"Quiero escribir mi historia". Pablo Francisco Di Leo
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Para lograr una aproximación a la experiencia subjetiva de los entrevistados, sugerimos que llevaran a los encuentros fotografías u otros objetos personales. Con relación a cada uno, les proponíamos las siguientes preguntas: ¿Por qué lo elegiste? ¿Qué significa para vos este objeto? ¿Qué, a quién o a quiénes te recuerda? Su inclusión produjo efectos positivos en la situación de entrevista, ya que generó una mayor empatía entre entrevistador y entrevistado y posibilitó que el primero pudiera formarse una idea más acabada de la dimensión cultural, social y familiar de los entrevistados. Para los jóvenes esos objetos funcionaron a modo de evocación de acontecimientos significativos. Optamos por considerar como significativos aquellos acontecimientos que eran concebidos como tales por los propios entrevistados y no por el investigador.
Durante los encuentros propusimos a los sujetos que describieran y reflexionaran sobre cada uno de los acontecimientos significativos que ellos habían identificado –que anotamos y fuimos recordando en el transcurso de las entrevistas–, utilizando como facilitadoras, entre otras, las siguientes preguntas: ¿Cuándo ocurrió? ¿En qué lugar? ¿Qué edad tenías? ¿Cómo empezó? ¿Quiénes estuvieron presentes? ¿Qué hicieron? ¿Vos qué hiciste? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo terminó? ¿Qué cambios te parece que provocó este hecho en tu vida? ¿Qué pensás hoy sobre lo que sucedió? ¿Por qué te parece que ocurrió?
Luego de haber identificado y relatado los acontecimientos más significativos de sus vidas, hacia el tercer o cuarto encuentro pedimos a los jóvenes que ubicaran los mismos en una (o varias) línea/s de vida del modo que desearan y que explicaran el porqué de ese ordenamiento. Esta organización no necesariamente respeta un orden cronológico, aunque sí establece una temporalidad antes-después que los entrevistados ubican a raíz del acontecimiento, es decir, se identifica una diferencia con el momento anterior. La justificación teórico-metodológica de la identificación y posterior “puesta en papel” de los “acontecimientos significativos” reside en el hecho de que ellos “constituyen el armazón narrativo de los relatos” (Leclerc-Olive, 2009: 4).
El proceso de construcción de los relatos se fue consensuando a lo largo de las entrevistas. Luego de cada encuentro, los investigadores devolvimos a los jóvenes la transcripción de la entrevista anterior, de modo que pudieran introducir las modificaciones que consideraran pertinentes. A partir de este trabajo los entrevistadores escribimos un primer borrador de relato, redactado en primera persona, como punto inicial para el trabajo de relatoría consensuado, proponiendo a los entrevistados que realizaran todos los cambios que desearan en los mismos e intervinieran en su redacción.7
Como producto del trabajo se obtuvieron diez textos que sintetizaban los acontecimientos más importantes de las vidas de los jóvenes entrevistados. Estos productos tuvieron una doble finalidad: por un lado, constituyeron objetos de valor para los sujetos, puesto que se convirtieron en “sus propios relatos biográficos”; por otro lado, se obtuvieron documentos que contribuyeron a nuestro análisis sociológico, sin sustituir de ningún modo a las entrevistas en sí mismas. Este material constituyó a la vez un producto en sí mismo –surgido del vínculo intersubjetivo entre entrevistadores y entrevistados– como un valioso insumo para los procesos analíticos propios de la investigación social. Por ende, como indicamos en el próximo apartado, para la comprensión y valoración crítica de los resultados de nuestra investigación recomendamos la lectura de los diez relatos biográficos escritos con los sujetos y la consulta del Anexo con los perfiles de los jóvenes entrevistados, incluidos en el cierre del libro.
Una condición fundamental para poder concretar todas las etapas de nuestro trabajo de campo fue la construcción y el mantenimiento del adecuado vínculo intersubjetivo entre entrevistadores y entrevistados. Desde la etapa de reclutamiento y lectura del consentimiento informado, pasando por los sucesivos encuentros y culminando con la redacción consensuada del relato biográfico, buscamos generar un clima de confianza y compromiso compartido con el trabajo, imprescindible para que cada joven pudiera objetivar sus experiencias vitales de la manera más cómoda y sincera posible. Logramos construir esta relación en casi todos los casos, a excepción de dos jóvenes que, por diversas circunstancias, decidieron interrumpir la actividad. Asimismo, no podemos ignorar que, si bien con esta estrategia se buscó disminuir lo más posible la asimetría propia de toda relación entre sujeto cognoscente y sujeto conocido, la misma no desapareció totalmente, ya que nosotros no dejamos de ser adultos, investigadores sociales, ajenos al mundo cotidiano de los jóvenes entrevistados, que proponíamos el tema y las condiciones de inicio, desarrollo y finalización del trabajo.
Siguiendo la estrategia de la comparación constante recogimos, codificamos y analizamos los datos de manera simultánea, utilizando como auxiliar el software de análisis de datos cualitativos Atlas ti. De esta manera, a lo largo del trabajo de codificación formulamos varias hipótesis y categorías emergentes que fueron ahondando y a la vez sintetizando nuestro análisis del corpus de relatos y entrevistas. Buscando aplicar los criterios de parsimonia –maximizar la comprensión de un fenómeno con el mínimo de conceptos posible– y de alcance –ampliar el campo de aplicación del análisis sin desligarse de la base empírica–, en diálogo con el estado del arte y el marco conceptual que seguimos construyendo, identificamos algunas categorías centrales vinculadas a los soportes, las pruebas y las tensiones presentes en los procesos de individuación juveniles (Kornblit, 2004; Strauss y Corbin, 2006; Vasilachis de Gialdino, 2007). En torno a estas categorías continuamos desarrollando –de manera individual o grupal– nuestro análisis de los datos, escribiendo y discutiendo los primeros textos con los resultados de la investigación, hasta llegar al presente libro.
Presentación de los resultados
Este libro está compuesto por ocho capítulos distribuidos en tres partes, los diez relatos biográficos escritos con los jóvenes entrevistados y un anexo con algunos datos personales de estos últimos. La escritura de los capítulos partió de un prolongado trabajo de discusión grupal de cada uno de los manuscritos, en el que todos los integrantes del equipo fueron haciendo críticas y sugerencias que, en su mayoría, fueron incorporadas por los respectivos autores. Las nuevas versiones de los textos fueron revisadas por los directores de la investigación, que hicimos nuevas propuestas y correcciones, llegando así a sus versiones finales.
En la primera parte incluimos los trabajos que se centran en los principales vínculos afectivos e institucionales presentes en los procesos de individuación juveniles en barrios vulnerabilizados. En el capítulo 1, Sebastián Ezequiel Sustas y María Cecilia Touris abordan, a partir del análisis de las emociones –entendidas como una fusión inseparable entre significados culturales y relaciones sociales–, los sentidos y significados que los jóvenes les otorgan a las relaciones afectivas. Parten de la idea de que frente a las escasez de otros amortiguadores materiales y simbólicos, las emociones se vuelven para los jóvenes de barrios populares soportes centrales en sus vidas, produciendo transformaciones en sus espacios de sociabilidades. Es decir, en contextos de vulnerabilidad social donde los soportes materiales están menos disponibles, la red de soportes afectivos aparece como un recurso imprescindible. Son los refugios afectivos los que les permiten a los jóvenes vivir en un mundo que se les presenta cada vez más hostil. En palabras de los autores, “los refugios afectivos cobran una función de amortiguación de las privaciones cotidianas, no sólo materiales sino también existenciales”.