"Por una merced en estos reinos". Carolina Abadía Quintero

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Vélez de Zúñiga, 26 de marzo de 1609

      *La fecha que aparece al lado de cada nombre de capitular es la que corresponde a la real cédula de nombramiento de cada candidato.

      Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes documentales consultadas en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional, el Archivo Central del Cauca y el Arzobispal de Popayán.

      Varias cosas hay que mencionar con respecto a la información referida por Bueno y Quijano: a) hay nombres que no están incluidos en la lista, pero que en la revisión de fuentes históricas realizada se puede determinar que sí fueron capitulares; b) la mayor parte de las fechas que brinda Bueno y Quijano no están en consonancia ni con las proporcionadas en las cédulas reales ni con las de las colaciones canónicas presentes en las actas capitulares; c) hay capitulares cuyos nombres han sido cambiados (Diego Ibáñez de Caviedes/Gregorio Ibáñez de Caviedes), probablemente por una deficiente lectura de la documentación; d) no hay claridad por parte de Bueno y Quijano al mencionar los capitulares que estuvieron en el cabildo catedral payanés en el siglo XVI; de hecho, incluye nombres de capitulares designados en España, pero que no se incorporaron al cabildo catedral payanés; e) no menciona el nombramiento de canónigos para el siglo XVI; f) hay omisiones muy amplias de capitulares, lo cual da como resultado periodos de permanencia capitular de gran extensión; g) hay confusión de nombres, incluyendo en la planta oficiales reales que nunca fueron capitulares, caso de Bernardino Pérez de Ubillús quien fue tesorero de la provincia y encargado de la Caja Real, padre de Jerónimo Pérez de Ubillús, quien sí fue arcediano del cabildo eclesiástico, y h) a pesar de estos nombramientos registrados en reales cédulas, hubo varios capitulares de esta lista que no aceptaron el cargo o hicieron dejación de este por ser promocionados rápidamente a otra prebenda, como consta con Lucas Serrato de Godoy, quien es nombrado a la tesorería del cabildo eclesiástico payanés el 29 de marzo de 1618, para unos meses después, el 26 de agosto de 1618, ser promocionado a una ración en la Catedral de Quito.81

      Bueno y Quijano no menciona las fuentes históricas que utilizó para hacer este listado, salvo el periódico La Paz que circuló en Popayán en la primera década del siglo XX.82 Incluso, en el proceso de búsqueda de las actas capitulares del cabildo eclesiástico en el siglo XVII, las primeras fojas del rollo que contiene estos documentos poseen un listado de obispos y capitulares del obispado,83 sin relacionar fechas precisas, que tampoco se compagina con la propuesta presentada. La planta propuesta se elaboró a partir de la información de las reales cédulas de nombramiento presentes en el Registro Eclesiástico General y el Registro Eclesiástico del Perú, sendos documentos que presentan de manera completa los listados de obispos, dignidades, prebendados y sacerdotes designados por el Consejo de Indias y el rey para ocupar cargos en las catedrales indianas, ejercicio que se complementó con los datos brindados por las Relaciones de méritos y servicios y las actas capitulares del cabildo eclesiástico de Popayán.

      No está de más referir que las dejaciones o no aceptaciones afectaron la administración eclesiástica del cabildo catedral al mantenerse vacante la prebenda por otro largo tiempo. En el caso ya citado de Serrato de Godoy, en su reemplazo fue nombrado tesorero de Popayán Juan de Castillo,84 quien tampoco sirvió la prebenda al no ir a Popayán a recibir su cargo ni dar razón de su llegada, al igual que Miguel de Acosta Granados,85 manteniéndose la tesorería vacante hasta 1620, año en que se dio la elección de Fernando de Oruña y Quesada.86 Como ya se ha afirmado, fue la tesorería la prebenda de mayor debilidad de la planta catedralicia payanesa, pues a las anteriores dejaciones y no aceptaciones se suman la de Sebastián de Valencia en 163687 y Luis Guerra y Acuña en 1640.88 Los problemas de la tesorería no estaban relacionados solo con las dejaciones y rápidas promociones de quienes eran nombrados para ella, pues se buscó tiempo después con este cargo suplir la falta de canónigos que tenía el cabildo eclesiástico. En 1677, el rey dispuso por cédula del 31 de diciembre89 que la tesorería fuera un cargo de oposición “de una u otra facultad alternativamente empezando por la de teología”;90 cinco años después, en 1682, de nuevo, se hacía mención de que el rey había resuelto la falta de canónigos y la debilidad de este cargo en la catedral payanesa con la decisión de que se presentara a oposición,91 pero, estando vacante, por lo que la Cámara de Indias pasó a proveer su nombramiento. Brevemente, hay que recordar que la Cámara de Indias fue restaurada en 1644 para que se encargara de los nombramientos tanto eclesiásticos como civiles.92 Este cambio fue presentado en las consultas de 1685, 1688 y 1690, por lo que este último año, aprovechándose una nueva vacancia de la tesorería, se pegaron edictos, y después de seis meses, se presentó un opositor, Francisco Javier de Salazar Betancur, cura propietario del pueblo de Guambia,93 quien había hecho estudios de Cánones y Leyes, leyendo y predicando “con tanta aceptación y elegancia”94 mostrada en su examen de oposición que su designación no fue discutida. Salazar sería ascendido al cargo de chantre el 11 de noviembre de 1694, por lo que, de nuevo, quedaría vacante la tesorería.95 Solo hasta 1714 se realizó un nuevo concurso de oposición para la tesorería, que fue ganada por Francisco Prieto de Tovar, primer candidato que se presentaba que tenía grado de doctor en Cánones y Sagrada Teología por la Universidad de Quito, y se observó que fue la falta de idoneidad de los candidatos lo que provocó que esta prebenda llevara catorce años vacante por “no haber habido quien se opusiese a ella”.96

      Gracias al análisis de las relaciones y las dinámicas internas que como corporación tuvieron que establecer los capitulares de Popayán fue posible, además de hacer una propuesta de planta catedralicia individual, proponer una planta colectiva en que se revela la permanencia en el ejercicio del cargo al que el capitular fue nombrado. Así, se muestra que, a pesar de los nombramientos, la ocupación de la prebenda en el tiempo podía verse truncada por las ausencias, largas en varios casos, de las dignidades del cabildo; por ejemplo, si para un periodo se habían nombrado por parte del rey los cinco capitulares, en el ejercicio del cargo, como lo denotan las actas capitulares, era posible encontrar tres o dos de los prebendados reuniéndose y cumpliendo con sus deberes. Esta situación lleva a complejizar aún más la situación eclesiástica del obispado payanés en la medida en que es posible identificar que la Corona estaba al pendiente de los nombramientos necesarios para los episcopados, como se ve reflejado en la tabla 4, pero existieron otros factores ligados a la presencia efectiva de los capitulares en sus catedrales que dificultan el cumplimiento de las responsabilidades inherentes a esta corporación.

      Estos factores están ligados a las enfermedades que impedían el ejercicio de la prebenda, como el caso de Antonio de Zúñiga, quien, en posesión de la chantría en 1636, pidió a la Audiencia de Quito le concediera la jubilación de su cargo, dado que, en 1623, mientras subía a una mula en el patio de su casa, cayó de esta y “se le quebró la pierna izquierda por cinco partes”,97 lesión que no pudo ser curada por su elevado peso y la falta de ejercicio que lo obligó a estar siempre acostado al no soportar estar de pie y ser llevado en hombros de indios y negros a la catedral al no poder entrar en el coro. Otro factor fue la pobreza de las rentas decimales que obligó a los capitulares a ocuparse en sus negocios y haciendas lejos del obispado, como el caso de Gonzalo Guiral mientras fue maestrescuela,98 situación paradójica en la medida en que parece que la escasez de la congrua y de las rentas decimales sirvió de excusa para que varios capitulares mantuvieran continuos negocios comerciales y mineros tanto en Popayán como en Quito y Santa Fe, o en hacer dejación de su nombramiento por obligaciones maritales adquiridas, como pasó con el tesorero Fernando de Salazar en 1635, quien dejó su cargo para casarse, lo que le resultaba una mejor opción frente a la pobre renta que iba a recibir por su prebenda.99

      Para exponer mejor el ejercicio cotidiano colegial del cabildo eclesiástico de Popayán se elaboró la tabla 5 a partir de la información brindada por las actas del capítulo catedral, que atestiguan las reuniones realizadas por los capitulares payaneses y, por ende, su presencia en el espacio de decisión de esta corporación.

       Tabla 5.

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