Arraigados en la tierra. Francesc Font Rovira

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Arraigados en la tierra - Francesc Font Rovira Ecología

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la práctica y la experiencia que iba adquiriendo, poco a poco las cosas empezaban a funcionar. No era fácil, porque la mayoría de las acciones planteadas se oponían frontalmente al tipo de agricultura que había visto toda la vida, e incluso al que me habían enseñado en la universidad. La presión social y familiar puede ser persistente y llegar a generarte muchas dudas, y eso me sucedió a mí. Por suerte, tenía buenos amigos y compañeros de trabajo que me empujaban a continuar en momentos difíciles. Y contaba también con propietarios de otros proyectos que me confiaron la dirección de sus fincas para realizar, como en el caso de Can Font, un cambio de rumbo. Este es el caso, por ejemplo, de uno de los grandes proyectos de mi vida, las fincas menorquinas de Son Felip y Algaiarens, donde, junto con un grupo extraordinario de agricultores y la familia propietaria, estamos regenerando el suelo y el entorno en una explotación de cerca de mil hectáreas, aplicando todo lo que hemos aprendido y vamos aprendiendo sobre el modelo regenerativo.

      Ahora, tras lo vivido los últimos años en casa y en las pequeñas o grandes explotaciones a las que asesoro, y también después de pasar unos meses en Australia con mi familia, donde he escrito estas primeras palabras, me veo con fuerzas para completar este libro. Un libro pensado para desmentir algunos de los mitos más importantes generados durante la Revolución Verde que vivió el sector hace unos sesenta años; para explicar a los agricultores la relevancia de nuestras acciones para el futuro del planeta, pero también para el futuro de nuestras explotaciones, y finalmente, para poner de manifiesto el papel del consumidor (todos nosotros) en este proceso y, al mismo tiempo, dar algunas pautas para escoger los productos más sabrosos y saludables del mercado. Un libro basado simplemente en las dudas que me han surgido a mí a lo largo de los últimos años, desde el inicio de este proceso de transformación personal, hasta hoy. Unas dudas que he intentado ir resolviendo para continuar avanzando. He escrito estas palabras también con la esperanza de que puedan servir de ayuda a otros agricultores que se plantean un cambio de rumbo en sus explotaciones y en sus vidas.

      Este libro pretende poner sobre la mesa la experiencia práctica en el desarrollo de un sistema de trabajo sostenible en el campo, y a la vez, dar las herramientas necesarias al consumidor para comprender de dónde vienen los alimentos que adquiere e ingiere. Al menos en mi caso, después de absorber todo el conocimiento regenerativo que fui capaz durante unos años, sufrí un colapso. Iba descubriendo nuevas técnicas que me podían ayudar a mejorar mi negocio, pero con frecuencia me sentía solo o incapaz de aplicarlas en nuestra finca. Muchos de los autores citados, todos ellos referentes mundiales de este sistema de producción, provienen de otras regiones del mundo con diferencias climáticas o sociales evidentes, y este hecho puede dificultar la aplicación de sus modelos en otras zonas. Por este motivo, este libro no solo contiene las bases teóricas necesarias para comprender la situación actual, sino también los resultados a veces nefastos, de su aplicación en el día a día de una explotación agraria como la nuestra. En resumen, he escrito el libro que me habría gustado tener en mi mesilla de noche unos años atrás.

      En el fondo, cuando estoy a punto de cumplir los cuarenta, me doy cuenta de que en mí no ha cambiado nada, pero ha cambiado todo. Soy agricultor; agricultor y asesor en agricultura, pero ahora en agricultura orgánica y regenerativa. Y también, junto con mi pareja, padre de tres hijos. Y quien sabe si un día ellos también serán agricultores regenerativos, pero lo más importante es que puedan decidir su futuro porque las generaciones pasadas no les hayamos arrebatado la posibilidad de seguir viviendo y disfrutando de la Tierra.

       I

      PRIMEROS DILEMAS SOBRE LA SITUACIÓN ACTUAL

      MOMENTOS DE REFLEXIÓN…

       Pedret i Marzà, 23 de junio de 2013

      De todas las verbenas que celebramos en nuestra tierra, siempre he tenido debilidad por la de hoy, la noche de San Juan. Una noche mágica y mística para muchas culturas, en la cual nosotros tenemos la costumbre de encender hogueras y jugar con petardos. De pequeño, además de coincidir con el final de la escuela y el inicio de las vacaciones de verano, recuerdo especialmente la hoguera que encendíamos en casa con los restos de poda de la viña del invierno anterior. Sin ningún tipo de duda, uno de mis mejores recuerdos de infancia.

      Superada la edad mínima para salir con los amigos e irse a dormir muy tarde, o muy pronto según como se mire, los recuerdos de aquella noche también son maravillosos, aunque a veces aparecen algo más difuminados. San Juan era el pistoletazo de salida en la vida nocturna veraniega, muy intensa en zonas turísticas situadas al borde del mar, como la nuestra.

      Pues bien, hoy vuelve a ser San Juan y me invade el recuerdo de todas aquellas vivencias pasadas que se mantienen presentes como la misma llama de la hoguera, y también la emoción de compartir estos momentos con mi hija de dos años, mis dos hijos de pocos meses y mi pareja, con quien comparto profesión, proyectos y vida. Hoy es un día de esos en los que es inevitable echar una mirada atrás recordando dónde estaba el año anterior, dos años atrás, cinco años atrás… Y no solo me refiero a un lugar geográfico, sino también en el ámbito personal y profesional. Con el paso del tiempo y la edad, te vuelves más responsable, algo indispensable para realizar cualquier actividad laboral con cierto éxito. Pero hay que gestionarlo correctamente para no terminar pensando sobre esa actividad durante todas las horas de tu vida.

      Con los años, he aprendido a analizar mis pensamientos y preocupaciones, anotar y organizar las tareas pendientes y planificarlas de forma que mi mente pueda dejar de dar vueltas. Con el objetivo de disfrutar de la verbena, pocas horas antes de tomar la primera copa de vino es el momento de dedicar unos minutos a revisar los trabajos realizados la semana anterior y planificar las tareas de la siguiente.

      Faltan dos horas para las nueve de la noche, el sol ya empieza su recorrido descendente y me puedo permitir trabajar en la terraza de casa, bajo la sombra de una gran morera que tenemos en el jardín. Estoy solo porque la familia está trabajando en los preparativos de la verbena que celebramos conjuntamente con los demás vecinos del pueblo. Enciendo el ordenador portátil, me siento y empiezo a hacer el balance semanal.

      Esta semana hemos cosechado el trigo y este año la producción ha superado la media de la zona, gracias, en parte, a las excepcionales lluvias de primavera. Viendo los resultados, me invade una sensación de victoria. Creo que los cálculos matemáticos que he utilizado para definir la dosis correcta de abono nitrogenado, la elección del herbicida posemergencia y la aplicación de un nuevo fungicida, con un elevado control sobre algunos de los hongos que provocan fitopatías en el cereal, han sido excelentes. En este sentido, estoy preparado para ir a la verbena, encontrarme con los agricultores de la zona y soltar los kilos por hectárea que he obtenido. Sin duda, estos son los mejores momentos que nos ofrece esta magnífica profesión que hemos escogido como forma de vida.

      Todo apunta que será un buen año para la explotación familiar. Además de la buena cosecha de cereal, el maíz que sembramos hace dos meses presenta un crecimiento muy bueno, sin problemas visibles y con un suelo totalmente limpio de malas hierbas. Otro acierto fue la elección del abono químico de fondo aplicado antes de la siembra y del abono nitrogenado que hemos aplicado hace pocos días. La clave, calcular escrupulosamente las unidades de nitrógeno que necesita el cultivo para obtener la producción esperada, que con suerte también podría ser superior a la media de los agricultores vecinos.

      Con la viña y el olivo hemos sufrido más. Las lluvias de primavera nos han obligado a protegerlos semanalmente contra los ataques de diferentes hongos e insectos, muy agresivos en esta época del año. Por otro lado, la humedad que hay en el suelo ha favorecido el crecimiento de malas hierbas y, por lo tanto, hemos tenido que labrarlo repetidamente, así como realizar diferentes aplicaciones de productos con efecto herbicida para eliminar cualquier competencia con el cultivo principal.

      Podríamos

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