo hacia el corregimiento de Siberia y San Pedro de la Sierra fueron guerrilleros que habían desertado del ELN. En la operación de la Sierra el grupo paramilitar ejecutó una masacre en el corregimiento de Siberia, en las veredas de La Secreta, Lourdes, la Unión, Corea, El Congo y San Pedro de la Sierra:
La denuncia fue hecha por la defensora regional del Pueblo en Santa Marta, Lisett Peñaranda. Según ella, varios pobladores de la zona informaron que hace cuatro días llegaron unas 300 personas que luego se dispersaron en varias direcciones y prácticamente se tomaron el corredor entre la vereda Siberia y San Pedro de la Sierra, en jurisdicción de Ciénaga. La situación cada día es más tensa. Las autodefensas no dejan subir a los campesinos que se dirigen a sus lugares de trabajo y tampoco dejan bajar a los que se encuentran allá, explicó la funcionaria, quien llamó la atención de las autoridades policivas y militares para que asuman el control de la situación. Según Peñaranda, el grupo dio muerte a los campesinos Alfredo Murcia Bohórquez y a su sobrino José Antonio Pacheco Murcia, cuyos cuerpos con heridas de machete, signos de tortura y maniatados, fueron encontrados en predios de una finca cercana a la vereda La Unión, donde residían. En otro sitio, dijo la funcionaria, fueron encontrados muertos a tiros el anciano José Domingo Clavijo Pita, de 78 años; los hermanos Edgar Orlando y Uriel Poveda Ortiz; Ana María Legarda y su hijo Darwin Trigo Legarda; Jorge Julio Parra y Florentino Castillo Acosta, todos labriegos. Las identidades de las otras cinco personas asesinadas no han podido ser establecidas por las autoridades, porque los cuerpos permanecen en el sitio de los hechos. Su traslado hasta la morgue del Hospital San Cristóbal de Ciénaga se prevé para las próximas horas (El Tiempo, 1998, pp. 1-5).
Como se puede analizar, el grupo paramilitar inició su recorrido de la muerte desde la vereda La Aguja —Zona Bananera— y en su recorrido no fue atacado por la guerrilla. En su recorrido detuvo los carros en la vía, entró a las viviendas de los campesinos e interrogó a presuntos colaboradores de la guerrilla, los cuales eran reconocidos por los guías guerrilleros. Muchos campesinos fueron avisados por integrantes de la guerrilla para que abandonaran la zona porque podían ser asesinados por el grupo paramilitar; otros, por sus propios medios abandonaron sus fincas y se desplazaron hasta el municipio de Ciénaga a esperar que el grupo de paramilitares abandonara la zona. Los campesinos que no se desplazaron fueron sacados de sus casas e interrogados para saber si eran guerrilleros. El grupo paramilitar asesinó a las personas que eran señaladas por los guías como presuntos colaboradores de la guerrilla. La mayoría de las muertes fueron causadas con armas blancas (cuchillo y machete) y tiros de gracia para no generar ruido y así no tener que enfrentar a la guerrilla:
Imagen 4. Cortando leña
Fuente: Archivo Oraloteca (2020).
El que llevó a los paramilitares allá fue un guerrillero al que le decían Jesús; él era guerrillero del ELN. Él era conocido por allá porque pasaba mucho en la base que tenía la guerrilla más arribita de Siberia. Cuando llegaron los paramilitares a nosotros nos avisó un vecino que nos fuéramos porque venían subiendo los paramilitares matando gente. Cuando los paramilitares llegaron a la casa de mis papás, la encontraron vacía. Nosotros nos fuimos para los corrales de las mulas y eso está un poquito lejos de la casa. Allá duramos tres días escondidos y salíamos a buscar comida a la casa y regresábamos. Cerca de Siberia la guerrilla tenía la base y ellos vieron pasar a los paramilitares, pero no los enfrentaron porque ese día había unos quince guerrilleros y había como cuatro guerrilleras embarazadas y por eso no los enfrentaron (V. Meriño, comunicación personal, febrero del 2020).
El grupo paramilitar siguió el camino a San Pedro de la Sierra sin que se registraran combates con la guerrilla. A diferencia de lo que hicieron en Siberia, en el corregimiento de San Pedro de la Sierra el grupo paramilitar ejecutó la mayoría de los crímenes en la plaza del pueblo. Por lo tanto, la tortura y los asesinatos colectivos se hicieron para que todas las personas los vieran, los escucharan y lo supieran. El grupo paramilitar dirigido por alias Daniel, 5.7 y Adán Rojas se sintió con el poder absoluto frente a una población indefensa, sin tener un contendor legal o ilegal que les hiciera contrapeso:
Anoche al cierre de la presente edición, se confirmó que seis cadáveres sin identificar fueron bajados desde San Pedro de la Sierra a la morgue del Hospital San Cristóbal de Ciénaga, donde las autoridades procedieron a la identificación de los mismos con la ayuda de algunas personas que se acercaron hasta el sitio. Las informaciones que hemos recibido en este despacho también dan cuenta del ajusticiamiento de 10 hombres en el corregimiento de San Pedro de la Sierra. Estos campesinos inicialmente fueron maniatados y mantenidos durante varias horas en la plaza principal y posteriormente asesinado[s] a tiros y machete, sostuvo la funcionaria (El Tiempo, 1998, pp. 6-7).
La masacre cometida por el grupo paramilitar estuvo asociada al estigma que siempre se le tuvo a los campesinos de estos dos corregimientos de ser auxiliadores de la guerrilla. Desde mediados de la década de 1980, la guerrilla le dio duros golpes a las fuerzas militares en estas dos zonas, donde murieron varios soldados pertenecientes al batallón Córdoba. La Policía Nacional y las Fuerzas Armadas no encontraron el apoyo de los campesinos por temor a represalias de la guerrilla. Otro motivo por el cual se les estigmatizaba como colaboradores de la guerrilla estaba relacionado con el ocultamiento y traslado de los secuestrados hacia el corregimiento de Siberia o San Pedro de la Sierra. Este estigma hacia estas dos poblaciones las puso en la mira de los grupos paramilitares, poniendo en riesgo la vida de los campesinos de estos dos corregimientos. Para el grupo paramilitar todas aquellas personas que no eran de la localidad eran estigmatizadas como