Descentrando el populismo. José Abelardo Díaz Jaramillo

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Descentrando el populismo - José Abelardo Díaz Jaramillo Ciencia política

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el “inestable juego entre el borramiento y la reinscripción de su propio origen”, lógica primigenia del populismo como tal (Aboy Carlés 2004, 121). Más modestamente aquí, por nuestra parte, sugerimos que el interminable dilema conceptual que enfrenta el populismo es muy parecido al eterno y abrumador castigo de Sísifo en la mitología griega: el de cargar por una pendiente cuesta arriba una pesada roca, que antes de llegar a la cima, vuelve a rodar hacia abajo.

      13La idea de “hecho maldito” asociado al peronismo ha tenido una potencia simbólica significativa no solo en el discurso político, sino también en el académico. John William Cooke, activista político e intelectual de la denominada “tradición nacional y popular argentina”, sostuvo que el peronismo había sido “el hecho maldito de la política argentina” (2010 [1972], 103). En un magistral estudio historiográfico sobre peronismo, Acha y Quiroga argumentaron que “[l]a frase [de Cooke] ya no tiene referencia, ya que ha abandonado su momento de enunciación para ganarse un lugar en los manuales peronistas, posee […] una impronta que puede introducirse en las melodías académicas” (Acha y Quiroga 2012, 12). Recientemente, Alejandro Grimson (2019) ha proporcionado lúcidas interpretaciones sobre la actual vigencia de esta idea en Argentina. Parafraseamos aquí la famosa frase para visibilizar que el populismo —en su acepción generalizada— ha servido como vehículo conceptual y explicativo de esa suerte de maldición asociada a la experiencia peronista. Sobre este punto, véase también Acosta Olaya y Magrini (2017).

      14En alusión al 9 de abril como mito fundacional de la Violencia. El magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, producido el 9 de abril de 1948, ocasionó un gran levantamiento popular, en el que se produjeron disturbios, saqueos, destrozos e incendios, principalmente en Bogotá, aunque también en el resto del país. Luego los enfrentamientos entre liberales y conservadores se radicalizaron y adoptaron nuevas dinámicas. De allí que la Violencia (en mayúscula inicial) remite a un período histórico y a un proceso bastante específico en Colombia. Sobre el debate por la nominación del acontecimiento como “Bogotazo” o “9 de abril” y los sucesos desarrollados en el interior del país, remitimos al conocido trabajo de Gonzalo Sánchez, Los días de la revolución. Gaitanismo y 9 de abril en provincia (1983). Otras referencias sobre el tema se encuentran en los capítulos 1 y 8 de esta obra.

      15Las operaciones de lectura intentan, así, sortear comparaciones vis a vis entre presencia y ausencia de variables frecuentemente referenciadas en el ámbito de las ciencias sociales sobre cada experiencia histórica. Los argumentos generalmente esgrimidos por investigadores y académicos para marcar las distancias y a veces el carácter incomparable entre cada comunidad son: 1) la mayor diversificación cultural y fragmentación territorial que presenta Colombia; 2) la temprana formación de un Ejército nacional en Argentina y la temprana inclusión del Estado en el ideario moderno; 3) la presencia de movimientos migratorios masivos de origen europeo en Argentina, en especial hacia la segunda mitad del siglo xix; 4) la temprana formación del sistema bipartidista en Colombia; 5) la mayor presencia e injerencia política de las Fuerzas Armadas en Argentina; 6) la escasa presencia de golpes de Estado en Colombia; 7) la relativa integración de demandas sociales de sectores populares en el seno del Estado argentino a mediados del siglo xx, la emergencia del populismo y sus consecuencias venideras, y 8) el carácter fallido o inconcluso del populismo en Colombia y la herencia de esta frustración en el conflicto armado interno. Remitimos a algunas de las principales referencias bibliográficas a partir de las que construimos esta breve sistematización. Entre los estudios históricos sobre Colombia, se encuentran: Bushnell (2004), Kalmanovitz (1985), Palacios (2003), Palacios y Safford (2002) y Pécaut (2001). Sobre Argentina, valen mencionar los trabajos de Devoto (2002), Oszlak (1999), Torre y Pastoriza (2002), y la investigación comparada de López-Alves (2003), en cuanto allí se realiza un análisis del proceso de formación del Estado en Argentina, Colombia, Paraguay, Uruguay y Venezuela, a través del método de la analogía profunda y el de las mayores diferencias.

      16En alusión al llamado “peronismo histórico” o al período que comprende los dos primeros gobiernos de Perón (1946-1955), aunque en ocasiones la expresión abarca también a algunas transformaciones sociales producidas durante el proceso de emergencia del movimiento (entre 1943 y 1945).

      17Proyecto titulado “Populismos, identidades políticas y violencia(s) en Argentina y Colombia”, financiado por el FONCYT de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Investigadora responsable: Ana Lucía Magrini.

      18Aarón Attias Basso, Cristian Acosta Olaya, David Santos Gómez, Juan Ignacio González y María Virginia Quiroga.

PARTE 1(PRE)TEXTOS PARA UN CONTRAPUNTO ENTRE PERONISMO Y GAITANISMO

      María Virginia Quiroga

      Ana Lucía Magrini

       Introducción

      En América Latina asistimos a un uso cada vez más frecuente de la categoría de “identidad” y a la presencia de sentidos un tanto ambiguos para definirla. Identidad de los trabajadores, de las mujeres, de los pueblos originarios; identidades de clase, étnicas, biológicas, culturales, políticas; modos identificatorios; identidades colectivas, disidentes, subalternas, son algunas de las tantas expresiones que solemos encontrar en el vocabulario académico sobre el tema.

      En general, es posible advertir el predominio de enfoques sustancialistas en los estudios identitarios, los cuales buscan dar cuenta de la esencia-fundamento sobre la que se define o construye una identidad determinada. Estas interpretaciones exhiben algunos presupuestos básicos, entre los que resultan recurrentes: 1) que las identidades constituyen un punto de llegada homogéneo y muchas veces estático; 2) que las mismas se encuentran sustentadas por una serie de principios que las autodefinen; ejemplo de ello es el caso de las identidades nacionales, que suelen delimitarse desde atributos tradicionales como la historia común, la música, la lengua, el territorio, entre otros; y 3) generalmente no se establece un análisis capaz de dar cuenta de las dimensiones conflictivas y simbólicas de los procesos de constitución y reconstitución identitarios, esto es, de la lucha por la definición de las identidades en sí mismas.1

      Frente a ello, numerosas perspectivas contemporáneas (desde el campo del psicoanálisis, las teorías políticas posfundacionalistas,2 la sociología posestructuralista, los estudios culturales, entre muchos otros) han advertido la necesidad de comprender las identidades desde abordajes no sustancialistas, a partir de reconocer su carácter conflictivo, relacional e incompleto. Nos centramos aquí en uno de estos enfoques, la teoría política del discurso, de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe,3 precisamente porque, en ella, la construcción identitaria remite a procesos no esenciales y eminentemente disputados. Al mismo tiempo, dicha perspectiva postula una especial e interesante vinculación entre el abordaje de las identidades políticas y populares, y el análisis del populismo como lógica de articulación política.

      La preocupación central de este capítulo gira, entonces, en torno a dos asuntos o interrogantes clave: ¿de qué modo podría relacionarse una noción no sustancialista de las identidades políticas con una conceptualización no esencialista ni peyorativa del populismo? Y ¿qué aportes puede proporcionar este enfoque para el estudio de dos experiencias latinoamericanas concretas, el peronismo en Argentina y el gaitanismo en Colombia?

      Dichas preguntas ofician de guía para los apartados que componen

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